Que se vaya la normalidad democrática un poquito a la mierda...

Que se vaya la normalidad democrática un poquito a la mierda...

Ayer, en la Asociación de la Prensa de Madrid, el Rey Felipe VI decía que sin libertad de expresión y de información no hay democracia. Está previsto que el domingo entre en prisión el rapero Miguel Hasel, por haberse expresado, en nuestra democracia, diciendo que el huido a Dubai Rey Emérito Juan Carlos de Borbón es un corrupto.

Dice el Ministro Escrivá que España está en las listas de democracia por delante de Italia y de Francia, lo que demuestra que las listas de democracia, donde casi siempre ha destacado Estados Unidos, son una piltrafa que solo sirve para justificar la debilidad de nuestras democracias.

En la normalizada democracia española a mi me ha investigado ilegalmente el comisario Villarejo por órdenes ilegales del Ministerio del Interior dirigido por el miembro del Opus Dei Jorge Fernández Díaz. A ver si encontraban algo con lo que acusarme, multarme, detenerme o encarcelarme. De hecho, se inventaron pruebas falsas y ofrecieron beneficios a un ex Ministro venezolano para que ratificara que esas pruebas falsas construidas contra mí eran verdad. Esto me pasó por el simple hecho haber fundado un partido, Podemos, que el Partido Popular, fundado por un ex Ministro de Franco, vio como una amenaza. Y puso los medios del Estado para ir contra un partido de la oposición. Algo que no es muy normal en una democracia.

Esa misma policía política multiplicó ese comportamiento con Pablo Iglesias, inventando pruebas para intentar incriminarle, robándole el teléfono a su asistente o pretendiendo una inexistente financiación exterior. O permitiendo que los medios mintieran señalándole como culpable. La policía inventando pruebas para sacar de juego a un partido de la oposición. ¿Y dice la parte socialista del Gobierno que España es una democracia normal?

Cristina Cifuentes, que está ahora mismo sentada en los tribunales, presionó al Rector de la Complutense para intentar que me echaran de la Universidad: "quiero su cabeza", le dijo al Rector la Consejera de Educación del Partido Popular en Madrid.

En nuestra normalizada democracia, el Rey Emérito está en Dubai, después de que prensa extranjera sacara información sobre cobros ilegales por la adjudicación del tren a la Meca. Durante más de un año supo esa información el Rey Felipe, pero no entendió que debiera ir a la fiscalía a denunciarlo. Pesó más su condición de hijo, además beneficiado, que la de Rey de España. Eso puede ser normal en una telenovela, pero no en una democracia normal.

En nuestra normalizada democracia, rectores vinculados al PP han plagiado sus tesis doctorales y no han dimitido. En sus universidades, además, han regalado títulos universitarios a políticos del PP. Alguno de esos políticos, como Cristina Cifuentes, que está ahora mismo sentada en los tribunales, presionó al Rector de la Complutense para intentar que me echaran de la Universidad: "quiero su cabeza", le dijo al Rector la Consejera de Educación del Partido Popular en Madrid. Lucía Figar tuvo que dimitir por estar imputada en la Púnica. Eso no pasa en las democracias normales.

Tampoco que la Agencia Tributaria tuviera que sacar un comunicado diciéndole al Ministro de Hacienda que no usara la agencia tributaria para ir contra adversarios políticos. Porque el Ministro Montoro usó la agencia tributaria para atacar, a adversarios, igual que lo hizo la Vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría. En una democracia normal, el Gobierno no usa la agencia tributaria para construir ataques contra los adversarios políticos.

Tampoco pasa en una democracia normal que un juez, Marchena, haya juzgado a los independentistas catalanes después de que desistiera de presidir el Tribunal Supremo al hacerse público un mensaje del portavoz del PP en el Senado haciendo ver que era uno de los suyos.

El responsable de Justicia del PP, el ex juez del Tribunal Constitucional Enrique López, organizó varias reuniones entre Luis Bárcenas y el PP, cuando estaba encima de la mesa si Bárcenas iba a contar o no lo que sabía sobre la caja B del PP. Que Enrique López condujera una moto borracho pasa en muchos sitios. Que fuera sin casco, es señal de impunidad. Que se saltara un semáforo, demuestra que hacía lo que se le ponía en las narices. Que operara para el PP, es que todo se la bufa. No es normal en una democracia que los jueces se crean dioses.

Este juez, que ya trabajaba con la FAES de Aznar, facilitó reuniones que tenían como lógico fin que el PP, el que rompió a martillazos los discos duros de Bárcenas, saliera bien parado a la hora de rendir cuentas por la caja B del partido. Eso no pasa en una democracia normal.

Tampoco pasa en una democracia normal que un juez, Marchena, haya juzgado a los independentistas catalanes después de que desistiera de presidir el Tribunal Supremo al hacerse público un mensaje del portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó, diciendo que era la baza de la derecha para controlar el Supremo "por detrás". No es normal que exista una mafia policial y política y no es normal que se refieran así a los jueces.

Y tampoco es normal en una democracia que dos de los principales partidos que concurren a las elecciones en Catalunya tengan a uno de sus líderes fuera de España y al otro en la cárcel. Porque muy normal no es.

Tampoco es normal que los principales medios de comunicación estén en manos de bancos y de fondos de inversión. Porque entonces, no es verdad que haya en España libertad de expresión. Porque para que haya libertad de expresión, los periodistas deben tener libertad para expresarse sin la presión de poder estar perjudicando a sus empleadores. Y sin libertad de expresión, una democracia no puede estar normalizada.

En una democracia normal, el órgano de gobierno de los jueces no puede estar, como en España, fuera de la legalidad, caducado desde hace dos años y, lo que es inconcebible, haciendo nombramientos.

En España, en nuestra normalidad, encarcelan a raperos, dejan en paz a los que amenazan con pegar un tiro a políticos de la izquierda, tenemos los medios más mentirosos de nuestro entorno, se nos han muerto los abuelos en las residencias privatizadas, los políticos se vacunan antes que los que están en primera línea y uno de cada dos jóvenes está en el paro.

Y resulta que desde Unidas Podemos se hace un recordatorio de que la democracia española, en sintonía con el deterioro de las democracias occidentales, deja mucho que desear, y salen en tromba y sin criterio alguno políticos y tertulianos, alguno incluso versado en la ciencia política, a decir que qué barbaridad.

Estaría bueno que fuéramos como Rusia, a la que arrastraron a su situación las democracias occidentales que apoyaron a Boris Yeltsin cuando bombardeó el Parlamento ruso. O como Arabia Saudí, que estrangulo y descuartizó a un periodista, Jamal Khashoggi, sin que las democracias occidentales tomaran medidas. En Estados Unidos ha estado a punto de capitular la democracia. En Colombia o en Chile, que pertecenen al Grupo de Lima, están asesinando a opositores.

Y en España, en nuestra normalidad, encarcelan a raperos, tuiteros, titiriteros, artistas, dejan en paz a los que amenazan con pegar un tiro a políticos de la izquierda, tenemos los medios más mentirosos de nuestro entorno, se nos han muerto los abuelos en las residencias privatizadas, los políticos se vacunan antes que los que están en primera línea y uno de cada dos jóvenes está en el paro.

Pues que se vaya un poquito a la mierda la normalidad...