Entre leones

Montoro, de avispa a serpiente

Desde siempre, Montoro ha sido uno de esos ministros que, como las avispas, tenían la gracia en el culo, sobre todo cuando le dio por actuar como el gerente de la gestapillo tributaria amagando en sede parlamentaria con utilizar información privilegiada contra oponentes políticos y medios de comunicación no afines.

La risita nerviosa que acompaña su oratoria atropellada, muy jaleada en la bancada popular, siempre me sonó igual que el zumbido de ese depredador-carroñero de la familia de los hymenópteros.

Pero en una reciente entrevista en El Mundo, Montoro dejó de tener la gracia en el culo. Relajado y mutado, el actual ministro de Hacienda pasó a tenerla en la mismísima punta de la lengua. Habló como solo saben hacerlo las serpientes y contra los suyos, y a la bancada popular, claro, no le hizo ni chispa de gracia tanto alarde de autocrítica a dos meses vistas de las elecciones. Bueno, a unos menos que a otros, porque a Soraya Sáenz de Santamaría no le escoció tanto.

Al primero al que le dio fue al PP, y en la frente: "¿Economía con alma? ¡Pero qué tontería es esa! Como si hubiera economía sin alma. Economía es el viaje de novios que se regalan hoy quienes no pudieron casarse en la crisis".

Después se acordó del descubridor de desiertos lejanos, el padre del PP en b: "Yo estoy en política por él, pero no puedo admirar a alguien que ahora se dedica al 'business' y da lecciones desde fuera. Esto es como el quirófano. No moleste, estamos operando".

Siguió con su mentor y padre del ‘milagro económico español’: "Si todo es verdad, hay que preguntarle: ¿cómo alguien de tu nivel de renta puede usar una 'black' para ahorrarse unos miles de euros?".

Y remató con el ‘boca’ mayor del Gobierno y por ende ministro de Asuntos Exteriores para el problema catalán: "Uno tiene que saber revisar sus ideas con el tiempo porque, si no, es rehén de su propia arrogancia intelectual". Soberbia descripción de un tipo soberbio en el peor sentido de la palabra.

En cualquier caso, la rajada de Montoro, lengua de serpiente, suena más a descomposición que a campanada o catarsis para tomar impulso en el remate de la legislatura.

El batacazo electoral cosechado en Cataluña, con Ciudadanos robándole la cartera y el PSC salvando los muebles a ritmo de Queen, encendió todas las alarmas.

Pero no se enteran: tras la derrota de los independentistas catalanes en el plebiscito, que es a lo poco bueno que se podían aferrar, el Gobierno se ha empeñado en convertir en mártir a Mas por vía judicial y en relanzar el proyecto secesionista por una incapacidad política manifiesta para conjugar el verbo negociar.

Para colmo, la CE convirtió el autobombo de la recuperación económica en una intervención quirúrgica de la señorita Pepis. Por cierto, vaya tela marinera el calibre de los derrotes que esgrimió el portavoz del Grupo Popular, el dicharachero Rafa Hernando, desacreditando al comisario Pierre Moscovici por su condición de socialista y culpando del desbarajuste presupuestario y del déficit a las autonomías en manos del rojerío socialpodemista, para justificar los numerosos desvaríos que contienen las cuentas públicas.

Y encima está el acto de escapismo de la musa del aznarismo, Cayetana Álvarez de Toledo, que más que una misiva de amor le envió a Rajoy un misil por peteneras para despedirse con rencor antes de que la pusieran en el redondo de la calle.

En fin, una vez más, Montoro la ha clavado cuando ha destapado el flujo de acojone que recorre las venas del PP. Eso sí, esta vez sin risitas.

Más Noticias