Entre leones

Cacerolas, pitos y flautas

Al principio de la pandemia, cuando el covid-19 galopaba como uno de los jinetes del apocalipsis segando vidas a diestro y siniestro por toda España, con una especial incidencia en Madrid y Cataluña, expresé mi temor de que esta crisis sanitaria provocara una fractura en la sociedad española.

Ahora, casi tres meses después, estoy absolutamente convencido de que ésta se está producido.

Seguramente, dentro de tres meses, un año o quizás un año y medio, contemos con una vacuna contra el coronavirus y dejemos atrás esta pesadilla enmascarada. Pero no tendremos un antídoto contra el odio que se ha sembrado por toda España.

No es momento de planteamientos maniqueos, pero mucho menos para salirse por la tangente a lo Chaves Nogales, que es lo que han hecho la mayoría de los intelectuales progres de este país. ¿Dónde han estado metidos todo este tiempo? Uno de los pocos que ha tenido agallas para defender a su Gobierno ha sido Alejandro Sanz, que mandó callar a la patulea de partidos, toreros, deportistas y malandrines que se han apuntado a la estrategia de cuanto peor, mejor.

Las derechas, con VOX y el PP a la cabeza, han sido las que, en una de las peores crisis de la historia de España desde la Guerra Civil, han optado por buscar la confrontación, por meter palos en la rueda, por el ruido de las cacerolas y los pitos de los coches, por los bulos y las mentiras, por aconsejar saltarse el estado de alarma y ponernos a todos en riesgo, por el ataque despiadado contra Pedro Sánchez, Salvador Illa o Fernando Simón, por el apoderamiento de las banderas, los muertos, las calles y las Fuerzas de Seguridad del Estado. Que si el 8-M, el coronavirus y las feministas, que si el cierre de fronteras, que si madrileños no, que si madrileños sí, que si los muertos, que si la economía, que si libertad, libertad, que ni durante el 23-F... Y ahora exigen que se levante la ‘cuarentena turística’.

Casado, Abascal, Álvarez de Toledo, Egea, Ortega Smith, Espinosa de los Monteros -y sus mariachis mediáticas-, todos ellos son los responsables del clima de odio y violencia que se respira en muchas ciudades de España; Madrid, desgraciadamente, es donde la atmósfera está más viciada.

Sin olvidar a los clásicos Page y Lambán, a las derechas hay que añadir a una parte de la vieja guardia socialista, con Felipe González y Alfonso Guerra a la cabeza, que se ha instalado en el silencio cómplice, en una especie de ‘quintacolumnismo’ político-sanitario. O directamente en las pullas al Ejecutivo progresista a propósito de cualquier cosa: por ejemplo, el primer aniversario de la muerte de Pérez Rubalcaba. Ni Javier Solana, premiado por el Gobierno de Pedro Sánchez con la presidencia del Patronato del Museo del Prado, se moja lo que debiera: simplemente se queja de la bipolarización española, que, por supuesto, cree que es fruto de la global.

¡Madre mía!¡Cuerpo a tierra que vienen los míos!

Pero, pese a todo, a los factores endógenos y exógenos, el Gobierno puede aún proclamar aquello de "ladran, luego cabalgamos", que, dicho sea de paso, no es de Cervantes ni aparece en El Quijote, sino en una obra de Goethe; en concreto, escribe lo siguiente: "Los perros ladran pero avanza la caravana".

Las mentiras, los bulos, los insultos, los desvaríos y las calumnias, cuan ladridos, quedan atrás y lo único que cuenta es el avance del Gobierno, que, por tortuoso que pueda resultar su itinerario, hace camino al andar con, por ejemplo, la aprobación del Ingreso Mínimo Vital (IMV), una ampliación del Estado del bienestar que sacará de la pobreza a 850.000 familias. Esperemos que la burocracia no lo estropee.

Este decreto ley del IMV es la mayor victoria frente a todos estos, que, con el mayor de los descaros, quieren aprovechar el coronavirus para echar al Gobierno del PSOE y Unidas Podemos a los leones. Mangar, cuando uno le coge gusto, debe ser un vicio insaciable.

En fin, si los jóvenes no nos rebrotan el bicho a golpe de botellones, besos y abrazos –muchos, demasiados, no se quieren enterar de que la gente se sigue muriendo- y si las medidas económicas y sociales acaban por fortalecer a la mayoría parlamentaria, a Casado, a Abascal y a sus conmilitones no les va a quedar otra que echar bilis en la bancada de la oposición durante tres años largos.

Eso sí, el Gobierno debe estar muy vigilante con la tocata y fuga de las multinacionales. La pérdida de los 25.000 empleos de Nissan es una tragedia económica y social para Cataluña. Las autoridades, sobre todo las catalanas, tan ocupadas con el procés, han llegado demasiado tarde.

Y no me olvido de los 1.000 trabajadores que Alcoa pondrá en el redondo de la calle en Galicia.

En mi tierra, el Campo de Gibraltar, el proyecto de Fondo de Barril que Cepsa quiere implantar en la refinería de San Roque pende de una tramitación municipal del proyecto que acumula demasiados retrasos. Y lo cuento con tiempo y como aviso a navegantes: el alcalde no puede estar solo.

Mil millones de euros de inversión para poder producir combustible marino al 0,5% de azufre -hasta ahora era del 3,5%- en una refinería estratégica de cara a una parte importante del mercado de Europa y África por su posición en la entrada del Mediterráneo, no es un chapú de Obras y Servicios.

¿Están San Roque, el Campo de Gibraltar, Andalucía y España preparados para perder más de 7.000 empleos industriales y cientos de empresas con la monumental crisis que se nos viene encima?

Creo que no. Sería un auténtico disparate. Un marciano alucinaría: en Cataluña y Galicia quemando neumáticos para salvar empleo, y en Andalucía quemando proyectos y empleos a fuego lento. Deben pensar que los terrícolas estamos locos, ¿no?

Por eso, no estaría mal que el proyecto se situara en la dimensión estatal y estratégica que tiene y que el Gobierno de España, en colaboración directa con los gobiernos de San Roque y Andalucía y las fuerzas económicas y sociales del Campo de Gibraltar –incluidos, por supuesto, los ecologistas-, lo tutelara para que, con la máxima celeridad y el cumplimiento escrupuloso de la legalidad vigente, garantizara la supervivencia 40 años más de una refinería más sostenible y más respetuosa con el medio ambiente. Para fortalecer, en definitiva, un pilar del empleo, de miles y miles de empleos, en el corazón de una comarca azotada por el olvido y, a veces, demasiadas veces, en manos de actores secundarios y aprovechados.

 

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