Entre leones

Y ríase la gente

En más de una ocasión me he ocupado de los preocupados, de los profundamente preocupados por la situación política de España. De esos que se rasgan las vestiduras cada vez que ven a España en peligro. En realidad, su Patria cabe entre las cuatro esquinas de un bolsillo, pero por sus venas corre la sangre de Rodrigo Díaz de Vivar -o quizás sea la de Babieca- que les otorga un pedigrí de grandes de España, grandes mangantes de España.

Aunque estos especímenes tienen sus orígenes en el pesimismo que se instaló en España tras la pérdida de Cuba y Filipinas –digo yo-, la última vez que hicieron notar de forma ostensible su lacrimógeno relato fue tras las elecciones generales del 20-D.

Les puso de los nervios que PSOE, Podemos y los independentistas pudieran, en un momento dado, juntarse y convertir a España en un Estado plurinacional o en algo peor. Por ejemplo, en un Estado laico que tan poco gusta en el Ibex-35 con línea directa con Dios y el Opus Dei y en el mundo cofrade del socialismo andaluz.

Por cierto, durante los últimos cuatro años de arrogancia, prepotencia y mangancia vitaminada del PP, estos señores dejaron de estar preocupados; de hecho, durmieron a pierna suelta.

Y mira que se veía venir que tanto recorte aliñado con chulería y prepotencia no traería nada bueno.

Pero como a ellos les iba bien, pues a joderse mayo. Tan bien les iba, que en los consejos de administración que habitan se aficionaron a escuchar la versión de Paco Ibáñez del poema Ándeme yo caliente, de Luis de Góngora y Argote: "Ándeme yo caliente/ Y ríase la gente./Traten otros del gobierno/Del Mundo y sus monarquías/Mientras gobiernan mis días/Mantequillas y pan tierno./ Y las mañanas de invierno,/Naranjadas y aguardientes./ Y ríase la gente".

Ahora andan de nuevo muy preocupados con el último intento de Pedro Sánchez por crear un gobierno de coalición con Rivera y Podemos y recuperar la decencia de la cosa pública en España.

Ya no saben cómo torpedear la iniciativa. Hasta El País se ha apuntado al boicot con una portada para cinéfilos, con un titular que era una mezcla de Las sandalias del pescador y Misión imposible. El encarte de obligado cumplimiento parecía salido de Moncloa directamente.

Y por supuesto han comparecido los espontáneos -entre los que tienen siempre un protagonismo estelar los barones socialistas más cabroncetes- con declaraciones realizadas ad hoc para dinamitar cualquier posibilidad de acuerdo.

En fin, sin ideología ni altruismo ni nada que se le parezca, detrás de tanto derroche de preocupación por España, no nos engañemos, solo hay negocios y pasta, mucha pasta. Y ríase la gente.

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