Entre leones

Unos más que otros

Me hace gracia lo que les gusta a determinados articulistas y editorialistas meter a todos los políticos en el mismo saco. La verdad es que el uso de la brocha gorda del desprestigio, eso de que todos son iguales, tiene mucha salida entre una opinión pública que está harta de estar harta y no tiene ni ganas ni paciencia para escuchar distingos y salvedades.

Sin embargo, más allá de que no creo que los políticos sean más sinvergüenzas que la sociedad que representan, el acto de establecer diferencias es consustancial con el ejercicio del periodismo responsable y comprometido.

Cuento esto porque la mayoría de los periódicos, situados en el centro-derecha –incluyo a El País de estos últimos años, por supuesto-, culpa de que vaya a haber nuevas elecciones a todos los partidos políticos y a sus principales dirigentes.

Este ‘todos son iguales’ es a todas luces un análisis que pretende ser salomónico pero que no deja de ser una auténtica falacia.

Meter en el mismo saco a Pedro Sánchez y a Albert Rivera que a Mariano Rajoy y a Pablo Iglesias es objetivamente difícil de vender.

Mientras que los líderes del PSOE y Ciudadanos han puesto las bases para el acuerdo transversal que necesita España para salir de la grave crisis institucional y territorial en la que se encuentra, los principales dirigentes del PP y Podemos han trabajado desde el principio por unas nuevas elecciones: Rajoy para buscar una segunda oportunidad y una amnistía en las urnas, y Pablo Iglesias para intentar el ‘sorpasso’ al PSOE con la ayuda de IU.

Rajoy creyó que Susana Díaz le resolvería el escollo Pedro Sánchez y el PSOE se avendría a la gran coalición. Por eso, casi desde el principio, en vez de cortejar al líder de los socialistas, que es lo lógico y normal cuando quieres conquistar el apoyo de alguien, se dedicó a criticarlo y a denigrarlo. Y a Albert Rivera no quiso ni supo atraerlo para poner la primera piedra de esa gran coalición.

En fin, Rajoy se ha limitado a bostezar a la espera de que el tiempo le permita mantener la poltrona. Sin embargo, los últimos meses solo han servido para aumentar el calado de la corrupción que viste y calza al PP y para deteriorar su liderazgo.

Por su parte, Pablo Iglesias, con sus salidas de tono, ha hecho imposible la coalición de izquierdas que decía perseguir.

Desde la exigencia de la vicepresidencia y un cargamento de ministerios a la cal viva, pasando por el matarile que le dio a la ‘vía Errejón’, el líder de Podemos ha estado en ese ‘sorpasso’ con que pretende superar al PSOE y liquidar de camino a IU.

En fin, lo dicho, unos más que otros, ¿no?

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