Entre leones

El PSOE y sus mariachis

 

En el PSOE actual, en el que cohabitan a duras penas Pedro Sánchez y Susana Díaz, no acaban de enterarse aún de que sin unidad están condenados al fracaso global más estrepitoso.

Con el ruido de sables actual, con los afiladores en plena faena, con el cuanto peor, mejor como doctrina principal, el PSOE se convertirá en España en la tercera fuerza política, con Ciudadanos y PP jugándose la tostá, y en Andalucía pasará a ser el primer partido de la oposición, con las dos fuerzas de centro-derecha repartiéndose la Junta.

En muchas otras comunidades pues pasará más o menos lo mismo, ya que, por el camino que vamos, la alternativa PSOE-Podemos será un quiero y no puedo.

Así las cosas, llegados a este punto, la pax romana que se vive hoy en el PSOE resulta claramente insuficiente. La dirección federal socialista está necesitada de algo más sólido para mostrar una unidad indispensable al objeto de construir un proyecto socialista creíble y mayoritario.

El chorreo de tormentas en un vaso de agua y las declaraciones críticas con los federales y los tocapelotas pagados, por un lado, la falta de pedagogía, autoridad y contundencia ante la deslealtad continuada y el exceso de prudencia ante el descaro y la mala baba, por otro, forman parte del relato de ninguneo que la mayoría de los medios de comunicación hacen del PSOE actual.

Hace unos días, Javier Fernández, presidente asturiano y cabeza visible de una gestora socialista que pasará a la historia por el gran fiasco que cosechó y por su monumental sectarismo, se destapaba en El Mundo con unas declaraciones perfectas si hubiera sido de Ciudadanos o del PP, y no es porque no tuviera ni mucha ni poca razón con la broma de la incompatibilidad entre la España federal y la España plurinacional, sino porque sencillamente su tiempo de dar teóricas pasó.

Cuando las impartió, la pifió por mucha autoridad moral que destilara. Quizás en sus memorias pueda hasta jamandulear libremente.

Lo dicho, Fernández, Javier Lambán, Ximo Puig, Susana Díaz y etc., aireando sus diferencias con Pedro Sánchez un día sí y otro también –y mira que el PSOE de ahora no da para muchos desencuentros: es más español que nunca y está a pique de un repique de sustituir la Internacional por el himno de Marta Sánchez-, abonan el terreno para que El País -ese periódico convertido hoy en objeto de la psiquiatría periodística moderna-, pueda seguir con la burda campaña contra el líder de los socialistas que Rubalcaba patrocina: "¿Dónde está el PSOE? La pregunta se repite en los círculos periodísticos y políticos de la capital, y se le ha formulado al líder socialista en recientes entrevistas".

Si los propios barones socialistas no hubieran pagado ese caño continuo de editoriales y titulares con forcet -a fin de cuentas están sirviendo para encumbrar a Ciudadanos y a Albert Rivera, que de eso se trataba todo el tiempo, de convertirnos en neoliberales-, ahora no estaríamos preguntándonos muchos lectores de izquierdas: "¿Dónde está El País?"

Pero este ruido que no cesa sigue por la falta de autoridad y pedagogía de la Ejecutiva Federal. Si la tropa crítica no entiende por las buenas ni dándoles PPOs de 24 horas al día que no se puede tirar piedra contra el tejado propio del PSOE, pues solo queda que donde ‘manda secretario general, no mandan barones’, solo resta desempolvar el reglamento disciplinario.

En ese terreno, es Pedro Sánchez quien debe imponer la autoridad reglamentaria, pero son sus primeros espadas, Adriana Lastra y José Luis Ábalos, quienes tienen ejecutarla. Y si no saben ni pueden ni valen, pues que vuelvan a sus quehaceres anteriores con una placa recordatoria bañada en oro del que cagó el moro.

A Lastra parece que le faltan claves hasta para enterarse de quién son los suyos y pisa como si fuera la reina de Saba y no como la muchacha de Ribadesella encantadora que fue, y a Ábalos no se le conoce ni un bocado en el gaznate sobre nadie relevante que le consagre como un secretario de Organización del PSOE como Dios manda.

En fin, como no se quieran un poquito más, como no vayan más allá de la pax romana, como no se junten más, como no pongan de patitas en la calle a los quintacolumnistas, como no dejen de utilizar el dinero en los medios para la guerra sucia interna, el PSOE sucumbirá a manos de sus propios mariachis.

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