Entre leones

Asuntos espinosos

Cuando estalló el caso del pequeño Nicolás, un episodio de picaresca que hunde sus raíces en el mismísimo Lazarillo de Tormes, me sorprendió que el Ministerio de la Presidencia no desmintiera una llamada que, según El País, había realizado la jefa de gabinete de la vicepresidenta del Gobierno, María Pico, a Francisco Nicolás Gómez Iglesias para advertirle que algunas de sus travesuras podrían ser constitutivas de delito.

Era evidente que de ser cierta la llamada –al no haber desmentido se supone que lo era- tenía algo de insólita. ¿A cuántos ciudadanos españoles telefonea la jefa de gabinete de la vicepresidenta del Gobierno para advertirle de que si sigue por el mal camino acabará con sus huesos en la cárcel? Conociendo el paño, me da que al pequeño Nicolás y a pocos más.

El asunto, que tenía su cosita, quedó en nada, o mejor dicho, en un episodio de prebostes salpicados por los meados que despide una relación política entre un adulto y un niño.

La prensa de postín, que no estaba para muchos trotes con la crisis pisándole los talones, pasó de puntillas por esta escabrosa y comprometida llamada desde Moncloa al pequeño Nicolás.

Finalmente, casi me alegré porque, pese a que era una manifiesta metedura de pata, a Sorayita y a la Pico siempre les he tenido algo de ley desde los tiempos en que los Zaplana y compañía las tachaban de novicias y aguantaron el envite como madres superioras.

Menos desapercibido ha pasado el encuentro que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, mantuvo con el ex vicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato.

Tras declarar en sede parlamentaria que lo recibió porque el ex vicepresidente del Gobierno temía por su seguridad, Fernández Díaz se ha quedado políticamente en pelota picada, sobre todo cuando muchos amenazados por los malos de verdad se han quejado de que nunca han sido recibidos por el ministro del Interior.

Teniendo en cuenta que Rato tiene la estocada de Anticorrupción en todo lo alto, con imputaciones judiciales de mucha envergadura –hasta su presunto testaferro ha sido detenido días atrás en Barajas-, mucho está durando en el puesto Fernández Díaz.

La suerte que tiene el actual titular de Interior es que Rajoy toma sus decisiones a cámara lenta y después de saborear y quemar su cohíba de metro y medio. Para cuando se lo acabe quizás se le haya olvidado este otro hilillo de plastilina en la sede de Fernández Díaz o quizás se acuerde de que el encuentro lo sugirió él mismo a la gallega. Algo así como: "Si lo recibes, tremendo; si no lo recibes, descomunal. ¿Te ha quedado claro, Jorge?"

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