Las carga el diablo

Pepe Griñán y el gallinero andaluz

Se resisten a morir. Los jóvenes delfines que movían el cotarro político hace 40 años se revuelven ahora, cual dinosaurios panza arriba, porque no se imaginan a sí mismos sin continuar mojando y mangoneando en las salsas del poder. Quieren morir con las botas puestas y se enrocan tras cuatro peones y algún que otro alfil porque ya hace algún tiempo que perdieron torres y caballos.

Han hecho todo lo posible por perpetuar su hegemonía. Lo más socorrido, que muy pocas veces sale como ellos quieren, ha sido siempre situar lacayos presumiblemente fieles en su lugar. Lacayos que, a las primeras de cambio, acaban negando a sus mentores tres y hasta tres mil veces antes que cante el gallo.

Eso es lo que tiene de los nervios al iracundo y malencarado José María Aznar, por ejemplo. Creyó el ahora desbigotado preboste que lo dejaba todo atado y bien atado... hasta que constató que el melifluo y pánfilo sucesor a quien él mismo designara había decidido pasar de él, de sus consejos, de sus tutelas y de sus tías.

Parece como si no les fuera posible, pero a ninguno, evitar acabar tropezando siempre en la misma piedra: le pasó a Carrillo con Gerardo Iglesias o a Jesús Gil con Julián Muñoz por poner dos casos cuyos planteamientos políticos y morales estaban en las antípodas...

Ahora, en Andalucía, Pepe Griñán les ha salido rana a quienes optaron por él para que las cosas pareciera que cambiaban sin que en el fondo cambiara absolutamente nada. Resulta que va el muy "incauto" y quiere poner en práctica lo que siempre se dice que hay que hacer pero que nunca se hace.

A quienes desde dentro del partido consideran una locura la decisión del presidente de la Junta de hacerse a un lado, les parece criticable contar solamente con 15 días para reunir 7.000 firmas con las que plantar cara a Susana Díaz, consejera de Presidencia, en las primarias anunciadas para el próximo 29 de julio y en las que podrán votar los más de 40.000 afiliados que el Psoe tiene en la comunidad andaluza. Quienes aprobaron los Estatutos que así lo propicia se rebelan ahora cuando perciben que pueden acabar siendo víctimas de su propio articulado.

Los más inflexibles defensores del funcionamiento del aparato durante décadas acusan ahora a quienes lo encabezan de manejarlo de la misma forma que ellos lo hicieron siempre. Yo no sé si Susana Díaz es la mejor solución. Está por ver. Tampoco sé si con ella al frente Andalucía saldría ganando o perdiendo, pero lo que sí sé es que este meneo que se le está metiendo al patio andaluz tiene que ser forzosamente saludable.

El PP no ha tenido más remedio que ponerse las pilas porque ha visto que, si no espabila, es posible que le pueda pillar el toro de una convocatoria anticipada de elecciones con la candidatura a la presidencia de la Junta sin resolver. La bicéfala y coalicionada Izquierda Unida andaluza ha dejado de sacar pecho y ha descubierto también que tiene que ponerle ya nombre y apellidos a su candidato cuanto antes...

El otro patio del Psoe, el de más allá de Despeñaperros, ha dejado de bostezar y ha entendido que más le vale empezar a desperezarse cuanto antes de su larga, tediosa e inquietante siesta. Y los dinosaurios andaluces, que siguen agazapados en prácticamente todas las instituciones (consejerías, delegaciones provinciales, diputaciones, sindicatos, oenegés, agencias y trastiendas varias) se revuelven cuando descubren que pueden acabar siendo víctimas de las mismas triquiñuelas y trampas saduceas que ellos inventaron, urdieron y ejecutaron durante decenios.

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