Las carga el diablo

¿Dónde está Jesús Cintora?

¿Dónde está Jesús Cintora?
Jesús Cintora en el programa 'Las cosas claras'

En días de guerras y traiciones yo también hablaré hoy de este asunto, pero no me voy a referir ni a Ucrania ni al PP. Voy a hablar de guerras y traiciones en el mundo de la comunicación, y para eso nada mejor que recordar justo en estos momentos a un profesional polémico, que podía gustarnos más o menos, pero que llevó a la televisión un tipo de periodismo tan necesario como poco habitual. Se limitaba a tratar los asuntos de los que se hablaba en la calle, las audiencias le respondían y cuando esto ocurría, entonces... lo echaban.

Que Jesús Cintora esté parado en estos momentos mientras paniaguados de tres al cuarto se ganan la vida con el oficio periodístico prostituyéndolo cada día clama a mil cielos que hubiera. No soy amigo de Cintora, de hecho tendría que estar cabreado con él porque usó mi nombre y mi cara para la promoción de Las Cosas Claras y luego no me llamó nunca, pero esta circunstancia creo que me dota de la autoridad moral suficiente para proclamar que lo que en este país se ha hecho con él no tiene nombre.

¿Por qué molesta tanto Jesús Cintora? ¿Por qué es prácticamente imposible hacer un programa de televisión pensando en los intereses de los espectadores y no en los de los políticos o en el de esos dueños de medios que en absoluto parecen dispuestos a incomodar a quienes parten el bacalao? Corría el año 2013 cuando llegó Cintora a Telecinco tras superar un casting y Paolo Vasile decidió que podía funcionar en el programa de mediodía donde Marta Fernández hacía un buen trabajo pero los resultados de audiencia estaban por debajo de lo que la cadena deseaba.

Sin experiencia televisiva, solo había hecho radio hasta entonces, Cintora se rodeó de unos cuantos "frikis entrañables" como Sor Lucía Caram, Miguel Ángel Revilla y otros personajes por el estilo cuyas maneras desenfadadas y directas calaban en la audiencia, supo mezclarlos con equilibrios hasta entonces inéditos entre tertulianos habituales y representantes políticos... y la audiencia empezó a prestarle atención. Uno de los jefes le prometió que si llegaba a un 8 por ciento en aquella franja horaria tan reñida le regalaría un iPhone, y cuando apenas había dado tiempo a que saliera el siguiente modelo, "Las mañanas de Cuatro" ya estaba en el 12, en el 13, en el 15... Aquel éxito le costó caro: un buen día tuvo que dejar el programa, y quien pueda entender que entienda.

Lo sustituyó Javier Ruiz, quien no tardó en comprobar que los magazines frescos de actualidad política hechos con desenvoltura y criterio periodístico, algo que tendría que ser innegociable, acaban durando menos que la alegría en la casa de un pobre. Un buen día, sin que el buen porcentaje de audiencia pudiera servir de coartada, Mediaset, mire usted por dónde, decidió fulminar "Las mañanas de Cuatro" para siempre.

Los amantes de las series de intriga y de conspiraciones varias atribuyen esto a la larga mano de Antonio García Ferreras, dada la probada habilidad de este para moverse en las altas esferas. A "Al Rojo Vivo", el programa que LaSexta emite en esa misma franja horaria, no se le podía hacer sombra: me parece una explicación muy simple, pero hay ocasiones, es verdad, en que las cosas no tienen por qué ser retorcidas.

De todas las etapas por las que pasó Las mañanas de Cuatro, la de mayor impacto fue sin duda la de Jesús Cintora quien, una vez defenestrado, continuó en Mediaset el año y medio de contrato que aún tenia firmado. Acto seguido, qué casualidad, fue fichado por LaSexta y Ferreras lo puso a torear contra Inda y Marhuenda. "Dale caña a Inda", le decían por la calle al antiguo presentador de Cuatro. No tardaría en darse cuenta de que lo habían fichado para neutralizarlo.

Cuando en el otoño del 2020 TVE le ofreció poner en marcha un programa llamado "Las Cosas Claras" para volver así a competir con ARV, las lenguas viperinas más distinguidas del país diagnosticaron: "Eso es presión de Unidas Podemos". La verdad es que no era cierto pero, lo fuera o no, el caso es que a partir de entonces anda el hombre con ese estigma por la vida.

El programa era periodismo puro y aquello era demasiada afrenta para los defensores (tanto políticos como periodistas) de lo políticamente correcto. ¡Qué escándalo, un programa de televisión donde la actualidad política se trata sin pelos en la lengua y donde parece que no haya temas tabú! Un programa donde un convaleciente del COVID llamado Ernesto Ekaizer tocaba las narices desde la cama hablando del emérito y sus corruptelas, un programa donde un ex presidente del gobierno queda en evidencia cuando un equipo de reporteros lo localiza haciendo footing. ¿Pero esto qué es?, clamaron los sepulcros blanqueados de izquierdas, derechas y mediopensionistas. Por activa, pasiva y reflexiva empezaron a ponerle palos en las ruedas al tiempo que la audiencia iba subiendo.

Apenas cesó en RTVE el equipo directivo que lo contrató, el PP decidió cobrarse haber desbloqueado la elección de un nuevo consejo de administración y lo primero que hizo fue pedir la cabeza de Cintora. Los socialistas se la sirvieron en bandeja.

Como en "El día de la marmota", el presentador volvía a experimentar en sus carnes un remedo de la experiencia vivida en Cuatro. Con una diferencia: en Mediaset lo mantuvieron año y medio; en Tve salió por la puerta el día del último programa y de allí directamente a la oficina de Empleo.

¿Sigue en el paro? Mucho me temo que sí. Puede que ande repartiendo curriculums por ahí y ofreciendo proyectos, pero el caso es que mientras dinosaurios vendidos y trepas con tantas aspiraciones como carencia de prejuicios mantienen encanallado el periodismo entre guerras y traiciones, alguien que conoce la clave para que la audiencia se interese por los asuntos políticos y los problemas sociales anda perdido sin que sepamos muy bien a qué se dedica.

Un día de estos lo tengo que llamar. Igual está montando un proyecto con el que, seguro, volverá a tener éxito y hasta puede que, esta vez sí, cuente conmigo para su equipo.

J.T.

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