La revuelta de las neuronas

El fin de un medio como El País

Es importante tener medios de calidad10156055_10152248764578650_4749648356165961847_n

Nicolas Berggruen, Consejero delegado de Liberty, principal accionista del Grupo Prisa.

Es sobradamente conocido que el titular de una noticia importa más que la redacción de la misma. En una sociedad totalmente saturada por la cantidad de información disponible esto cobra todavía más importancia, cuando captar la solicitada atención del público resulta ser el principal reto de cualquier organización que trabaja de cara hacia afuera. Es mucha más la gente que se forma una idea a través del titular, que la gente que emplea su tiempo en leer la noticia al completo. Por esa razón un redactor nunca elige los titulares de las noticias que entrega en la redacción, esa es una tarea que excede su  trabajo y responde a las directrices políticas de quien manda sobre el periódico. El redactor no decide si la noticia aporta o no interés, tampoco elige que una noticia poco relevante salga en la portada de papel dos días después de tener lugar.

Un periódico puede elegir qué publica y qué no publica. A veces un periódico está tan ansioso por marcar línea política, que cegado por la ideología, acaba haciendo el ridículo y retirando de los quioscos toda una tirada. Otras veces puede actuar al contrario, hacer como que no existe algo que está en boca de todos y luego verse obligados a colocar en la portada lo que no querían publicar. También se puede optar por publicar una noticia sin mucha relevancia, justo el mismo día que salen una serie de encuestas que parecen no ser lo suficientemente importantes para que tu periódico se haga eco. Actitudes que delatan el nerviosismo que se respira en muchas tertulias y en algunos medios, entre ellos El País.

Al igual que liberalización no es sinónimo de liberación, aunque sus ideólogos quieran mezclar ambos significados, la pluralidad y el periodismo tampoco se llevan bien con las juntas de accionistas. Cuando quieren hacer pasar a una por la otra, es normal que luego se califique de antipolítica a lo que en realidad significa la recuperación de la política. Es normal que para quien la democracia es poco más que un cascarón vacío, la discusión y el debate abierto donde cualquiera puede acudir, represente el síntoma de una derrota que les gustaría poder anunciar. Cuando un periódico forma parte de un grupo empresarial que a su vez lo compra un fondo de inversiones, las directrices políticas de los titulares y la decisión sobre si destacar algo más o menos, dependen directamente de los intereses de una junta de accionistas. Cuando dejas de llamarte diario independiente y pasas a ser un periódico global con deudas por medio mundo, la libertad de expresión queda anulada y el periodismo enterrado.

Cuando tu negocio obedece a las inversiones financieras y bancarias, el periodismo, la libertad de expresión y el destino de los y las trabajadoras, dependen de las batallas especulativas en los parqués bursátiles. Cuando se denuncia que esa misma ingeniería financiera es una forma de acumular poder que escapa a todo control democrático y somete a la servidumbre a sociedades enteras, su respuesta no puede ser otra que la del ataque, es decir, la defensa de sus intereses. Para que ellos sigan pudiendo como hasta ahora vienen haciendo, nosotros no debemos poder ser y mucho menos ejercer poder.

Seguimos avanzando, pensando la cabeza fría y sintiendo con el corazón caliente. Este 14J es la primera parada de cara a celebrar una gran Asamblea Ciudadana abierta, plural y diversa que tendrá lugar en otoño. Hemos conseguido pensar al revés de lo que dicen los manuales, hemos creado primero el anhelo de mar del que hablaba el profesor Monedero, y ahora nos toca construir el barco organizativo del siglo XXI. Seguiremos cortando leña y continuarán saltando muchas más astillas.

 

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