Las carga el diablo

Tras el discurso del rey en Nochebuena

En pleno día 25 de diciembre, y aún con la resaca producto del octavo discurso de Navidad de Felipe VI, no puedo dejar de pensar que su padre, quien estuvo 39 años entrando cada Nochebuena en nuestras casas predicando paz y amor, honradez y buen hacer al tiempo que ensalzaba las bondades de la institución familiar y lanzaba diatribas contra la corrupción, lleva quince meses de campo y playa por tierras orientales tras haberse descubierto que no solo no se creía nada de lo que nos aconsejaba sino que además practicaba todo lo contrario. Nos tomaba el pelo sin pudor alguno y era capaz de reírse en nuestra propia cara sin que se le moviera un solo músculo ni, por supuesto, se le cayera la suya de vergüenza.

Nos recordaba ayer en este periódico mi compañero Danilo Albin cómo la supuesta línea de transparencia que Felipe VI prometió abrir cuando fue investido ha esquivado siempre cualquier asunto relacionado con su padre. La situación actual del llamado rey emérito, con esa hábil campaña orquestada para que vuelva de nuevo a casa, y además lo haga de rositas, es otra burla más, otra prueba del mundo bufo en el que se mueve esta España que lleva siglos siendo chuleada por un monarca tras otro. En algunas de las fotos más recientes que conocemos de su estancia en Abu Dhabi, y aunque la mascarilla le tapa la mitad de la expresión, se adivina a un Juan Carlos desahogado y suficiente. Si volvió Fernando VII, si volvió mi tatarabuela Isabel II, ¿por qué no voy a poder volver yo?, parece pensar.

Y la verdad es que lleva razón. Una vez "afinado", que diría Fernández Díaz, el trabajo de sortear los obstáculos burocráticos y fiscales que le amenazaban, esa corte de aduladores que durante año y medio se ha mantenido de astuto y sabio perfil ha salido de sus madrigueras para proclamar a los cuatro vientos (entendiendo por cuatro vientos la mayoría de los medios de comunicación) los derechos que le asisten a "su majestad" para vivir en su país y no tener que seguir "sufriendo" fuera. El pobre.

¿Qué significa que vuelva a España el padre del rey? ¿Borrón y cuenta nueva y aquí no ha pasado nada? ¿Seremos capaces de tener tales tragaderas? ¿Serán capaces los adalides de lo políticamente correcto de ganarle la partida al sentido común? Porque ¿en qué cabeza humana cabe que en nombre de la inviolabilidad se pueda hacer durante decenios lo que te de la real gana sin tener que dar explicaciones jamás por ello? Te puedes saltar el Código Penal enterito, artículo por artículo, pero como eres inviolable estás blindado ¡Ea! ¿De verdad ser inviolable significa ser impune? ¿De verdad vamos a tragar resignados y callados?

Otro argumento de quienes abogan por el regreso de Juan Carlos sin que tenga que dar cuenta de nada es que gracias a él no hubo sangre después de la muerte de Franco y que el 23F evitó el golpe de Estado. A medida que tomamos perspectiva, va quedando claro que su actuación no fue precisamente la de un demócrata, sino la de un profesional de la supervivencia. Pero aún concediéndole a aquello cierto valor, ¿ha de ser argumento suficiente para otorgarle patente de corso de por vida? No respetó a los ciudadanos, tampoco a la institución que representa, se creyó siempre por encima del bien y del mal... Con tales credenciales ¿va a volver sin más?

La misma prensa que ocultó sus asuntos, los mismos directores de periódicos que convirtieron en tabú durante decenios cualquier información "poco conveniente" para el ahora emérito, llevan quince meses dándose golpes de pecho por haber contribuido a tapar el comportamiento de Juan Carlos I. Así que ahora cuando vuelva, ¿qué es lo que van a hacer? ¿Se aprovecharán de la proverbial mala memoria del común de la ciudadanía y volverán a hacerle la pelota como antes de marcharse? Capaces son. Dicen que el mayor aliado del estafador es el tiempo: cuando te engañó si fuiste su víctima al principio lo matarías, pero a medida que transcurren los días eres tú mismo quien necesitas ir olvidándote de lo que te hizo porque no quieres seguir sufriendo ni ponerte de mala leche cada vez que te viene a la memoria. Pues eso.

Fue malo que saliera huyendo, sin duda no es lo mejor que permanezca fuera y será malo también que regrese. Cualquier solución es mala para él, para su familia y para el país. Si los ex presidentes del gobierno se autodefinen como jarrones chinos que nadie sabe donde colocar, ¿qué van/vamos a hacer con el rey emérito cuando vuelva, en qué estantería lo vamos a poner?

J.T.

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