Entre leones

¿Que Rajoy salió vivo?

En el debate ‘a cuatro’, casi todos los medios de comunicación coincidieron en que Rajoy salió vivo políticamente. Es decir, que el candidato del PP no solo salvó los muebles frente a Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias sino que incluso lo ganó con su defensa de la recuperación económica y la promesa de creación de puestos de trabajo.

Solo en un país enfermo como el nuestro, donde el periodismo ha perdido el gas de la verdad, la decencia y la credibilidad, puede Mariano Rajoy salir vivo de un debate electoral.

O mejor dicho, solo en España el presidente de un partido que se ha financiado durante 20 años en ‘b’ –mientras tanto nos hacía creer que Hacienda éramos todos; bueno, unos más que otros, ¿no?- puede ser candidato en un proceso electoral. Hasta para su comunidad de vecinos debería estar inhabilitado.

Pero aquí todo se arregla con los Presupuestos Generales del Estado, que es de donde parte el aliño, la vaselina para que este señor de Pontevedra, más quemado que la pipa de un indio, parezca a ojo de tertuliano parte de la reserva espiritual de occidente y el salvapatrias de guardia. En fin, Francisco de Quevedo y su Poderoso Caballero de toda la vida de dios.

Pablo Iglesias, a lomos de Unidos Podemos, también ganó el debate en las redes sociales. Y para La Sexta, claro, que es el complemento ideal para La Tuerka y la guerrilla. El consorcio derrocha socialdemocracia por los cuatro costados.

Y aquí no hay parné –bueno, sin entrar en detalles-, solo ideología, que los de Planeta, como es sabido, son más rojos que el copón divino.

Dicho esto, Iglesias pareció por momentos Bambi. Tan bueno, tan blanco, tan moderado... hasta que le mencionaron la soga en casa del ahorcado en versión venezolana. Ni la niña del exorcista. Tranqui, tronco, que siete kilos de vellón es para no ponerse nervioso.

La mano tendida a Pedro Sánchez resultó ser la misma que le echó por encima un chorreón de cal viva al PSOE.

Albert Rivera se despachó a gusto a diestro y siniestro. A Rajoy le dio cera refregándole los más de 300.000 eurines que se embolsó por la vía Bárcenas, y a Iglesias le propinó más de una patada en la entrepierna de su integridad y de su coherencia. El muchacho de Ciudadanos tampoco ganó porque, como ya he dicho, no puede ganar mucho. Le falta presupuesto e ideología, y lo ordena y manda el PP, coño.

Y, por último, está Pedro Sánchez. Desde antes de que empezara el debate tenía que perder y perdió la oportunidad de su vida ante un Rajoy que resistió. El titular de El Mundo es para cantarle una saeta.

Ese es el relato de la opinión publicada. Los medios de la derecha han sudado la camiseta en esa línea, con editoriales que parecían escritos antes de que arrancara el propio debate.

En las votaciones de los periódicos, incluido en El País, que cada día se parece más a ABC, también perdió Pedro Sánchez.

Para mí, sin embargo, el candidato socialista demostró de nuevo que es el único que puede articular un Gobierno alternativo de progreso al PP, que no puede ni debe volver a gobernar hasta que no se meta entre pecho y espalda un purgante que le ayude a evacuar toda la corrupción que ha generado en estos años de plomo en términos democráticos.

De producirse, el ‘sorpasso’ que pretende Unidos Podemos, que ha sacrificado hasta el legado de los comunistas españoles -manda cojones- para vestirse de socialdemócratas, solo servirá para impedir por muchos años un acuerdo de izquierdas y para facilitarle la investidura a Rajoy.

Guste o no guste, el partido que se está jugando en estos momentos, con el empedrado trucado y el árbitro con billetes apalabrados para Acapulco, es el siguiente: el PSOE tiene que quedar, por lo civil o lo criminal, por detrás de Unidos Podemos para que Pedro Sánchez sea descabalgado el 26-J por la noche, y Rajoy sea investido inmediatamente con la abstención de los socialistas teledirigidos por los barones a la violeta. ¿No se imaginan quiénes pagarán esta farsa?

Dicho esto, que conste que voy a votar a Pedro Sánchez porque me da la real gana, y me importa un pepino que no esté bien visto a ojo (estrábico) de tertuliano. Ya veremos si la ciudadanía permite el tongo que se está amasando.

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