Las balsas radiactivas de fosfoyesos en Huelva son uno de los ejemplos más elocuentes de la poca vergüenza con la que funcionan en nuestro país tanto el periodismo como la gestión política.
¿Alguien sabe que, a menos de 500 metros de la ciudad de Huelva, existen a día de hoy varias balsas de residuos a cielo abierto cuyo porcentaje de radiactividad hay veces que se encuentra hasta 150 veces por encima del nivel máximo permitido por la legislación?
Poca gente lo sabe, por eso me parece tan importante el documental televisivo sobre este grave asunto, titulado "Un lugar diferente" que han elaborado para 360 Globalmedia los reporteros Eduardo López-Jamar y Rafael González.
¿Alguien sabe que esos residuos son, en su mayor proporción, producto de los vertidos de una empresa llamada Fertiberia que el 31 de diciembre de 2010 fue conminada por la Audiencia Nacional a abandonar su actividad?
¿Alguien conoce que, desde entonces, Fertiberia está obligada a resolver el problema regenerando la zona y que, a estas alturas, aún no se ha cumplido la sentencia?
¿Alguien sabe que el dueño de esa empresa se llama Juan Miguel Villar Mir, otrora ministro de Arias Navarro, generoso contribuyente a determinadas finanzas partidistas según consta en los papeles de un tal Bárcenas y, a día de hoy, sexta persona más rica de nuestro país?
¿Sabéis que estamos hablando, según ha reconocido el Parlamento Europeo, del mayor vertedero de materiales tóxicos de Europa, con efectos nocivos para la salud de la población? ¿Sabéis que Huelva es la ciudad española con mayor índice de mortalidad por cáncer?
No, no lo sabéis. Estoy seguro que muchos de vosotros es la primera vez que oís hablar de esto. Y eso es así porque los partidos políticos que mandan en Huelva, en Andalucía y en España, es decir, el PP y el PSOE, se encargan de poner todo su empeño en evitar que se sepa. Hasta los mismos habitantes de Huelva se mueven entre el desconocimiento, la ignorancia y el miedo a las represalias si se quejan mucho. A fin de cuentas, desde que en los años sesenta del siglo pasado Franco decidió montar allí el Polo Químico, muchas familias han vivido durante décadas de su trabajo en las empresas que pronto convirtieron su ciudad en la más contaminada del país.
Enclavada en la confluencia de los ríos Tinto y Odiel, la zona podía ser un verdadero paraíso y en cambio se trata de un horrible paraje inhóspito y peligroso que amenaza directamente la calidad de vida de los vecinos de Huelva. El centro de la ciudad está a tiro de piedra y la barriada más afectada, llamada Pérez Cubillas, dista apenas doscientos metros de las balsas radiactivas que a día de hoy continúan con sus vergüenzas al aire.
Solo fue pan para hoy y hambre para mañana y ahora es ruina pura. Los medios locales callan, sellados, acojonados, dependientes de las mercedes y prebendas de un alcalde pepero -el campechano Perico Rodríguez- que gobierna en la ciudad de Huelva desde hace ya veinte años. Tve, callada, Canal Sur, como si el problema no existiera. Mientras haya ancianos a quienes emparejar en programas de Juan y Medio, coplas que recordar y romerías que retransmitir, para qué se van a meter en líos. Ahora llega el Rocío, los bueyes, los simpecados, el polvo del camino, el carisma de las marismas... De algunas marismas, porque de las que Fertiberia y FMC-Foret han destrozado sin piedad durante cuarenta años, nadie parece acordarse.
Nadie parece tener interés en denunciar a los cuatro vientos lo que ocurre en Huelva. Por eso me parece tan interesante el trabajo realizado por 360 Globalmedia, y del que mi compañera Lucía Villa ha dado cumplida cuenta en las páginas medioambientales de Público. El documental de Rafa González y Eduardo López-Jamar lo está emitiendo estos días HispanTV. En breve imagino que empezará a correr como la pólvora por las redes sociales, así que podréis buscarlo para verlo cuando os apetezca, y probablemente entendáis entonces tantos silencios y censuras sobre una realidad que perjudica muy seriamente a la ciudad de Huelva y sobre la que prácticamente todo el mundo, sin que resulte muy explicable, se dedica a mirar para otro lado.
En el documental "Un lugar diferente" podemos comprobar cómo la solución que Fertiberia propone es un parche inadmisible. Intervienen todas las partes del conflicto y queda muy en evidencia la incomodidad de los responsables técnicos y políticos a la hora de abordar un asunto que parece continuar teniendo el carácter de tabú, y más en época electoral. Hasta tal punto es así que el alcalde de Huelva no tiene reparo, como puede comprobarse en la edición final del documental, en cabrearse como una mona durante la grabación de la entrevista, quitarse el micrófono de malas maneras y dejar literalmente tirados a los reporteros de Globalmedia.
- Yo he venido a hablar de Huelva y no de los fosfoyesos, soltó Rodríguez entre improperios mientras se levantaba y dejaba a su entrevistador con la palabra en la boca.
No hay medio de comunicación onubense ni andaluz que incomode a los poderosos con el asunto de los fosfoyesos, así que se entiende que se cabreen cuando alguien osa planteárselo. No hay medio de comunicación que recuerde que las plantas de Fertiberia y de FMC-Foret generaron durante su actividad en el Polo Químico de Huelva más de 120 millones de toneladas de fosfoyesos, un residuo que contiene metales pesados y elevadas concentraciones de uranio 238 y que durante años y años fue sistemáticamente arrojado sobre 1.200 hectáreas de unas marismas declaradas Dominio Marítimo Terrestre.
Definitivamente, a mí me produce verdadera vergüenza ese oscurantismo informativo y ese escaso interés político por acelerar la solución de un problema que no solo es medioambiental, sino que afecta muy directamente a la salud presente y futura de quien resida en Huelva y alrededores. Por eso me parece tan higiénico el trabajo realizado por Eduardo y Rafael. Enhorabuena, compañeros, y a seguir incordiando porque, como decía George Orwell, cuando un periodista no toca las narices al poder, lo que hace no se llama periodismo: se llama relaciones públicas.
J.T.
Comentarios
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