Entre leones

No nos veréis vestidos de luto

Tengo que reconocerlo, estaba equivocado: pensaba que este verano el Gobierno, acuciado por problemas reales como la deriva soberanista en Cataluña, no utilizaría Gibraltar como cortina de humo.

Finalmente, tras varios incidentes en las aguas en disputa, la serpiente de verano se ha colado entre los últimos rayos de sol de este sofocante estío. Pero, en esta ocasión, me da la sensación de que el PP tiene la tentación de arrastrarla hasta las elecciones legislativas de diciembre, para intentar pescar algo más en sus caladeros de extrema derecha.

Y lo está haciendo, como ya ocurriera con aquellos bloques con pinchos que Gibraltar lanzó hace tres años en unas aguas en las que ni siquiera se podía pescar según la legislación andaluza (española), con esa brocha gorda de las mentiras y las medias verdades que tanto gustan en el Ministerio de Propaganda de Rajoy cuando se trata de Gibraltar.

Pero vayamos por partes, que diría Jack el Destripador. En el primer incidente veraniego, una persecución policial española contra narcotraficantes muy cerca de una playa de Gibraltar se saldó con dos detenidos, pero un tercero se escapó por falta de cooperación policial.

Recientemente, el sindicato de la Guardia Civil, AUGC, ha reclamado más colaboración y coordinación policial a ambos lados de la frontera, sin interferencias políticas, y ha lamentado que haya patrullas conjuntas con Marruecos y no con Gibraltar.

En el segundo incidente, una lancha del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) realizó disparos intimidatorios contra una embarcación de recreo gibraltareña que pescaba en lo que Gibraltar considera aguas británico-gibraltareñas –el Gobierno de España, que se ciñe sólo al Tratado de Utrecht, no le reconoce aguas jurisdiccionales al Peñón-.

La versión española, trasladada por Antena 3 en su último informativo del pasado miércoles, sitúa la actuación del SVA en el marco de la lucha contra las actividades ilícitas, convierte a los pescadores gibraltareños en presuntos narcotraficantes o contrabandistas de tabaco y acusa a la Policía gibraltareña y al propio Gobierno de Gibraltar de colaborar y acoger a narcotraficantes.

En fin, una mentira como una catedral que no se sostiene por ninguna parte.

Pero lo peor de todo es que el diputado del PP y alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, en un cruce de declaraciones posteriores con el diputado socialista Salvador de la Encina y dentro de su campaña de demonizar a todo aquel que dialogue con el Gobierno de Gibraltar, ha llegado más lejos que nunca. Ha acusado a "dirigentes socialistas" –es decir, que tienen actualmente responsabilidades en el PSOE- de cruzar de forma continuada la frontera de Gibraltar y de recibir prebendas de Picardo.

Estas manifestaciones son mucho más que el "golpe de calor" que De la Encina atribuye a su contrincante de bancada. Me malicio que Landaluce exhibe una presunta información que solo puede obtener de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, toda vez que, por ahora, nadie ha visto al alcalde de Algeciras apostado en la frontera haciendo guardia y tomando nota de los socialistas que la cruzan.

¿Quiero decir esto que la policía española está investigando a todo aquel que tiene unas relaciones fluidas con Gibraltar? ¿Esta presunta investigación incluye a aforados o a cargos orgánicos? ¿Las acusaciones de Landaluce tienen una base policial?

Me imagino que si hay algo más que delirios, Landaluce también sabrá que más de un alcalde popular cruzó esta misma frontera en el mandato anterior y no precisamente en visita de cortesía sino para hacer business político.

Y el pasado jueves, el actual alcalde de La Línea, un independiente que gobierna en coalición con el PP, se reunió con Picardo en Convet Place, en el corazón de Gibraltar, para empezar a cooperar.

Por cierto, ¿emplearán los populares con su socio los mismos calificativos e insultos que lanzaron contra la anterior alcaldesa linense, la socialista Gemma Araujo –traidora, antipatriota, vendepatrias, vendida a Gibraltar, desleal con España, etc.?-

El actual delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, un tipo sensato que conoce el paño y sabe cómo respiran los principales actores de la zona –entre ellos, los nuevos dirigentes del PP linense, que están claramente por rebajar la tensión-, debería poner pie en pared ante este disparate.

Siguiendo la estela de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, que se mostró partidaria de reducir la tensión y avanzar en el entendimiento, cumpliría sobradamente con su deber de, al menos, no echarle gasolina al fuego.

El PP no va a poder tapar, por mucho que hagan o digan sus conmilitones, el fracaso absoluto de las políticas de hostigamiento y confrontación que Margallo ha puesto en marcha con Gibraltar. Ni va a conseguir que la opinión pública española le compre totalmente que dicho fiasco se debe a los intereses electorales de Picardo. ¿Qué voluntad negociadora tiene un ministro de Exteriores que, en vez de recurrir el lenguaje diplomático, utiliza un chiste cuartelero de mal gusto poco después de que su secretario de Estado defendiera la inequívoca voluntad negociadora del Gobierno? Ninguna.

Por mucha enjundia política que hayan visto, este matar ‘moscas a cañonazos’, con un dispositivo contra el contrabando de tabaco que ha recordado al Ulster en sus peores tiempos, solo está sirviendo para desatender dos de las tareas en las que deberían estar centradas las distintas fuerzas policiales española, incluido el CNI, muy activo en la cruzada gibraltareña, la lucha contra el narcotráfico y el yihadismo, que, por lo visto en el atentado frustrado en Francia, anidaron durante algunos años en la comarca, en Algeciras para ser más precisos.

Para contentar a su clientela más extrema, el PP ya tiene suficiente con poner en valor los 500.000 euros que entregarán a los pescadores presuntamente afectados por la prohibición de pescar de Gibraltar.

Está bien que no quieran enterarse de que desde hace bastante tiempo la mayoría de ellos están pescando con absoluta normalidad. Pobres pescadores, se tienen ganado el Cielo y la regalía que representa este changüí gubernamental –un presunto acto de malversación de caudales públicos para cualquier purista- no hace sino hacerles justicia.

En fin, a ver si la cordura se impone y abre paso al diálogo y a la cooperación. Para que así sea, enarbolemos a ambos lados de la frontera la bandera del sentido común para que esta ‘guerra de Margallo’ sea incruenta, sin heridos ni muertos en el nombre de la Patria.

Y no nos veréis vestidos de luto.

 

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