Entre leones

Un no cargado de decencia

La fallida investidura de Mariano Rajoy hace presagiar unas terceras elecciones, aunque habrá que esperar a los comicios gallegos y vascos.

Toda vez que parece más que improbable que Pedro Sánchez vaya a encabezar una alternativa con Unidos Podemos y los nacionalistas, no cabe otra. Los barones socialistas críticos, con Susana Díaz a la cabeza, no lo van a dejar. En esa corriente coinciden cada vez más con los gustos del Ibex-35.

De nuevo, como era de esperar, el PP ha puesto a todos sus artilleros mediáticos apuntando al líder del PSOE como principal responsable. Bueno, llevan machacándolo desde la campaña del 20-D, con La Sexta por la izquierda y Antena 3 y la mayoría de los periódicos de papel por la derecha.

Destaca especialmente El País, que está sudando la camiseta como si fuera un panfleto de la mismísima caverna.

Se emplea tan a fondo que se han lanzado a promover un motín a bordo del PSOE. Es decir, que los barones críticos se tiren al cuello de Pedro Sánchez cuan hienas del Serengeti y se pongan al servicio de España y del PP, claro.

En fin, puro business, como aconseja el manual de negocios a cara de perro y otras mangancias vitaminadas tan leído y aplicado en el mundo gaviota en la última década de rapiña.

Bien visto, tampoco es para tanto: unas terceras elecciones son mejor que la investidura de Rajoy, que no está para tirar muchos cohetes y que huele entre podrido y rancio.

Además, si lograra ser investido gracias a una eventual abstención de los socialistas, la legislatura entraría en barrena a la primera de cambio en el momento en que su Gobierno no lograra pactar los Presupuestos o el techo de gasto.

Porque otro cable del PSOE a Rajoy y al PP sería como suicidarse por segunda vez. Ni con Susana Díaz, García-Page o algún manijero de la misma camada al frente de la nave socialista se repetiría el suicidio de salvarle la cabeza al líder del PP por segunda vez.

Y mira que en esa sensibilidad socialconservadora, por el bien de España, se tropieza con la misma piedra las veces que haga falta, ¿no?

En definitiva, que si hay que ir a unas terceras elecciones, pues se va. Que eso beneficia al PP, que podría incluso ganar por mayoría absoluta, porque los votantes de derechas votan incluso en Navidad después de misa, pues qué vamos a hacerle. Que los votantes de izquierdas espabilen y recuerden lo que le costó al movimiento obrero lograr el sufragio universal. Y a las mujeres...

Pero mientras eso no ocurra, el no de Pedro Sánchez representa el no de la mayoría de españoles, que han terminado muy hartos de la corrupción que ha generado el PP y de los recortes de derechos y libertades que ha protagonizado, sobre todo contra los más desfavorecidos.

Ese no, no tiene nada de irresponsable aunque desemboque en un nuevo proceso electoral. Es un no cargado de decencia; es una muestra de que los principios son innegociables, que no se pastelea con ellos bajo ninguna circunstancia; es un acto claro, firme y limpio ejecutado a contramano en el centro del lodazal de la política patria, en el corazón de un país aliñado hasta las trancas, instalado en-qué-hay-de-lo-mío.

PD: Este fin de semana, los barones críticos iniciarán ya la senda de Bruto y Casio.

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