Las carga el diablo

¿En qué momento se jodió Madrid?

¿En qué momento se jodió Madrid?
La presidenta madrileña (c) junto a los expresidentes de Madrid Alberto Ruiz Gallardón (i) y Esperanza Aguirre (d). /
DAVID FERNÁNDEZ (EFE)

En "Como polvo en el viento", la novela más reciente del escritor cubano Leonardo Padura, sus protagonistas repiten a lo largo de la trama una pregunta recurrente:

"¿Qué demonios nos ha pasado?"

Son un grupo de amigos treintañeros, un especie de "clan" con sólida formación universitaria a quienes hasta 1989 les sonreía la vida y a partir de la caída del muro de Berlín y la llegada del "Período Especial" en su país, todo se les tuerce hasta dimensiones inimaginables.

En el comienzo de "Conversación en la Catedral" Mario Vargas Llosa, que todavía no había girado del todo a la derecha, le hace pronunciar a uno de sus protagonistas una frase también recurrente que desde entonces ha pasado a la historia:

"¿En qué momento se jodió el Perú?"

Alguien tendrá que escribir, más pronto que tarde, la historia de lo que en estos momentos nos está pasando a los españoles, a qué es debida la histeria que vivimos en Madrid o por qué se eterniza el impasse en Catalunya entre otros conflictos ibéricos (Euskadi, Andalucía, Galicia...) Habida cuenta de los escasos días que quedan para votar en Madrid, hoy me centraré en este territorio, con permiso del lector y sin que sirva de precedente. Así que vamos a la pregunta:

"¿Qué demonios nos ha pasado, en qué momento se jodió Madrid?"

El problema es que no tenemos respuesta para esa pregunta. Quien la tenga que la explique, porque somos bastantes los que andamos perdidos. Hipótesis hay muchas pero certezas pocas. Por mi parte, y créanme que lo siento, lo que tengo son preguntas que no sé contestar:

¿Cómo se puede degenerar para ir pasando de Ruiz Gallardón a Esperanza Aguirre, de Aguirre a Ignacio González, de González a Cristina Cifuentes... y así hasta llegar a Isabel Díaz Ayuso?

¿Qué nos está pasando para que, después de escuchar durante dos años una extravagancia tras otra en boca de Ayuso, las encuestas predigan que, en las elecciones del 4 de mayo, la candidata del PP puede duplicar los apoyos con los que llegó al poder en 2019?

¿Cómo es posible que tras su insensata e irresponsable gestión de la pandemia, esto no le esté pasando factura?

¿En qué momento se empezó a minusvalorar su enfrenamiento con el gobierno de la nación y con los responsables autonómicos cuando se intentaba tomar medidas para rebajar los índices de contagio?

¿Cómo se puede correr un tupido velo sobre la irresponsable gestión de las residencias madrileñas, cómo hay quien pueda dar por buenas sus mentiras en este asunto cuando intenta desviar la responsabilidad de lo que era claramente competencia suya?

¿En que momento nos volvimos tan tarugos como para sonreír con las frikadas de Ayuso? ¿A quién se le ocurre quitarle importancia a burradas como sus loas a los atascos o a la contaminación?

¿De verdad que es toda una candidata quien se dedica a exaltar las cañas de cerveza y la dificultad para tropezarte con tu ex como argumentos electorales? ¿Cómo toleramos que nos expropie una palabra tan sagrada como el término "Libertad"? ¿Pero esto qué es, cómo nos dejamos tomar el pelo de esta manera? ¿Qué está pasando aquí? ¿El mundo al revés?

Decidme que este tipo de disparates no pueden calar, que todo esto es una pesadilla, queridos amigos, que no puede ser verdad que a base de mentiras, insultos, exabruptos y groserías se puedan ganar unas elecciones. ¿Dónde quedaron los programas, dónde nuestros verdaderos problemas del día a día, dónde la garantía de que nuestros hijos y nietas podrán crecer en una sociedad más justa y más igualitaria? Decidme que no es verdad, que esto es una distopía, un mal sueño...

Movimientos sociales varios, sindicatos todos, ¿no vamos a aprovechar este primero de mayo para darle un buen meneo a todo esto y despertar las conciencias de quienes aún no se hayan dado cuenta de lo que nos estamos jugando? ¿Es posible que alguien olvide que, si gana la ultraderecha, quedaremos en manos de cuatro desaprensivos que harán con nuestras vidas lo que les dé la gana sin que nadie les tosa?

¿De verdad vais a votar a vuestros verdugos, de verdad vais a propiciar que si los populares necesitan sumar para conseguir la mayoría absoluta, echen mano de otro partido aún más intolerante, y más decidido a acabar con derechos y libertades que tanto nos costó conquistar?

Decidme que esto no es posible, por favor. Decidme que llevamos razón quienes pensamos que somos más los que no podemos permitir que eso suceda, que somos más los necesitados de políticas más justas y menos desiguales. Decidme que el próximo día 4 vais a votar todos los que tenéis claro que, a quienes ahora están en el poder, les importan un pimiento vuestros problemas.

Decidme que, por muy cabreados que podáis estar con la política en el momento que vivimos, el 4 de mayo y aunque sea haciendo un esfuerzo, vais a salir de casa, os vais a acercar hasta vuestro colegio electoral y vais a ejercer el derecho más hermoso que tenemos en democracia: votar cualquiera de las tres opciones de izquierdas que, sumadas, pueden acabar con la pesadilla que la derecha nos lleva haciendo vivir durante veintiséis años en la Comunidad de Madrid

Reconozco que, a día de hoy, no sé contestar a la pregunta de en qué momento se jodió Madrid. Pero si a partir del martes próximo la ultraderecha gana las elecciones, sí tendré claro a partir de qué momento dejamos pasar la oportunidad de cambiar las cosas y no lo hicimos.

Esperemos que no nos acabe pasando como a los protagonistas de la novela de Leonardo Padura, ni tengamos que andar preguntándonos durante los próximos años:

"¿Qué demonios nos ha pasado?"

J.T.

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