La revuelta de las neuronas

Empresa-mundo

sueños ¿Por qué en una época de empobrecimiento general aparece con más fuerza el discurso que te promete alcanzar tus sueños individuales? El problema no es la situación sino los miedos, las dudas y las malas influencias que te impiden desarrollar tu potencial que llevas dentro. Es un juego macabro que hace del embudo de la supervivencia una situación meramente subjetiva. "Código emprende", "emprendedores", en la 1 y en la 2, la TV pública al servicio de la difusión de una determinada forma de entender la organización social del conocimiento bajo la perspectiva de la propiedad privada. Todos somos empresa, todos somos responsables y asumimos riesgos, todos tenemos que actualizar nuestro producto -nuestra mente y cuerpo-. Eres un sujeto soberano, tú decides si quieres perseguir tus sueños o convertirte en un perdedor -o emperdedor-.

¿Pero quién decide lo que yo tengo que decidir, a qué intereses responde? Eso no se discute comunista,  eres un agente "tóxico", una mala influencia que no quiere ser "libre". Las explicaciones y preguntas que ponen en duda el marco en donde se encuadran todas estas posturas y el modo en el que pensamos lo que pensamos, es decir, negar la máxima, son calificadas de excusas ante la falta personal de éxito. Nada de esto es natural, ni la idea de alcanzar el éxito, ni del tipo de éxito, ni la de aportar valor para que te empleen, ni ninguna de las pautas que nos marcan y segregan en tanto y cuanto logramos ser o no, "héroes" de nuestras vidas. Son todas herramientas culturales y psicológicas que funcionan acorde al proyecto político de los ricos: acumular todavía más riqueza en menos manos, mientras los que somos más y lo perdemos todo, nos quedamos mirando el dedo en lugar de la luna.

Todos tenemos que saber gestionar nuestras emociones, nuestra forma de comunicar, de presentarnos en sociedad, pues de ese "gobierno de sí mismo", depende nuestra empleabilidad, nuestra posibilidad de aspirar a formar parte de un proyecto empresarial, la aspiración a poder ser explotados laboralmente. Todo es emprendedor, pensamiento positivo, ficción comunista de lo que en realidad es el mayor saqueo de unos pocos sobre muchos. La cultura del coach ya la tenemos interiorizada porque no se trata solo de sesiones personalizadas, sino de un imaginario social y colectivo: "Pesadilla en la cocina", "Masterchef", todos incluyen ese componente de asesor de habilidades, de time management, de programador de capacidades, de empatía propietaria. Los casos más extremos son  el programa "El jefe" y "Millonario anónimo" del canal Xplora, donde se expone la peor lectura que pueda llegar a tener la idea de caridad, ayudando a reproducir un imaginario de "héroe" y "súbdito agradecido". Es una vacuna cultural contra el antagonismo, el conflicto y la posibilidad de acabar con las razones que producen pobreza y la explotación. La arquitectura no entra en la discusión. Poco hay más abyecto con la vida pero al mismo tiempo tan funcional al proyecto neoliberal de expropiación masiva: acabaremos dando las gracias por ello, cuando los mismos que nos hacen nadar entre la mierda nos suelten un poco de agua.

La política se reduce a una mera "superación personal" en ámbitos concretos y bajo formas definidas, donde la democracia desaparece por completo en el mundo totalitario de la empresa. Hay que adaptarse es el lema de esta dictadura de nuevo cuño. La realidad del parado y por supuesto dentro de un tiempo la del precario, no responden a cuestiones políticas y socioeconómicas, sino sobre todo a taras mentales, a su incapacidad por adaptarse a un nuevo entorno más competitivo que demanda una serie de características y cualidades que esta gente o bien no cumple, o lo hace de manera deficiente y obtiene lo que se "merece". Todo apunta a estigmatizar moralmente al "enfermo": al adicto por su debilidad o al parado por su falta de empleabilidad. Ser culpable de tu situación es una forma de afirmar que es el "paciente" quien crea su enfermedad y por lo tanto, en cierto modo se la merece. El pensamiento positivo es su solución perversa que infla su negocio de la búsqueda de felicidad cuanto más se normaliza y se extiende la desesperación e incertidumbre.

Algunas de las tesis de los "ordoliberales" alemanes como por ejemplo W. Röpke, pueden ofrecernos algunas pistas sobre este proyecto de la empresa-mundo. Röpke consideraba que la alternativa -tras la II Guerra Mundial-, frente a la proletarización masiva de parte del campesinado y la concentración industrial y territorial de la población obrera, que arrastra el mal de la "colectivización", está en extender a todos ellos la noción de la propiedad. Una sociedad basada en la competencia y la democracia del consumo, es una sociedad libre. La ética del trabajo y la responsabilidad individual son las bases para huir tanto de la providencia del Estado social como del laissez faire salvaje. Hacer a todos propietarios para "cerrar el foso entre proletarios y burgueses". El Estado debe centrar su intervención en el individuo económico para no hacerlo dependiente del Estado social y conseguir  a través de la responsabilidad que implica la propiedad, extender la noción de que todos debemos ser empresarios. La empresa es la apuesta universal desde donde el individuo construye su autonomía y capacidad de elección, en un mundo dominado por una multitud de individuos sometidos a un orden unitario asentado sobre el "derecho privado" y la democracia del consumidor.

El parado es un paria y el indefinido un privilegiado: la precariedad es la protagonista en el modelo social basado en la dictadura de la servidumbre feliz en la empresa-mundo. Volvemos a los tiempos de la producción dispersa en los inicios de la modernidad, pero ahora el taller no se reduce a un espacio y un tiempo, la explotación se presenta en todo lugar y en cualquier momento. Existen otras posibilidades que caminan en la dirección contraria a la tesis planteada por Röpke, donde  la propiedad no sea el patrón de medida y de acceso al bienestar, ya que su propia definición lo niega cuando se priva a otro de algo. Lo que son los medios de vida comunes no pueden privatizarse, hacerse propiedad, al contrario, deben entenderse como recursos donde la idea de bienestar implique que nadie se quede fuera porque otros le expropien y se apropien de su parte. Renta básica, reparto del empleo y derecho al tiempo, o empleabilidad y servidumbre. Que nuestros sueños se conviertan en su peor pesadilla.

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