Jose A. Pérez

Dios contra África

Que dice Dios que los condones no son una solución contra el sida. Lo ha dicho a su manera, esto es, a través de un señor alemán de 82 años, llamado Joseph, que, además de ser su voz en la Tierra, es el Jefe de Estado más influyente del mundo.

Al señor Joseph, teólogo licenciado, le da igual que la comunidad científica disienta unánimemente de su postura. Él sólo mueve los labios para que Dios se exprese, y Dios no sabe de inmunodeficiencias, linfocitos y demás jerga atea. Dios sólo sabe que practicar sexo con condón es sucio, y ahí se acaba su divino razonamiento.

Claro que, por otra parte, existe la posibilidad de que el señor Joseph no esté interpretando correctamente los mensajes que el Creador le envía. ¿Es posible que el teólogo esté anteponiendo sus propios prejuicios y los de sus colegas a la auténtica voluntad de Dios? Después de todo, el señor Joseph no deja de ser humano, y, como todos los humanos, es imperfecto, limitado, egoísta. Quizá por eso no se percata de que su boca es un arma de destrucción masiva, y sus palabras, una ofensa a la ciencia, al progreso, al humanismo y a la humanidad. Quizá por eso no comprende que sus ideas, cargadas de obstinada ignorancia, contribuyen a la miseria de África y a este tiránico sistema de ricos más ricos y pobres más miserables. Y quizá por eso no comprende que, queriendo honrar a Dios, el bueno de Joseph deshonra a la raza humana.

Pero no desesperemos. Estoy convencido de que, dentro de 50 ó 60 años, nuestros hijos escucharán al Papa de turno pedir perdón por la actitud de la Iglesia ante el sida en África. Y Dios les perdonará. Porque Dios lo perdona todo. Hasta el fanatismo.

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