Las carga el diablo

Cuando TVE se pudre, algo nuestro se pudre

1423505084_248051_1423550338_portada_normalLa protesta este lunes de los trabajadores de informativos de TVE fue algo más que una protesta. Darle la espalda a los comisarios políticos contratados para asegurarse la manipulación en tiempos electorales es un gesto cargado de simbolismo que escenifica el hartazgo de unos profesionales a los que se les ha agotado la capacidad de aguante.

Yo no sé si esa protesta llegará a buen puerto, pero de lo que no me cabe ninguna duda es que ése es el camino para reivindicar una dignidad profesional a la que de ninguna manera se puede renunciar. Al margen de los argumentos internos sobre la existencia de suficiente plantilla para llevar a cabo la carga de trabajo que se incrementa ahora con los procesos electorales, al margen de la letra pequeña sobre la pertinencia o no de once contrataciones -algo que abogados y sindicatos habrán de dilucidar-, lo que subyace en toda esta operación es la urgencia del poder pepero en no dejar ninguna grieta a la hora de propagar los mensajes que a ellos les interesan y solo los mensajes que a ellos les interesan.

Cantos y loas a los éxitos del pp, mas una política donde se mezcle el ninguneo y la diatriba diaria hacia el resto de las fuerzas políticas, especialmente hacia aquellas que las encuestas se empeñan en dar una carta de naturaleza impensable hace solo unos meses. Eses el plan. Crece así la metástasis en las televisiones públicas a medida que disminuye la vergüenza de sus gestores, convertidos éstos en desinhibidas correas de transmisión del gobierno al que obedecen e ignorando sin pudor que su trabajo se debe a los ciudadanos y no a los políticos.

Sánchez y Gundín, los nuevos mandamases de TVE, no se fían un pelo de la gente que tienen a sus órdenes, a pesar de que entre ellos existen muchos Gilgados entregados a la causa de pies y manos. Pero quieren más. Moncloa y Génova no están dispuestos a dejar ningún resquicio suelto.Y lo más práctico es tirar por la calle de enmedio, contratar incondicionales colegas curtidos en Intereconomía y la Cope, y así asegurarse la muerte de la información y el éxito de la propaganda.

La vergüenza es tal, el oprobio es de tales dimensiones que a los trabajadores no les quedaba otra opción que estallar. Sobre su memoria planea el deshonroso final de Canal Nou, con sus trabajadores admitiendo haber sido cómplices de la manipulación, y el desmantelamiento de Telemadrid tras múltiples humillaciones apenas denunciadas.

Donde ha habido alternancia en el poder, siempre se ha reflejado en una purga de profesionales en la televisión pública, sustituidos por otros que, tras tomar posesión, no se han andado con chiquitas a la hora de ir a saco contra todo lo que tuviera que ver con la gestión anterior. En aquellas televisiones públicas como Canal Sur, donde el gobierno siempre ha sido del mismo color, no ha habido necesidad de hacer crisis. Bastaba con purgar a los díscolos y así los cuadros de siempre no precisan a estas alturas de instrucciones ni de vetos. Saben muy bien lo que tienen que hacer desde hace veintiséis años y eso hace innecesario que ningún consejero se tenga que molestar en levantar teléfonos.

La protesta de los trabajadores de TVE está cargada de simbolismo, decía más arriba, porque escenifica, no ya solo el hartazgo de los profesionales de la información de una cadena pública, sino el estado de ánimo de una ciudadanía que está hasta las narices de que quienes nos gobiernen traten a los medios de comunicación como un cortijo de su propiedad. Por eso dejó el domingo Esperanza Aguirre con la palabra en la boca a Jordie Évole en "Salvados". Porque estaba claro que no podía ordenar su despido, como a ella le estaba pidiendo el cuerpo, porque ella quería hablar de su libro y el muy "insolente" de Évole no la dejaba.

Esos son los tics, pero no solo de Aguirre, sino de cualquier mindundi con poder, que no está dispuesto a que ningún plumilla le toque los cojones en una entrevista en televisión, y mucho menos ahora, que las elecciones están ya a la vuelta de la esquina.

Este es el mundo en que vivimos, queridos amigos. Es tal el miedo que tienen a verse obligados a dar explicaciones sobre las fechorías perpetradas en los últimos tres años que quieren reducir al mínimo el riesgo de tener que responder por ellas. Por eso creo que somos muchos los ciudadanos que nos sentimos representados en ese plante de los trabajadores de TVE.

No desfallezcáis, compañeros. Es ahora o nunca. La manipulación informativa es violencia. Y la violencia hay que denunciarla porque ellos aprietan y apretarán más fuerte cada dia que pase. Enhorabuena y ánimo en una lucha desigual, pero cargada de razón. Creo que al ciudadanía en general, como este lunes hicísteis vosotros en la redacción de informativos del Pirulí, lo que nos queda también es plantarles cara... dándoles la espalda. Con el voto entre los dientes y esperando a que abran las urnas.

J.T.

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