Entre leones

Marca de la casta

Poco antes de empezar el partido Atlético Madrid-Barça, el jugador rojiblanco Ansaldi, que no estaba convocado para la remontada que reventó Neymar, tuvo un incidente con la Policía Municipal en los aledaños del estadio Vicente Calderón –quiso entrar en él sin documentación y le pilló la mano a un agente con una valla- y acabó en Comisaría. Mala suerte. Si hubiera sido Arda Turan, le hubieran perdonado hasta un botazo en los morros de la autoridad. Pero no es un turco de filigrana, sino un vulgar carrilero argentino.

Como era de prever, salió de la Comisaría acusado de resistencia y desobediencia a la autoridad. Normal. Eso es lo que le suele pasar a un ciudadano corriente y moliente y a los carrileros argentinos cuando no obedecen a la autoridad.

Esperanza Aguirre, que también es una virguera por sus trucos políticos y por la elección de algunos de sus colaboradores corruptos, no es Ansaldi ni un ciudadano normal. Por eso, ella, que se llevó por delante una moto de la Policía de Movilidad en pleno centro de Madrid y que se dio a la fuga por la Gran Vía hasta el barrio de Malasaña, no pisó ni la Comisaria. Y salió limpia de polvo y paja de este engorro por decisión judicial. Archivo y pelillos a la mar.

Gracias a este acto de impunidad, que para el común de los mortales no deja de ser un agravio más dos guantazos, la lideresa madrileña posiblemente sea la candidata del PP a la alcaldía de Madrid. Al menos, ya se pasea por los platós de televisión postulándose y derrochando empujones en su particular forma de hacer política. ¡Sorayita, líbranos de este castigo!

En el programa ‘Espejo Público’, de Antena 3, donde no son precisamente de las juventudes de CCOO, Esperanza abroncó a Susanna Griso por su "propaganda" de Syriza y Podemos, se quejó de que la entrevistaran más tarde de lo acordado por lo de Grecia y criticó a La Sexta, emisora hermana retirada, por la entrevista que había emitido horas antes con Pablo Iglesias, el mediático líder de Podemos.

En opinión de la lideresa madrileña, el programa ‘La Sexta Noche’ es una especie de ‘Aló Pablo’, en clara referencia al espacio del que disfrutó el líder bolivariano Hugo Chávez en la tele pública venezolana hasta que la parca se lo llevó por delante.

Pero lo peor de todo es que le lanzó un aviso a navegantes al mismísimo propietario de Antena 3 y La Sexta, José Manuel Lara. "Lara sabrá lo que hace", dijo sobre su "amigo", y la parrafada sonó como un acto de presión inadmisible no ya sobre el convaleciente propietario televisivo, que le debe importar un pito, sino sobre los profesionales de la tele. ¿No sabéis con quién estáis hablando?, vino a decir la señora con ese gracejo chulapón que le viste y calza.

No seré yo quien le corte el punto crítico a la lideresa madrileña, pero lo suyo es de un cinismo del doce. Viniendo de ella, que convirtió Telemadrid en una burda televisión de propaganda –y en esas anda todavía la tele madrileña, manipulando hasta la carta de ajuste-, es para tirarse por los bloques.

En fin, marca de la casta, que le tiene alergia a la libertad de expresión, que va amenazando a diestro y siniestro, que quiere que nada cambie para que ellos, sus hijos y sus nietos sigan viviendo a costa de la desgracia de los parados, los desahuciados, los dependientes, los jóvenes, las mujeres, etc. Y ‘que le den por culo a la bicicleta’, versión prosaica y moderna del ‘ande yo caliente, y ríase la gente’ de Góngora y Argote.

Al menos, García Ferreras y El Gran Wyoming le dieron su merecido a bote pronto, sin cortarse un pelo ante una posible llamada al orden de Lara.

Pero hoy, a partir de las 12,30 horas, en Sol, miles de personas se unirán a ellos para preguntarle a Esperanza Aguirre: "¿Quién carajo te has creído que eres para robarnos la ilusión?" Y para dejarle claro que a ella no se le puede votar, sólo cabe botarla en legítima defensa. Y para enviarle un aviso a navegantes que tanto le gustan: se te acabó la impunidad, cariño.

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