La revuelta de las neuronas

Crónica de un cambio político anunciado

En las elecciones municipales de 2007, el PP y el PSOE, juntaban entre los dos el 71% de los votos, en 2011 el 65% y ADayer únicamente alcanzaban el 52%. Entre 2007 y 2015 el PSOE ha perdido más de 2 millones de votos. 2011 fue su peor resultado, en 2015 pierde 600.000 votos más y lo sienten como un alivio. Entre 2011 y 2015, el PP pierde casi 2,5 millones de votos pero busca presentarse como los grandes vencedores. En número sí, en percepción y proyección no. Los resultados electorales hay que comprenderlos teniendo en cuenta, que se viene de varias décadas donde la política institucional era básicamente una cosa privada de dos.

Aferrarse a los números es la última trinchera de los que se ven a sí mismos cada vez más pequeños. Los números hay que contextualizarlos con las trayectorias pasadas, pero sobre todo, con las tendencias que se abren al futuro.  Desde el 25M de 2014, los actores viejos están claramente a la defensiva y ahora, celebran lo que antes hubiesen despreciado como el mayor fracaso jamás pensado. Respiran como diciendo, bueno, todavía seguimos en pie. Es un efecto del cambio cada vez más asumido, cambio que no es todo lo rápido que deseamos, pero en términos históricos la foto se mueve con velocidad.

Ayer fue una jornada histórica. El ciclo abierto en las elecciones europeas toma un gran impulso en las municipales y mira con decisión hacia las generales. Los municipios, los grandes municipios, una vez más avanzan el camino. Se revela, a pesar de las críticas que levantó en su momento, que la estrategia tomada por Podemos de cara a las municipales en Vistalegre ha sido la correcta. Como lo fue colocar la foto de Pablo Iglesias en la papeleta y lo ha sido colocar la de Ada Colau en estos comicios.  Se le ha hecho un buen regate a las fuerzas anticambio. Trabajar en los municipios con actores locales en agrupaciones de unidad popular, ha conseguido reeditar una hipótesis muy similar a la lanzada en las elecciones europeas. Si bien en contextos y escalas distintas, comparten mimbres y planteamientos discursivos parecidos que también se alejan del cierre ombliguista de la izquierda, logrando abrirse camino como un instrumento útil de cara a solucionar los problemas ciudadanos y disputar la democracia. Candidaturas fulminantes que irrumpen desde afuera y que cuentan con robustas cabezas de lista, capaces de articular  el deseo de cambio y decencia que palpita en la sociedad. Hipótesis vivas que impactan en el ser y sentir de la población. Por supuesto, no todo es homogéneo, ha habido casos más destacables que otros, cada uno con sus ingredientes y sus particularidades.

El fenómeno Carmena, por ejemplo, además de sus propias virtudes, también ha encontrado en Aguirre una antagonista que impulsaba y reforzaba su imagen de honradez frente a la corrupción, sumado a un PSOE de Carmona casi inexistente. En las comunidades autónomas, a pesar de un año de inoculación de miedo, también puede verse que en algunos de los núcleos urbanos el paso al cambio se ha dado más rápido que en las zonas rurales. Se ha entrado con fuerza, si bien es cierto que no con toda la necesaria. Lo importante es que sigue abierto el ciclo que apuesta por hablarle directamente a los problemas de la gente. Desde que nació Podemos, en cada celebración de elecciones se mejora el resultado anterior en una clara línea ascendente, y aun así, no nos damos por satisfechos. Por el contrario, los partidos tradicionales cada vez pierden más y más votos y cuantos más pierden, más tranquilos respiran, como si se esperasen un resultado todavía peor.

¿El PP y PSOE todavía sacan más votos juntos? Sí, pero como sigan a este ritmo que se inició en las europeas del 25M, van a llegar a las generales muy tocados. Los equilibrios de poder se han movido, pero todavía no se han tumbado y queda mucho trabajo, humildad e inteligencia por delante. Algunos titulares, intentan devolver desesperadamente el debate a la lengua y los términos que manejan y benefician a los actores tradicionales. Hoy es mejor mirar los titulares de los periódicos franceses, italianos o alemanes, para hacerse una idea de la dimensión que la politización ciudadana está tomando. El protagonismo ciudadano empieza también a provocar un divorcio entre la opinión pública y la opinión publicada, pues solamente  el movimiento de la realidad interpreta a la misma realidad. Ese movimiento de lo real debe seguir fortaleciéndose mirando hacia adelante y dejando atrás a la nostalgia. Se ha dicho en varias ocasiones: aquí estamos y no nos vamos.  Nunca más un país sin su gente

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