Entre leones

Listos y listones

El otro día, en un mitin en Extremadura, Eduardo Madina le puso a Pedro Sánchez el listón en el 27,8% para superar con éxito las próximas elecciones municipales. Es ni más ni menos que el resultado que lograron los socialistas en los comicios de 2011, antes, por tanto, de la irrupción de Podemos y Ciudadanos, que están cambiando radicalmente el mapa electoral español; es decir, donde había dos y el resto, ahora hay cuatro y el resto. Bien. Un palo en la rueda.

El pasado miércoles, en una filtración a la Cadena SER, una fuente del PSOE andaluz elevó ese listón aún más al asegurar que compararán –se refiere a Susana Díaz- los resultados de las municipales en Andalucía con los del resto de España para emitir un diagnóstico sobre el liderazgo de Pedro Sánchez en el año escaso que lleva el frente del PSOE. Bien. Dos palos en la rueda.

Ese mismo día, Pedro Sánchez compartió escenario electoral con Susana Díaz en Alcalá de Guadaíra, y, como ya ocurriera en la campaña de las pasadas elecciones andaluzas –estuvieron juntos en Almería y Sevilla-, se pudo constatar la falta de física y química que existe entre dos de las figuras más relevantes del socialismo democrático español.

Henchida de un poder que no acaba de fraguarse con la investidura –en este trámite tiene toda la razón-, la lideresa andaluza recibió a su jefe con el ninguneo marca de la casa que viene ofreciéndole desde que le dejó de coger el teléfono hace ya demasiados meses, a excepción hecha del día del accidente aéreo de Sevilla. Apenas si lo mencionó al final de su intervención y lo hizo posiblemente para guardar mínimamente –muy mínimamente- las apariencias.

Pero Susana Díaz tuvo que escuchar de nuevo cómo la militancia, que tiene una opinión bien diferente de su secretario general, espoleaba a Pedro Sánchez con los gritos nada impostados de ¡presidente, presidente!

Además, pudo comprobar que Pedro Sánchez, que en su relación con ella ha apostado por la prudencia y la responsabilidad mientras en el horizonte haya citas electorales, está dispuesto a ejercer como secretario general del PSOE le guste o no a ella.

La visita a Dos Hermanas para apoyar a Kiko Toscano –hace una semana también se coló en la Feria de Jerez para respaldar a Mamen Sánchez en contra del criterio del PSOE-A- no es solo un acto de rebeldía; es, sobre todo, un ejercicio de autoridad: el secretario general va donde decide ir, y punto en boca. Así ha sido siempre, así debe seguir siendo.

Tras recorrer más kilómetros que el baúl de la Piqué en un intento desesperado por sacar al PSOE del pozo de las ocurrencias, Pedro Sánchez se ha ganado a pulso ejercer como secretario general en todos los territorios de España, incluido en Andalucía.

Y, por supuesto, se ha hecho merecedor de la candidatura a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones legislativas.

Más allá de algunos errores menores, magnificados por sus críticos, Pedro Sánchez se ha ido ganando el respeto de los suyos, sobre todo de la mayoría de la militancia.

En el ámbito parlamentario, acertó al suscribir con el PP un nuevo pacto antiterrorista y le ganó a Rajoy el Debate del Estado de Nación. En el interno, dio un golpe de timón en el PSM para evitar un descalabro que, al menos con Ángel Gabilondo, no se producirá.

Cercano, preparado, moderado e incansable, Pedro Sánchez está puliéndose sobre la marcha, creciendo como líder por día, y ya le está saliendo el colmillo que le faltaba. Y no tirará la toalla como Alfredo.

Así las cosas, a quienes le están exigiendo unos resultados imposibles en el nuevo escenario que se vislumbra para tener una coartada para desbancarlo a partir de mañana, el líder socialista les ha respondiendo estos días por boca de los líderes de Podemos y Ciudadanos, que han dejado claro que prefieren pactar con el PSOE antes que con el PP. He ahí otro listón nada irrelevante.

Son los nuevos tiempos de diálogo, acuerdo, empatía y pactos que están ya encima. Si Susana Díaz no acierta a leerlos bien, lo mucho o poco que le queda de mirlo blanco del socialismo democrático se lo pulirá hasta convertirse en un lastre para el PSOE. Ojalá no sea así.

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