¿Quién vota a la extrema derecha?

¿Quién vota a la extrema derecha?

A la extrema derecha le votan, de suyo, ricos, aristócratas, altos funcionarios, oficiales del Ejército y de la Policía (por lo general educados en las academias en un discurso nacional falso y desafecto a los derechos humanos); les vota gente educada en el odio, sea de clase, de género, de raza, de estatus o de cualquier otro tipo; también los patrioteros excluyentes, terratenientes, muchos corruptos, gente que quiere impunidad y cree que ahí la va a encontrar, pequeños propietarios atemorizados y gente egoísta, con la empatía de una zanahoria a la que sólo le interesa su bienestar. También gente asustada, que construye una tormenta en un vaso de agua por culpa de algún cambio que les atemoriza. Y gente frustrada. El verdadero problema es cuando a la extrema derecha les vota la gente frustrada en un momento de crisis. Porque así es como suman mayorías.

Votas a la extrema derecha cuando te convences de que estás en un callejón sin salida y estás dispuesto a convertirte en un canalla porque crees -y te lo repites todos los días- que no te han dejado otra oportunidad.

Votas a la extrema derecha cuando te ha invadido la frustración, pero no tienes herramientas para endosar tu decepción a los responsables reales de que no tengas una vivienda digna, un trabajo que te permita sentir que estás viviendo, cuando no identificas con claridad quién te hace vivir con miedo y con angustia.


Votas a la extrema derecha cuando has llegado a la conclusión de que no quieres hacerte más preguntas, de que vas a empezar a aceptar explicaciones sencillas, cuando vas a abrazar cualquier argumento que aleje de ti las culpas y la responsabilidad y estás dispuesto a aceptar cualquier simpleza porque te vas a rodear de otros que repiten las mismas simplezas que tú y así, juntos, os justificáis ante el espejo.

Votas a la extrema derecha cuando te bombardean con alarmas sobre la falta de "orden público" para que no te des cuenta de que lo que no hay es "orden social"

Votas a la extrema derecha cuando te bombardean con alarmas sobre la falta de "orden público" para que no te des cuenta de que lo que no hay es "orden social", cuando te han convencido de que es peor para ti un contenedor ardiendo, un escaparate roto o el piso de un banco ocupado antes que vivir en una sociedad donde alguien se lanza por la ventana al vacío cuando la van a desahuciar y prefiere quitarse la vida a vivir miserablemente.


Votas a la derecha cuando eres un anciano y ves que tu mundo cambiar alrededor y te han atemorizado en las televisiones, las radios, los periódicos y las redes con que tu país se va a romper, con que va a ser legal atacarte y nadie va a defenderte, con que van a ocuparte la casa, con que te van a bajar la pensión los que no han hecho otra cosa que subírtela, con que van a sacar los fetos vivos de los vientres de las madres o te van a obligar a cambiar de religión o de opciones sexuales.

Votas a la extrema derecha igual que te haces pistolero, te metes en una banda o cambias de equipo harto de perder, cuando rompes con lo más digno de tu pasado, cuando te repites hasta que te lo crees que todo el mundo es malo y tú no vas a hacer más el imbécil.

Votas a la extrema derecha cuando te engañas para justificar que vas a empezar a odiar a los que antes no odiabas, que vas a perder los matices, que vas a olvidar de dónde vienes y de dónde venimos.


Votas a la extrema derecha cuando quieres líderes políticos que te autoricen a ser un canalla, cuando quieres dirigentes que legitimen tu egoísmo, cuando prefieres no estudiar los problemas, cuando consideras que es aceptable no saber nada de las complicaciones de los demás, que tienes derecho a no saber, a mentir y a solventar todos los asuntos con ataques a chivos expiatorios.

Votas a la extrema derecha cuando escoges, para sentirte de tu tierra, señalar a los que no son de tu tierra o a esos que son de tu tierra pero lo son de manera diferente, y esa manera diferente, te dices, es propia de malos patriotas y te crees que son mala hierba a la que hay que extirpar.

Votas a la extrema derecha cuando quieres sentir que estás en un club de vencedores, formar parte de "los que saben", aunque seas el portero, el que limpia, el chófer o el que pone las copas, cuando te sientes parte de un grupo que no hace ascos a la violencia, que solo te pide para darte el carnet de admisión que odies a los que les hacen reforzar su condición de grupo y repitas sus consignas aunque no termines de creértelas.

Votas a la extrema derecha cuando has decidido no hacerte más preguntas y estás convencido de que lo que dicen los medios de comunicación es la única verdad y has llegado a la conclusión de que no buscar interrogantes es una virtud.

Votas a la extrema derecha cuando crees que lo que le hacen a los demás a ti no te lo van a hacer nunca porque estás convencido de que eres uno de ellos y que su fiereza con los más débiles, sean ancianos, mujeres, migrantes, niños, pobres, minorías, forma parte de la manera normal de estar en el mundo, que el pez grande tiene derecho a comerse al pez chico y que es mejor estar con los verdugos que con las víctimas.

Votas a la extrema derecha porque te dejan hacer algunas cosas que son gratis y prefieres ignorar que si hicieras otras cosas que causaran a los poderosos algún contratiempo, te verían también a ti como a un enemigo.

Votas a la derecha cuando crees que aullar con los lobos es la mejor estrategia para que no te devoren

Votas a la extrema derecha cuando tienes tanta incertidumbre que quieres un padre autoritario para que te marque un camino claro, aunque esté vallado, vigilado, lleno de castigos y te obliguen a uniformarte para caminarlo.

Votas a la derecha cuando crees que aullar con los lobos es la mejor estrategia para que no te devoren.

Y entras en una espiral de la que, cuando quieras volver, es tarde.

A la extrema derecha le votan los que esperan enormes beneficios económicos de un gobierno autoritario que, como pasó en Indonesia, Japón o Filipinas, en Chile, en Argentina o en Brasil, en Alemania, Italia o España, siempre mima a los grandes capitales. Se suman a esos grupos de las élites tradicionales los que viven para sí mismos y sus familiares y no quieren que las mayorías tengan salarios más altos, derechos sociales o una mayor participación porque ponen en cuestión sus privilegios. Los que votan a la extrema derecha no lo hacen tanto porque les guste éste o aquel partido de extrema derecha sino principalmente por su odio feroz a la izquierda, que es lo que realmente les une.

Y a la extrema derecha les vota esa legión de frustrados que creen que la izquierda no ha cumplido sus promesas, que se sienten amenazados por realidades con las que no saben, no pueden o no quieren lidiar porque amenazan su estatus, los que han comprado el discurso de que vivir es consumir y les dejan a las puertas de los centro comerciales con un palmo de narices.

No está escrito en el programa de VOX que quieran fusilar a 26 millones de españoles o matar a una persona como Manuela Carmena, Pablo Iglesias o yo mismo, como dicen los oficiales retirados y los policías en sus chats, pero la mera enunciación ya es un aviso

No es cierto que 11 millones de alemanes votaran los campos de concentración, pero los lager estaban anunciados en el comportamiento de los nazis. No estaba en el golpe del 36 que Franco fusilara a 200.000 españoles y que restaurara la monarquía, pero los monárquicos y los falangistas fueron los que consiguieron los aviones de Mussolini para empezar el levantamiento militar. No está escrito en el programa de Vox que quieran fusilar a 26 millones de españoles o matar a una persona como Manuela Carmena, Pablo Iglesias o yo mismo, como dicen los oficiales retirados y los policías en sus chats, pero la mera enunciación ya es un aviso.

Empiezas rompiendo las placas que recuerdan a los asesinados, pones calles con el nombre de los asesinos, dejas morir en las residencias a los que te sobran, retiras las condiciones de supervivencia a los más humildes, justificas a violentos que utilizan maneras neonazis para defender la propiedad privada, permites o acompañas marchas de uniformados que rugen gritos amenazantes por las calles, haces todo lo posible para que los asesinados por las dictaduras sigan desaparecidos en el mar o en fosas comunes, zanjas o cunetas, presentas a los que quieren trabajar lo justo para vivir como vagos y parásitos, entiendes a los que disparan a un negro que se equivoca de calle, apruebas que la Policía mienta para condenar a un inocente que no es de tu clase, de tu raza o de tus ideas políticas. Usas a los jueces para obtener favores o para conseguir en los tribunales lo que no conseguiste en las urnas. Votas a la extrema derecha, o a la derecha que pacta con la extrema derecha, y aprovechas que los medios de comunicación son de los tuyos para justificar todo eso diciendo que tienes derecho.

Y vas poniendo otra vez ladrillo tras ladrillo para el próximo campo de concentración.

Mientras que le memoria nos dice a cada paso: que no vuelva a repetirse, que no vuelva a repetirse, que no vuelta a repetirse.