Entre leones

Dos mejor que uno


El pasado fin de semana corrió por algunos mentideros políticos de Madrid que Susana Díaz iba a iniciar, por fin y de inmediato, la ofensiva para desalojar a Pedro Sánchez de la secretaría general del PSOE.

El objetivo era tumbarlo por la vía rápida, ya fuera a través de la dimisión de la mayoría de los miembros de la Ejecutiva Federal o a través de una moción reprobatoria respaldada por la mayoría del Comité Federal.

Acto seguido, el partido pasaría a estar controlado por una gestora, que prepararía el terreno para que Susana Díaz –o un propio– se convirtiera en el nuevo líder del PSOE sin necesidad de recibir el refrendo de la militancia.

Ya se sabe, estos procesos electorales internos los carga el diablo y no gustan mucho entre la vieja guardia.

Es decir, un Congreso atado y muy bien atado en vez de unas primarias por derecho, donde un militante vale un voto.

Sin embargo, tras la última investidura fallida, Rajoy le estropeó el arranque a los conspiradores socialistas al descolgarse con el nombramiento del ex ministro José Manuel Soria para un cargo en el Banco Mundial.

Si existía alguna duda sobre el propósito de enmienda de don Mariano, hete aquí un ejemplo claro de que lo suyo no tiene remedio: es capaz de digerir los papeles de Panamá con el paraíso fiscal dentro sin necesidad de bicarbonato.

Con todo, El País, que ha entrado en una dinámica autodestructiva imparable, se lanzó con un editorial titulado Ni Rajoy ni Sánchez muy en línea con esas portadas vergonzosas que estila de un tiempo a esta parte y que merecerían, al menos, unas disculpas del defensor del lector.

Con el freno de mano metido, la Ejecutiva Regional del PSOE andaluz se vio obligada a seguir la estela de este cuarto y mitad de conspiración, y Juan Cornejo fue el encargado de desacreditar cualquier intento de acuerdo que Pedro Sánchez pudiera intentar con Unidos Podemos y Ciudadanos.

Claro, con ese estilito tan marca de la casa, tan desleal, tan tibetano. A la enmienda a la totalidad y los malos modos se sumaron de inmediato los presidentes de Asturias y Aragón.

En fin, ya se sabía que Susana Díaz y el resto de barones críticos no quieren que Pedro Sánchez sea presidente, que prefieren a Rajoy.

Ya fueron uno de los principales obstáculos tras las elecciones del 20-D y tras las del 26-J, más de lo mismo o peor.

Sin embargo, en el caso del PSOE andaluz, la estrategia de fiarlo todo a lo interno, de estar todo el día pensando en cómo matar al secretario general, de estar preso en un laberinto de ambiciones personales, está provocando que el mismo Gobierno esté cada día más sonado y que el partido se haya instalado en el autismo más profundo, ese en el que solo se responde a los estímulos primarios del clientelismo y en el que los animales políticos se convierten en caniches.

Así las cosas, el silencio tan prolongado que mantiene la propia Susana Díaz puede tener sentido en relación a las cuestiones internas del PSOE, pero es inadmisible en el ámbito de sus competencias como primera mandataria andaluza. ¿Puede estar callada ante la importante movilización social que se vislumbra en la última protesta de los maestros en Sevilla? ¿Puede hacer mutis por el foro ante la alarmante falta de inversiones, proyectos y discurso que sufre Andalucía? ¿Puede tener a Andalucía en stand by mientras se marca otro solitario político?

En fin, la estrategia de los socialistas andaluces pareciera diseñada para que Juanma Moreno se convierta en el próximo presidente de la Junta de Andalucía. Dos mejor que uno, ¿no?

 

 

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