Entre leones

¡Olé, Carmena!

Desde que aterrizó en la Alcaldía de Madrid, Manuela Carmena ha tenido poco días de descanso. Y los pocos que tuvo los quisieron convertir en un escándalo por el alquiler que pagó por un chalé para toda su tropa en Zahara de los Atunes.

Los medios afines al PP, convenientemente aliñados por Esperanza Aguirre desde sus años en la Presidencia de la Comunidad de Madrid con el dinero de todos los madrileños, no le han perdonado ni una.

Hasta la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), silente durante la gran masacre de periodistas consumada durante los años más duros de la crisis, puso el grito en el cielo por el intento de Carmena y los suyos de informar directamente a los madrileños de las medidas que han ido adoptando desde que aterrizaron en el Palacio de Cibeles.

Poco o nada ha dicho, claro, de los numerosos ataques por tierra, mar y aire que la mayoría de los medios cometen contra la deontología profesional –muchos ni siquiera contrastan las informaciones, lo mínimo que se despacha en el oficio- cada vez que informan sobre la gestión del equipo de gobierno de Carmena.

El desgobierno en Madrid, que es la consigna que les debió dar Espe, es el pan nuestro de cada día. Cualquier medida, por muy nimia que sea, provoca una crítica feroz y casi unánime en ese mismo sentido.

Para más inri, el facherío le dedica cada dos por tres, con ánimo de mostrarla como una miliciana desbocada y desvergonzada, el ¡Ay, Carmela! a Manuela Carmena en titulares a toda plana o esas cartas al director seleccionadas bajo un estricto criterio de equilibrio y objetividad.

Pero a ver si nos vamos enterando que la canción la entonaban los guerrilleros españoles que lucharon contra las tropas napoleónicas, y que fue versionada durante la Guerra Civil por los republicanos tras la batalla del Ebro. Así, conociendo la verdad que tan poco le gusta, Espe, tan patriota y liberal al estilo del siglo XIX –con un toque franquista tras 40 años de paz para los suyos-, puede que acabe indultando la canción.

En fin, es posible que Carmena y su equipo de gobierno tengan mucho trabajo por delante para cumplir con el cambio en Madrid que prometieron en la campaña electoral. No es menos cierto que la limpieza de las calles aún deja mucho que desear, y el aire que respiramos no es el de la Sierra. También admito algunas ocurrencias entre las numerosas medidas adoptadas.

Pero, con Carmena en la Alcaldía y Esperanza viendo los toros desde la barrera, otro aire, un aire más limpio y mucho menos pestilente y corrupto, se respira ya en Madrid. Y eso de mandar por tabaco a S&P y Fitch es sencillamente sublime. ¡Olé, Carmena por gobernarnos sin mangar!

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