Entre leones

Pedro Sánchez: carretera y manta

A nadie se le escapa que Pedro Sánchez ganó las primarias del PSOE hace ahora un año gracias a Susana Díaz. Sin el apoyo de los socialistas andaluces y sus satélites, Eduardo Madina sería casi con toda seguridad hoy el líder del principal partido de la oposición. En este sentido, se puede concluir que el liderazgo de Pedro Sánchez ha sido fruto de una carambola política.

Sin embargo, desde que tomó el mando de un partido achicharrado por las ocurrencias de ZP, que no se enteró de la crisis hasta que le mordió en la yugular, Pedro Sánchez se ha ganado a pulso este primer año en Ferraz.

En primer lugar, el secretario general del PSOE marcó distancias con Susana Díaz y dejó claro que no estaba dispuesto a ser un pelele en manos de la lideresa andaluza.

Eso le costó una intentona de mandarlo por tabaco en los primeros meses del año, con Susana Díaz, ZP y algunos más en el ajo.

La filtración del encuentro de Rodríguez Zapatero, Bono y García Page con Pablo Iglesias e Iñigo Errejón la abortó y generó una corriente de simpatía hacia Pedro Sánchez.

Ese oxígeno le permitió descabalgar a Tomás Gómez de un PSM que caminaba inexorablemente hacia la irrelevancia y promover la candidatura de Ángel Gabilondo al frente de la candidatura socialista a la Comunidad de Madrid. Un golpe de autoridad, sin ningún género de dudas.

Poco después, en su primera gran prueba de fuego parlamentaria, le ganó al presidente del Gobierno el Debate de Estado de la Nación.

En las elecciones municipales y autonómicas, con los peores resultados históricos del PSOE en este tipo de comicios, Pedro Sánchez ha logrado en un escenario electoral a cuatro que los socialistas gobiernen en hasta nueve comunidades autónomas y recuperen importantes capitales de provincia.

Además, en contra de los intereses de grandes empresas del Ibex 35, que siempre han querido a un PSOE dispuesto a actuar como jarrillo de lata del PP por el bien de España y de sus cuentas de resultados, no le ha temblado el pulso a la hora de entregar a otras formaciones de izquierdas, Podemos, Compromís y las mareas gallegas, ayuntamientos que estaban gobernados por el PP.

Donde los agoreros solo veían a Susana Díaz como única baronesa autonómica, ahora hay siete con voz, voto y rango.

Tras digerir convenientemente los resultados del 25-M, Pedro Sánchez ha creado un Gobierno en la sombra, con Jordi Sevilla al frente del aparato económico, y ha formado un grupo de expertos para formular una propuesta de reforma constitucional que ponga fin, entre otras muchas cuestiones, a la grave crisis territorial que vive España ante la deriva secesionista de Cataluña.

En la última escaramuza interna, el líder del PSOE ha visto cómo su candidata para dirigir el PSM se ha impuesto con claridad al candidato avalado por ZP, Felipe González, Susana Díaz y otros prebostes del socialismo democrático español.

A falta de mejorar sus equipos tanto en el partido como en el Parlamento –son manifiestamente mejorables-, Pedro Sánchez enfoca la recta final hacia el Palacio de la Moncloa con muchas posibilidades de convertirse en el séptimo presidente de Gobierno desde la restauración democrática.

Las claves de su éxito habrá que buscarlas en ese ‘carretera y manta’ que emprendió por toda España, buscando el contacto directo con la militancia socialista, cuando decidió presentarse a las primarias del PSOE, y en el que sigue embarcado con un kilometraje que pareciera tuneado.

Y también en una gran capacidad de resistencia ante el ruido interno, pertinaz desde Andalucía con argumentos cada vez más pueriles.

Desde la responsabilidad, la prudencia y la moderación, valores en desuso en los tiempos políticos que corren, Pedro Sánchez gana por día en solidez, y está logrando levantar como alternativa a un PSOE que ZP y cía. dejaron reducido a cenizas.

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