Entre leones

Gracias, Pedro

La tesis doctoral de Pedro Sánchez va a ser una de las tesis más leídas en la historia de nuestra democracia. Tiene mucho mérito que lo vaya a ser teniendo en cuenta que son 342 páginas de un tocho que lleva por título Innovación de la diplomacia económica española: análisis del sector público (2000-2012).

Pese a que se trata de un tema más árido que los Monegros en verano, desde que ABC público la primera entrega de disparates, donde acusó sin anestesia a Pedro Sánchez de plagiador, la susodicha tesis ha sido ordeñada de todas las maneras posibles, siempre buscándole siete pies al gato u ocho.

En algunos casos con cierto acierto y equilibrio –por ejemplo, El País, que solo ha encontrado un reproche razonable: el rector de la Camilo José Cela no debió estar en el tribunal al haber firmado con Pedro Sánchez algún artículo-, pero otros han apostado descaradamente por la masturbación pública para intentar manchar y desacreditar a toda costa al presidente del Gobierno de los 84 escaños. Lo del autoplagio, por ejemplo, es de órdago.

En fin, aunque ya ha desmentido el plagio hasta el entorno de Miguel Sebastián, que fue el bocazas que abonó con un comentario de barra de bar palentino la actual cacería, la tesis de Pedro Sánchez seguirá siendo objeto de análisis hasta que encuentren en ella una conexión con ETA y el 11-M o un hilo que le involucre en la trágica muerte de Manolete en la plaza de toros de Linares un 29 de agosto de 1947. Un trabajo fino de peones negros, sin duda.

Lo más sucio de todo ha sido el papel de líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que cambió su pregunta –gracias a la inacción de Ana Pastor- para sintonizar con las portadas que la derecha tenía enlatadas contra Pedro Sánchez.

En Cataluña, el chacho Fanta naranja se ha convertido en un problema tan importante o más que los separatistas, en España va camino. Muestra una falta de escrúpulos y una superioridad moral chulesca preocupantes. Al final va a conseguir que, por devolución de visita, sus cuentas sean tan revisadas como la tesis de Pedro Sánchez. Hasta autoplagio y el mailing para meter cabeza por primera vez en el Parlament van a hallar. Al tiempo.

Pero volvamos al asunto central. ¿Por qué ahora el enlatado de la tesis de Pedro Sánchez?

Está claro que las derechas, PP y Ciudadanos, están más que preocupadas con la posibilidad de no sumar en las próximas elecciones. Si el líder de los populares cae por sus chanchullos varios de máster y carrera, las izquierdas y los nacionalistas volverían a sumar mayoría absoluta con cierta facilidad.

Además, Rivera se ha ofrecido como martillo pilón porque sabe que, mientras dure la bronca de la tesis, le robará protagonismo al mismísimo Casado y se ganará aún más a las bases populares que están indignada con un presidente del Gobierno sustentado por un grupo de 84 diputados socialistas y por nacionalistas y otras malas hierbas.

Y está la exhumación del cadáver de Franco, que, en mi opinión, es lo que tiene de los nervios a las derechas españolas. Que no  hayan apoyado la convalidación del decreto-ley del Gobierno, es la tarjeta de presentación de dos partidos políticos que apuestan por conservar con la abstención un cierto sustrato franquista. ¿Cómo no se puede apoyar la retirada del cuerpo del dictador y genocida enterrado en un mausoleo con sus víctimas?

Creo que la tesis y lo que está por venir es la respuesta de unas derechas enrabietadas contra el presidente del Gobierno que va a poner a Franco en el lugar que se merece en la historia, que está galopando para enterrarlo en lo más profundo del mar.

En nombre de las víctimas, gracias, Pedro.

Y ya sabes, en peores garitas hemos hecho guardia, y saca toda la piel de cocodrilo que te queda en la bodeguilla, junto a la fuente en la que Antonio Machado se declaró a Guiomar, porque no van a parar.

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