En las pasadas elecciones generales, mis tres hijos fueron a votar por miedo a la ofensiva ultraconservadora de PP, Ciudadanos y Vox. Votaron lógicamente a las izquierdas, pero en condiciones normales hubieran engrosado directamente en el abstencionismo desencantado por la falta de expectativas y unos salarios de mierda que también definen a la España actual.
Ya se sabe, los jóvenes españoles cada día ganan menos, y emigrar o tragar es el dilema.
Pese a todo, gracias a la movilización de izquierdas, que puso toda la carne en el asador el 26-M, el PSOE logró 123 escaños y Unidas Podemos, 42.
Una mayoría lo suficientemente amplia como para que la semana que viene Pedro Sánchez hubiera sido investido presidente del Gobierno con el apoyo del PNV y la abstención de los independentistas.
Sin embargo, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no se han puesto de acuerdo, y vamos caminito de unas nuevas elecciones si no media un milagro.
Habrá que rezarle a la Virgen de los Dolores.
¿Quién tiene la culpa? Los dos. Sánchez no ha sabido o no ha querido ofrecer un Gobierno de coalición a Unidas Podemos, que era lo que tocaba desde el principio, sin pajas mentales sobre diferencias insalvables sobre la concepción del Estado –socialistas y comunistas (venían de ser prosoviéticos) han funcionado en el Gobierno de Portugal de maravilla-, e Iglesias no ha sabido o no ha querido buscar un acuerdo sin el espectáculo asambleario de la consulta fake a las bases para salvar en última instancia su culo.
Visto lo visto, si la sangre llega a río, las izquierdas habrán demostrado nuevamente una incapacidad histórica para ponerse de acuerdo a propósito de España. Y ya van demasiadas a lo largo de la historia.
Y los españoles, en buena lógica, tienen todo el derecho del mundo a mirar a las derechas, que atesoran desgraciadamente mayor capacidad de alcanzar acuerdos que las izquierdas.
Como se verá próximamente, los desencuentros en Madrid y Murcia los acabarán resolviendo con un posado en modo Plaza de Colón.
Con el discurso de ‘nos-toca-a-nosotros’ se presentarían a las elecciones de noviembre PP, Ciudadanos y Vox.
¿Con cuál concurrirían PSOE y Unidas Podemos para convencer a mis tres hijos de que no regresen a la abstención, de que merece la pena votarles de nuevo?
Comentarios
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