Entre leones

España aliñada

Los días que corren en esta España aliñada hasta las trancas pasarán a la historia por ser el terreno de juego de la mayor brecha de nuestra historia entre la opinión publicada y la opinión pública.

La calle está tan pancha sin Gobierno; o mejor dicho, con un Gobierno en funciones la ciudadanía ni sufre ni padece.

Sin embargo, según la visión mayoritaria de los medios de comunicación, que son los más aliñados y que coinciden con los escenarios apocalípticos que fabrica el PP a diario, España se está yendo al mismísimo carajo.

Y la culpa, por supuesto, es de Pedro Sánchez, que no se suicida apoyándoles.

En ese aliño otros que destacan por el exceso de vámonos que nos vamos y quintacolumnismo son los barones críticos del PSOE.

Están tan sumamente preocupados por Podemos (Unidos Podemos) que hasta se han olvidado de que son socialistas y no populares.

Y, claro, que algunos gobiernan gracias a la formación morada. Señoras y señores, que hay que ser más coherentes y no tener la cara tan dura.

Al abstencionismo de los barones críticos, con Susana gritando en silencio de clausura que gobierne Rajoy, hay que añadir las declaraciones de Felipe González, que desde que es de nuevo macho alfa no para de perder crédito e influencia. Las cosas de la edad. Como dije alguna vez citando a Carlos Cano, estoy absolutamente convencido de que Felipe llegará a ser un gran torero como Velázquez y Gregory Peck.

Y después está ZP. Bueno, bueno... El leonés se prestó a un titular de El País cuestionando a su secretario general y al no a la investidura de Rajoy decidido por el Comité Federal.

Más presión a Pedro Sánchez, que debió mandarlo, en legítima defensa, a freír monas a Guinea Ecuatorial o a Venezuela.

Como no remató al PSOE en su momento -en mayo de 2010 se pulió todo el crédito de su partido con aquel infame paquete de recortes- ahora parece querer darle la puntilla definitiva defendiendo la abstención para que el presidente de un partido que ha operado 20 años con una caja b siga recordándonos que ‘Hacienda somos todos’.

Ya se sabe que esto de ser hombre de Estado y ponerse al servicio de España es un trabajo muy duro. A veces requiere por un bien mayor un comportamiento miserable, un acto de deslealtad, una traición en toda regla.

Pero tiene premio –una puerta giratoria de las caras, un cuele gubernamental a algún amiguito del alma o una simple muñeca chochona-, porque en esta España aliñada hasta las trancas, donde casi todos están de los nervios por saber de lo suyo, por mangar o por hacer negocios, sí se paga a traidores. Y muy bien, por cierto.

 

Más Noticias