Entre leones

¿Tropezará Podemos otra vez en la misma piedra?

Son las 10,30 horas del 25 julio. Dentro de tres horas, Pedro Sánchez se someterá a una segunda votación para ser investido presidente del Gobierno.

La noche anterior, el Gobierno dio por rotas las negociaciones con Unidas Podemos, que había solicitado una vicepresidencia de Derechos Sociales y Medioambientales y cinco ministerios (Derechos Sociales, Igualdad y Economía de los Cuidados; Trabajo, Seguridad Social y Lucha contra el Fraude; Transición Energética, Medioambiente y Derechos de los Animales, Justicia Fiscal y Lucha contra el Fraude, y Ciencia, Innovación y Economía Digital).

Demasiadas letras, demasiada propaganda, una ruina en nuevos membretes.

Ya puestos deberían haber reclamado la Luna para darle un toque chill out a la cosa.

Como contraoferta, el Gobierno le había ofrecido a Unidas Podemos una vicepresidencia y los ministerios de Vivienda, Economía Social, Igualdad y Sanidad. Para Iglesias y compañía, puro teatro, mucho ruido y pocas competencias.

Así las cosas, a estas horas, todo hace indicar que Pedro Sánchez no será investido.

Sin embargo, hay algo de esperanza gracias a la intervención de Alberto Garzón, que habló por teléfono anteanoche con Pedro Sánchez y que ha descartado el voto negativo de IU, y gracias a ERC y Bildu, que adelantaron que se abstendrán en la segunda votación. Y no me cabe ninguna duda de que el PNV se moverá hacia el voto afirmativo.

Además, Unidas Podemos ha adelgazado sus exigencias con una nueva propuesta que pone el acento en Trabajo.

Es, sin ningún género de dudas, algo más razonable.

En fin, hay que esperar. Pero lo que parece cada vez más claro es que una repetición electoral puede ser una ruina para el PSOE y para Unidas Podemos.

Los socialistas subirían posiblemente algo, pero el hundimiento más probable de los podemitas los dejarían sin socios preferentes y les abrirían las puertas de Moncloa de par en par a las tres derechas.

El desencuentro entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que alcanzó el culmen en la sesión de lunes con un triste espectáculo de dimes y diretes, mala baba y odio en vena, está creando desafección entre los votantes de izquierdas y está abonando salvajemente el terreno para la abstención en unos hipotéticos nuevos comicios.

Así las cosas, quedan pocas horas para saber si Unidas Podemos tiene la suficiente madurez para no tropezar por otra vez en la misma piedra.

Si impide por segunda vez la investidura de un presidente del Gobierno de izquierdas, esta formación se habrá instalado definitivamente en la irrelevancia y más pronto que tarde acabará diluyéndose en las manos de Íñigo Errejón.

A mí me da pena, porque he apostado por ese Gobierno de coalición sin complejos y porque Iglesias me cae bien: me gusta que un chaval de Vallecas esté donde está y no me gustaría que una ventolera política se lo llevara por delante de un día para otro por una mala decisión. Una decisión muy mala para millones de personas que esperan que las izquierdas se pongan de su lado y manos a la obra.

Por cierto, destacar las intervenciones parlamentarias de Gabriel Rufián, de ERC, y de Aitor Esteban, del PNV, que dieron una lección de generosidad, sentido común y buen parlamentarismo.

Muy notable este nuevo Rufián cuando dijo alto y claro: "A mí España no me roba, me roban Rato, Pujol y Bárcenas". ¡Chapó! Su tío Joan Tardà estará orgulloso.

En las antípodas, Albert Rivera, de Ciudadanos, que, una vez más, compareció en ese estado permanente de cabreo que le caracteriza. Por el camino que va, acabará, como le dijo Esteban, en una banda de mariachis o haciendo de un indio en un salón.

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