La unidad de la izquierda, ¿volver a empezar?

Grandes avances en políticas públicas, grandes torpezas en la construcción de la unidad

El Gobierno de coalición en España ha brindado leyes profundamente esperanzadoras gracias a que Unidas Podemos está empujando para que se cumpla el programa. Sin hacerse muchas trampas al solitario: para cambiar las estructuras en la fase neoliberal de los Gobiernos europeos hace falta mucho más que 35 diputados. Y claro que te comes sapos. Desde la huida del rey a la fusión de Bankia y La Caixa pasando por las votaciones conjuntas del PSOE y el PP en tantas cosas hasta llegar al espionaje de Pegasus (que seguro que nos ha afectado a muchos de Podemos aunque todavía no se sepa). Pese a todo esto, sin el coraje de Ione Belarra, Yolanda Díaz e Irene Montero no habría ley de familia ni ley del solo sí es sí, ni tope al precio del gas, ni ley de infancia, ni reforma laboral, ni subida del Salario Mínimo, ni moderación en el ardor guerrero, ni se esperaría ley de vivienda... Por todo eso, que las cuitas internas obliguen a hablar de "nosotros" hace pensar en oportunidades perdidas. Porque sería mejor hablar de otras cosas. Pero, como algunos aprendimos de la estrategia de Gorbachov que llevó a la ruina a la Unión Soviética, los problemas no se resuelven porque los ignores.

La vieja política ha enseñado la patita en Andalucía

Lo que ha ocurrido en Andalucía para elegir la lista unitaria de las fuerzas progresistas ajenas al bipartidismo es vieja política. Cuando hace ocho años se puso en marcha el proyecto de Podemos precisamente todo lo que ha pasado en el proceso andaluz era lo que se quería superar, en el procedimiento, en las formas y en el resultado. Y no será porque se empezara tarde. Desde septiembre hubo dirigentes que empezaron a dialogar.

Es sensato que todos los fragmentos de la amplia familia de la izquierda se unan, porque la alternativa es un Gobierno de la derecha con la extrema derecha. Pero si se hace a cualquier precio y descuidando las formas, es bastante probable que electoralmente sea un fracaso. De manera que, si el Frente Amplio no se hace con inteligencia y sensibilidad, (1) el resultado final será que gobernarán la derecha y la extrema derecha, (2)  la gente progresista perderá sus opciones de a dónde dirigir su voto (y hablamos de que Podemos e Izquierda Unida llegaron a tener seis millones de votos en España), y (3) qel espacio de la izquierda real quedará devastado por una temporada (ese voto no va a volver mayoritariamente al PSOE).

Los partidos políticos, cuando se consolidan, son un tipo de organizaciones donde la supervivencia de sus funcionarios y sus propias inercias pesan más que la ideología, especialmente cuando las bases no forman parte del debate. La profesionalización de la política produce metástasis en las organizaciones.

En España, cuando estalla el 15M, Izquierda Unida era una fuerza política burocratizada, ajena a las exigencias de novedad ante lo que era un claro agotamiento del régimen del 78 e incapaz de sumar a la amplia familia de la izquierda. Lo que no quita que durante décadas fuera la fuerza política que mantuvo la dignidad cuando la política en España era un yermo. Fueron muy evidentes las distancias entre la entonces ejecutiva del partido que dirigía Cayo Lara y lo que estaba pasando en las calles. Por eso nació Podemos, agradeciendo todo lo creado o defendido pero entendiendo que hacía falta algo nuevo (justo antes de anunciar el arranque de la formación morada, Pablo Iglesias y yo bajamos a Córdoba a contarle a Julio Anguita lo que íbamos a hacer. Decisión que el fundador de IU celebró como correcta).

El posterior desarrollo político volvió a juntar a Podemos y a Izquierda Unida, aunque desde el primer momento hubo un aviso de que aquello podía no funcionar: la primera vez que fueron juntos perdieron un millón de votos. Las calles pedían "unidad, unidad", pero al tiempo, esa unión debilitaba la identificación de Podemos con lo nuevo. Además, la pugna histórica entre el socialismo y el comunismo iba a dificultar que los votantes de ambos lados se emocionaran con Unidas Podemos. En otros términos, los votantes tradicionales del PSOE podían votar a Podemos, pero se les hacía más cuesta arriba votar a Izquierda Unida. En la otra dirección, aunque menos acentuado, pasaba lo mismo.

Para representar lo nuevo, Podemos estableció una serie de reglas : rotundidad ideológica, identificación con las mayorías, limitación de mandatos, reducción del sueldo de los políticos, participación de las bases a través de los círculo y en todas las decisiones importantes y elección de los cargos a través de primarias

Para representar lo nuevo, Podemos estableció una serie de reglas  que realmente la convirtieran en una fuerza política diferente: rotundidad ideológica, identificación con las mayorías, limitación de mandatos, reducción del sueldo de los políticos, participación de las bases a través de los círculo y en todas las decisiones importantes y elección de los cargos a través de primarias. No siempre ha acertado en hacer valer estos principios diferenciales. En algunos casos, incluso, los ha incumplido de manera determinante. La lucha política, como el poema de Brecht, enronquece la voz.

Podemos atrajo la atención de millones de españoles con su promesa de hacer las cosas de manera diferente, con su compromiso de no pactar nada en salones y en lo oscuro, de no caer en cambalaches y de anteponer los intereses colectivos sobre los personales y los del partido. No se trata de ser ingenuos: en la lucha política no puedes pelear con una katana contra cañones como El último samurái. Para luchar contra gigantes no valen tirachinas. Pero si das la sensación de que eres igual que aquellos a los que combatías, pierdes tu diferencia. Podemos no siempre ha logrado esta cuadratura del círculo. La tensión entre la "maquinaria de guerra electoral" y el "partido-movimiento" ha acompañado al partido morado desde su anunciación en el Teatro del Barrio.

La transparencia es necesaria. Porque de no funcionar, corres el riesgo de que te terminen estallando en la cara las viejas artes, como ha pasado en Andalucía. Si acostumbras en las relaciones entre socios al politiqueo, termina imponiéndose el politiqueo. Por eso conviene que la política emancipadora se renueve.

Ni todo Podemos era Pablo Iglesias ni todo el Frente Amplio será Yolanda Díaz. Los cesarismos son contrarios a las necesidades de la reinvención de la política. E insisto: eso vale para el pasado de Podemos como para el futuro de Podemos y de lo que espero sea un Frente Amplio.

Podemos lleva ocho años sufriendo el ataque de las cloacas. Y eso termina haciendo mella. El último libro de Pablo Iglesias muestra una de las partes más crudas del funcionamiento de esas cloacas, si bien es cierto que los ataques empezaron mucho antes y en muchas ocasiones lo sufrieron gentes con menos presencia pública. Muchos militantes de Podemos, en muchos lugares de España, sufrieron los dardos de las cloacas, perdieron trabajos, patrimonios, tranquilidades y no siempre Podemos se acordó de ellos como cuando esos ataques afectaron a sus líderes. Un partido de nuevo tipo debe tener esa sensibilidad para que no parezca que todo nace y muere con sus líderes. Ni todo Podemos era Pablo Iglesias ni todo el Frente Amplio será Yolanda Díaz. Los cesarismos son contrarios a las necesidades de la reinvención de la política. E insisto: eso vale para el pasado de Podemos como para el futuro de Podemos y de lo que espero sea un Frente Amplio. La mayor importancia que los morados están dando al impulso al partido son una buena señal; la recuperación de esa vieja constumbre de medir la importancia en virtud de la cercanía al liderazgo, como se vio en la Feria de Sevilla, son errores que no hay que volver a repetir.

Las difíciles transiciones en los liderazgos

El mal resultado en las elecciones madrileñas determinó la salida de Pablo Iglesias de la Secretaría General de Podemos, que completaba su salida de los cargos institucionales después de dejar el Gobierno. Podríamos pensar que no hay mayor autocrítica que la dimisión de Iglesias. Sin embargo, el relato no siempre asume esa autocrítica, que también debe formar parte de la nueva manera de hacer política.

Insiste Iglesias en su libro que la forma en que solventó su salida y gestionó su sustitución fue correcta:

"Creo que, en Podemos, acertamos haciendo así la transición.

Yolanda se enteró a la vez que la mayoría de los españoles, el lunes 15 de marzo, con aquel vídeo en el que anuncié mi decisión y en el que pedí a todos "animar y apoyar a Yolanda para que, si lo decide y lo quiere la militancia, sea la candidata de Unidas Podemos en las próximas generales y la primera mujer presidenta".

Ella estaba en ese momento en una reunión telemática con otros ministros europeos. Le pedí que viniera a comer a mi despacho. Entró y me dijo: "¡Qué cabrón eres, qué cabrón eres!". Nos dimos un abrazo, comimos tranquilamente y planificamos algunas cosas. No iba a aceptar que le quitaran las competencias de trabajo para ser vicepresidenta. Le dejé claro que eso no ocurriría y todo salió bien.

(...) En Podemos no todo el mundo lo comprendió al inicio (...). Uno de los que menos lo entendió al principio fue Juan Carlos Monedero, pero con el paso del tiempo creo que es difícil cuestionar que fuera la decisión correcta."

Creo que la sustitución de Iglesias por Ione Belarra y un equipo femenino fue correcta y buena para el partido (sobre todo porque Belarra sabe de la importancia de hacer partido). Aunque las prisas, malas consejeras, impidieron que hubiera una asamblea ciudadana donde lo relevante hubiera sido el debate acerca de a dónde vamos y no cerrar filas en torno a la nueva dirección, aun sabiendo que los lobos intentaban aprovechar la situación para dar las dentelladas definitivas. Los brutales ataques que ha sufrido Podemos desde el comienzo y el hecho de que el sistema ha azuzado siempre las disensiones internas para intentar romper el proyecto, ha terminado permeando en la cultura política de los morados. Eso les debilita, en tanto en cuanto la convierte en una fuerza recelosa hacia adentro y hacia fuera. La virtud en el relevo en el partido morado no lo es tanto en lo que implica el relevo político en la figura de Yolanda Díaz. Así no se hacen las cosas.

Es indudable que a día de hoy no hay mejor referencia para rearmar el espacio de lo nuevo (que tiene que ir más allá de "la izquierda del PSOE" y sumar a gente hastiada del bipartidismo) que Yolanda Díaz. Pero sin cometer otra vez los errores de siempre

Viendo lo que ha pasado en Andalucía, nada puede estar más lejos de un diagnóstico adecuado que decir que esa decisión, especialmente por la manera en que se tomó, en cómo se gestionó y por sus consecuencias, fue correcta. El propio Iglesias lo reconoció en una entrevista a raíz de su libro, pero algo pasó que en vez de entenderse como una crítica al modus operandi, se presentó como una crítica a Yolanda Díaz.

Es indudable que a día de hoy no hay mejor referencia para rearmar el espacio de lo nuevo (que tiene que ir más allá de "la izquierda del PSOE" y sumar a gente hastiada del bipartidismo) que Yolanda Díaz. Sin embargo, esa necesidad imperiosa de que la candidatura de Díaz funcione no puede llevar a cometer otra vez errores de siempre. En la política del siglo XXI, los liderazgos fuertes están siendo siempre parte del problema y también parte de la solución.

Por cómo se gestionó el nuevo papel de Yolanda Díaz –que finalmente el propio Pablo Iglesias reconoció que no fue el mejor camino-, la política gallega no se siente concernida por nada de lo que diga Podemos, con consecuencias que son malas para Unidas Podemos, para Podemos, para el espacio progresista y para la propia Díaz.

Las sustituciones en un partido que está gobernando son delicadas. Yolanda Díaz no es militante de Podemos, de manera que era probable que tuviera dificultades para armonizar al grupo confederal de Gobierno, aún más con su entrega al Ministerio de Trabajo. Díaz necesitaba visibilidad para representar al Frente Amplio, pero desear las cosas no implica que funcionen. La gestión interna del grupo parlamentario y la dirección del grupo confederal de Unidas Podemos en el Gobierno no es ideal; han existido enmiendas parlamentarias de los propios socios a leyes que ha presentado Unidas Podemos; no hubo una discusión virtuosa en el asunto del envío de armas a Ucrania; Yolanda Díaz intervino en Andalucía para decir que la candidata tenía que ser la diputada de Izquierda Unida y no el candidato de Podemos, apostando por la selección clásica de los líderes al margen de las primarias; Yolanda Díaz ha mostrado un acuerdo con Izquierda Unida, en concreto con Alberto Garzón, quien ha pactado en Andalucía con Íñigo Errejón con el fin de frenar a Podemos, pese a que Errejón rompió con Podemos precisamente por el acercamiento a Izquierda Unida; Yolanda Díaz dice que su proceso de escucha es "sin los partidos", pero cuidado si la sensación que da es que es con Compromís, con Más Madrid, con Más País, con Izquierda Unida, con el PCE... Es decir, que parece que "sin partidos" termina siendo "sin Podemos"... El Frente Amplio necesita alegría. Y la alegría solo se logra cuando hay un proyecto común que todo el mundo entienda.

Ocho años de Podemos que parecen ochenta

El régimen del 78 lleva trabajando ocho años para debilitar a Podemos. Sería de una ceguera políticamente intolerable no entender que cuando las cloacas de la cuarta economía del euro dirigen sus baterías contra ti van a terminar haciéndote mella. Ya hemos visto demasiadas veces cómo los medios inundan de incienso a quien pensaban que debilitaba a Podemos. Le pasó a Alberto Garzón, a Íñigo Errejón, a Teresa Rodríguez, a Ramón Espinar... y, si así lo entienden, pasará con Yolanda Díaz. No nos engañemos. Garzón pasó de ser "la verdadera izquierda" en 2015 a ser el enemigo 1 de los ganaderos españoles como Ministro, o Errejón pasó de ser el "líder natural y sensato de Podemos" a volver a ser el de la beca black o el de la falsa patada a un energúmeno cuando su voto suma en el gobierno de coalición. En cualquier caso, cuando Antena 3, Telecinco, Cuatro, La Sexta, El Mundo, el ABC, La Razón, El Confidencial, la COPE, Onda Cero, OK Diario, Es Radio... te disparan todos los días, sales con rasguños igual que salió Jesucristo crucificado del monte Calvario. ¿Qué hacer con esa "anemia"?

Yolanda Díaz dice que su proceso de escucha es "sin los partidos", pero cuidado si la sensación que da es que es con Compromís, con Más Madrid, con Más País, con Izquierda Unida, con el PCE... Es decir, que parece que "sin partidos" termina siendo "sin Podemos"...

Dice Ignacio Sánchez-Cuenca, tras diagnosticar que Podemos tiene una extrema debilidad, que "lo mejor que puede hacer es ponerse al servicio de la candidata que el propio Iglesias eligió. Esto supone que Podemos se trague su orgullo político y no se deje llevar por una sensación de injusticia. Puede ser funcional que un Iglesias desatado lance algunas maldades hacia la candidata, pues así se confirma la diferencia y distancia entre ambos, lo que beneficia a Díaz, pero ahí debería acabar la cosa. Es evidente que, para Podemos, que estuvo a punto de superar al PSOE en 2015, adoptar esta posición subordinada se le va a hacer duro, va a ser un trago amargo, pero, me temo, no tiene alternativa. Si no asume esta posición subordinada, puede acabar como la IU de 2008".

Los partidos son instrumentos y no debiera haber mayor problema en que, si la garantía de un Gobierno progresista pasara por la reinvención de la izquierda, Podemos se subordinara a lo que Yolanda Díaz mandara. ¿Pero qué pasaría si Podemos prácticamente se disolviera y el resultado de Yolanda Díaz no fuera positivo?

El apoyo a Yolanda Díaz es muy variado, y de ahí también su mayor alcance. Le apoya gente que nunca ha votado a Unidas Podemos pero que la ve con simpatía (lo que no significa que vayan a votarle); también gente que votaría sobre todo para que no gobierne la derecha junto a la extrema derecha –aunque es muy probable que ese voto termine yéndose al PSOE-; le gusta a gente que votó a Unidas Podemos en su momento de gloria, principalmente como un correctivo al PSOE; y también a gente de Podemos que ve en ella un liderazgo capaz de sustituir al de Pablo Iglesias. El problema está en que Yolanda Díaz deje de gustar a la gente de Podemos porque no terminen de ver que, realmente, está dispuesta a representar también a los morados. Como contaba en otro artículo, el padre tiene que celebrar al hijo pródigo, pero no hacerle feos constantes al que se ha quedado defendiendo la casa. Quedó claro en Madrid en la elección que perdió Carmena: si una parte del votante de izquierda no ve en la candidata un compromiso claro –le pasó a Carmena por su error de pactar con Errejón, como ella misma reconoció-, el resultado no estará a la altura de las necesidades. O insisto: si cuando Díaz dice "sin partidos" está diciendo "con todos los partidos menos con Podemos", no le va a resultar fácil recibir el apoyo de la gente que ha apostado por las filas moradas. Por mucho que se la dé por finiquitada.

Una modesta proposición

Con desconfianzas, desprecios, desaires, pullas, humillaciones y pulsos no hay Frente Amplio que valga ni lista unitaria ni escucha ni nada que permita siquiera mantener los votos actuales que tiene Unidas Podemos.

Es evidente que en la sucesión de Yolanda Díaz se podían haber hecho mejor las cosas. Unidas Podemos le cede la Vicepresidencia, la señala como la candidata de un Frente Amplio, le entrega el poder político pero, al final, el ruido tapa la música. Con desconfianzas, desprecios, desaires, pullas, humillaciones y pulsos no hay Frente Amplio que valga ni lista unitaria ni escucha ni nada que permita siquiera mantener los votos actuales que tiene Unidas Podemos.

Es tan evidente el desencuentro como que en el caso de Andalucía, que era la primera parada del Frente Amplio, el resultado ha sido triste. No sirve que Yolanda Díaz diga que no es el arranque del Frente Amplio porque el resultado final está marcado por la candidata que ella ha impuesto y las alianzas que ella ha impuesto (tanto simbólicamente, haciéndose fotos en la Feria de Sevilla con la gente de Más País y de Izquierda Unida, como presionando a Podemos para que cediera el primer puesto a Inmaculada Nieto). Para no repetir errores hay que reconocerlos.

Creo que si se salvan las cosas administrativas y nadie pone palos en las ruedas, la candidatura andaluza va a tener recorrido, especialmente porque la calidad humana de Juan Antonio Delgado va a disipar cualquier desencuentro, porque Izquierda Unida está llena de gente honesta (que siguen el ejemplo de Julio Anguita), porque Inmaculada Nieto conoce bien el escenario político andaluz, porque este frente amplio expresa los logros del Gobierno de coalicion y porque todos los militantes van a movilizarse. Aunque todo esto, esencial para frenar al Gobierno del PP y Vox, no basta para el futuro.

Si el modo en el que Pablo Iglesias hizo el señalamiento a Díaz no fue el mejor, ¿por qué no revertirlo? En Unidas Podemos se apuesta por el liderazgo de Yolanda Díaz, ¿por qué no hacerlo formalmente? ¿Por qué tiene Díaz que arrancar su proceso de escucha arrastrando un método y un lugar que se ha demostrado erróneo? ¿Tiene sentido que sigan los desaires a los morados, que empezaron en el acto de Valencia?

¿No es momento de que Unidas Podemos y Yolanda Díaz empiecen de nuevo? Si el modo en el que Pablo Iglesias hizo el señalamiento a Díaz no fue el mejor, ¿por qué no revertirlo? En Unidas Podemos se apuesta por el liderazgo de Yolanda Díaz, ¿por qué no hacerlo formalmente? ¿Por qué tiene Díaz que arrancar su proceso de escucha arrastrando un método y un lugar que se ha demostrado erróneo? ¿Tiene sentido que sigan los desaires a los morados, que empezaron en el acto de Valencia donde no fueron invitadas las mujeres que dirigen Podemos y tuvo su escenario más desabrido en la Feria de Sevilla? ¿No va acumulando esta suma de desencuentros frialdad a la candidatura de Díaz?

Yolanda Díaz siempre quiso asumir el compromiso que le señaló Iglesias desde el Ministerio de Trabajo, que es desde donde ha construido el respeto político que se le brinda en toda España. Todo lo demás está generando ruido. Díaz tiene derecho a construir su propuesta al margen de los partidos e, incluso, al margen de Podemos. Sus cuentas hará, esperemos que no contaminada por las tergiversaciones mediáticas (a Errejón le dijo Michavila que iba a arrasar con Podemos, rompió con su partido y sacó sólo su escaño). Pero parece sensato que lo haga desde su propio espacio político y en negociación democrática con quien entienda oportuno. Tras el proceso de escucha, Yolanda Díaz podrá hablar con quien considere para armar su proyecto. Que vendrá marcado por el diálogo, y no por desisiones cupulares ¿Tiene sentido que continúen las suspicacias, los desencuentros, la falta de sintonía?

El conchabeo que hemos visto en Andalucía parece diseñado por los enemigos. Aunque la izquierda es con mucha frecuencia su propia enemiga.

Si no hay un debate alegre donde estén en el escenario todas las fuerzas políticas que quieren representar lo nuevo y lo de abajo, no habrá candidatura que sirva para sumar en el bloque amplio de las izquierdas y amigos. El conchabeo que hemos visto en Andalucía parece diseñado por los enemigos. Aunque la izquierda es con mucha frecuencia su propia enemiga. Si alguien cree que sin hacer nada las cosas se van a solventar, anda bien equivocado y el naufragio escrito en las estrellas se hará real. Yolanda Díaz, para poner en marcha su proceso de escucha, tiene que quitar antes los tapones, incluido el de la herencia, y dedicar alguna de sus maravillosas sonrisas a esa gente que también la quiere. Unidas Podemos, como la fuerza más grande de ese espacio, tiene que lograr que el proceso no naufrague y hacer lo imposible para que el diálogo fluya, igualmente reiniciando lo que la sucesión no solventó. Y todos y todas, para que el Frente Amplio vaya adelante, conviene que se miren en el diccionario que significa Frente, qué significa Amplio y, de paso, qué significa unidad. Para que puedan decir con una sonrisa, por ejemplo a Macarena Olona, que cómo puede ser tan caradura de pedir que se evite el supuesto fraude en el empadronamiento de los migrantes mientras ella se empadrona ilegalmente. Es decir, que dejemos de hablar de nosotros y hablemos de todo lo que se puede romper en Andalucía y España si ganan esos energúmenos.