Entre leones

Solo o mal acompañado

En la primera legislatura de ZP, el PSOE logró ilusionar a una gran parte del electorado de izquierdas con la aprobación de una batería de nuevos derechos, entre los que destacó especialmente el matrimonio entre ciudadanos del mismo sexo. Y, por supuesto, la puesta en marcha de Ley de Dependencia, que venía a apuntalar uno de los flancos más débiles del Estado del bienestar, que no amparaba a millones de dependientes.

Después de que la etapa de Aznar, que acabó su segunda legislatura envuelto en la mentira del 11-M, el zapaterismo trajo aire fresco a una España harta de un PP que se subió a la parra del nepotismo, la chulería, la corrupción y el ordeno y mando, henchido por la mayoría absoluta que logró en las legislativas de 2000.

Sin embargo, ZP, llevado por un adanismo que encontró sus raíces y la coartada en el nuevo republicanismo de Philip Pettit, se embarcó en una deriva de ocurrencias que, ya en la segunda legislatura, resultó insoportable incluso para los acólitos.

El origen de estas políticas empezó con la traca de las reformas estatutarias indiscriminadas, que desembocaron en un reparto competencial al peso –hasta Andalucía se apuntó a eso de "realidad nacional"-. Y continuó con unas negociaciones para poner fin a ETA que saltó por los aires en la T-4 de Barajas.

Demasiado voluntarismo para una España que ya en 2008 estaba a las puertas de una crisis económica de caballo y que necesitaba, sobre todo, realismo, mucho realismo. Pero de eso ZP estaba cortito de luces y no supo ver la ruina que teníamos encima hasta que Obama y Merkel se le aparecieron y le pusieron en la senda del recorte puro y duro dos años después.

Después de que ZP protagonizara los recortes sociales más importantes que había conocido hasta entonces nuestra democracia, el PSOE empezó a retroceder electoralmente como un cangrejo hasta el batacazo de las elecciones de 2011, ya con Pérez Rubalcaba como cabeza de cartel a la desesperada.

Como una de sus últimas medidas importantes –aparte de indultar al segundo del Banco de Santander-, ZP pactó con Rajoy una reforma constitucional exprés del artículo 135 para meternos de cabeza en el club del austericidio.

Tres años después, con un escenario político peor si cabe para el PSOE por los nuevos casos de corrupción y la irrupción de Podemos, el nuevo secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez, ha planteado revocar esta reforma constitucional exprés.

Dicen que ZP, que se había hecho pedrista tras declararse madinista, se ha cogido un rebote de padre y muy señor mío y que ahora milita en el susanismo a la espera de que Sánchez se la pegue en las elecciones municipales y autonómicas del próximo mes de mayo.

En la lista de agraviados también está Pablo Sebastián, que decían que era el asesor económico de Sánchez con ánimo de desacreditarlo, pero que salió como un toro defendiendo en un artículo de prensa la reforma del 135.

Y, por lo oído, también anda que se sube por las paredes Pepiño Blanco, que, aunque le han pagado el abogado del caso Campeón, no está del todo satisfecho con las formas de la condonación. ¡Menudo jeta!

En este saco meten, por eso de que cuadra a efectos conspiratorios y visten mucho, a Felipe González, Alfonso Guerra, Valeriano Gómez, Manuel Chaves, Pepe Griñán, etc. Y, claro, está Madina, que no aparece en el listado pero que no para de tomar café mientras espera que la lideresa andaluza vaya más allá de las rajadas privadas contra Sánchez –la de Portugal fue, por visto, muy sutil- para postularse públicamente como manijero.

En fin, aseguran que Sánchez está solo, más solo que la una, tras anunciar que revocará la reforma del 135 y después de que Rajoy le haya puesto la cruz por no tragar con lo de la gran coalición. Puede que sea cierto que algunos agraviados de peso hayan desertado. Pero visto el paño, más le vale solo que mal acompañado.

Pero no me acabo de creer que Sánchez se haya dejado ya en la gatera el respaldo de los 62.000 militantes socialistas que lo sentaron en el primer sillón de Ferraz para que levantara a un PSOE sumido en descrédito político y económico por las ocurrencias de ZP, y avergonzado por los ERE fraudulentos de Andalucía y otros casos de corrupción que han enterrado el legado de 100 años de honradez. Simplemente, no me lo creo.

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