Entre leones

Franco y las fosas comunes

Me parece requetebién que el Gobierno de Pedro Sánchez vaya a cambiar la Ley de Memoria Histórica para evitar un litigio por la exhumación de Franco.

Si no acometiera esa pequeña modificación legislativa, que consistirá básicamente en cambiar varios artículos para darle a la exhumación la máxima cobertura legal, no me cabe ninguna duda de que el juez facha de turno de guardia la paralizaría, alegando cualquier patraña judicial.

Además, con esta fórmula, dudo muy mucho que el decreto-ley reciba si quiera un voto en contra en el Congreso de los Diputados.

Aunque en el PP les tocas las palmas y una minoría muy cualificada te canta aún hoy el Cara al Solcomo si fuera el Viva Españade Manolo Escobar, algo pesará que el abuelo de Pablo Casado fuera un represaliado del franquismo, ¿no?

Y en Ciudadanos, el tal Albert, para justificar lo injustificable –es decir, la presencia del dictador en el Valle de los Caídos-, cita unas palabras de Alfonso Guerra, que se ha convertido en este y otros asuntos en el referente de la derecha española. Otro socialista histórico que en vez de callarse ha optado por envejecer malamente.

En cuanto a los familiares del dictador, pues no cabe queja alguna: tendrán la oportunidad de enterrar por segunda vez a su ser querido donde quieran y como quieran, algo que miles y miles de familias de miles y miles de asesinados por el susodicho no tuvieron.

Pero eso está cambiando gracias a la determinación del actual Gobierno socialista, que está decidido a completar el trabajo que inició en su día Rodríguez Zapatero con la Ley de Memoria Histórica.

Tras dejarla morir por inanición los gobiernos de Mariano Rajoy, Sánchez y los suyos parecen dispuestos a rescatar de fosas comunes al mayor número de fusilados por el franquismo y cerrar una herida que la democracia española no ha sabido o no ha querido cerrar. Ojalá no sea puro márketing.

Durante estos años de travesía del desierto, destacar especialmente los trabajos realizados entre 2011 y 2012 en la fosa común del cortijo jerezano de El Marrufo.

Gracias a la generosa aportación de Miguel Rodríguez, dueño de Lotus-Festina, que buscaba a su abuelo, Francisco Domínguez, el Foro de Memoria Histórica del Campo de Gibraltar y la Asociación de Represaliados en La Sauceda y El Marrufo –y la colaboración de muchas otras organizaciones y particulares-, recuperaron 28 cadáveres; de estos, 13 fueron identificados.

Es una mínima parte del número total de represaliados: los expertos calculan que entre 300 y 600 personas fueron asesinadas en el Valle de la Sauceda. Violados, torturados, bombardeados, masacrados.

En el cementerio de La Sauceda, recuperado también por el Foro, están enterrados los restos de los 28, y una placa nos los recuerda para que no los olvidemos, para que no olvidemos. Y en Jimena, la Casa de la Memoria se encarga de ello.

En agosto de 2012 acompañé a la entonces eurodiputada Carmen Romero a visitar la fosa. Acababan de descubrir una tumba exclusiva de mujeres: una rara avis. El impacto emocional fue tremendo. Dentaduras postizas, peinetas, casquillos, un tenedor, etc. Se podía imaginar uno las lágrimas petrificadas.

En fin, por ellos y tantos que aún esperan en el fondo de cunetas y barrancos, Franco debe abandonar el Valle de los Caídos pitando. De camino ayudará a los españoles a poder mirarnos, de frente y sin avergonzarnos, en el espejo de la historia.

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