Las carga el diablo

En las guerras existen pocas certezas

En las guerras existen pocas certezas
Uno de los dos aviones del Ejército del Aire con el primer envío directo de material ofensivo por parte de España a Ucrania despega este viernes de la base aérea de Los Llanos, en Albacete. - EFE

Quienes nacieron en España al acabar la guerra civil tienen ya 83 años si es que aún viven. Desde entonces en nuestro país la guerra ha sido siempre algo que ocurría fuera. Esta vez... eso de que ocurra fuera, empieza a no parecer tan claro. Quienes nacieron cuando se lanzaron las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki tienen ya 77 años. Quienes nacimos después nos hemos pasado la vida temiendo que eso volviera a ocurrir pero pensando, en el fondo, que pasarían muchos años más antes que llegara ese momento y que, en todo caso, nos pillaría lejos. Pues no, mire usted: la guerra de Ucrania ha puesto sobre la mesa la amenaza nuclear y  nos hemos quedado noqueados porque hemos empezado a entender que no nos pilla tan lejos.

Cuesta asumir que ya nada es como ayer. Nada es igual desde que el primer tanque ruso pisó tierra ucraniana la madrugada del pasado 24 de febrero. No es una invasión más, es la ruptura de todos los referentes por los que hasta entonces nos regíamos. Nos han hecho añicos el confort mental al que estábamos acostumbrados. Por eso extraña más la propensión, desde la perspectiva frívola e irresponsable que caracteriza a los medios de comunicación españoles, a utilizar Ucrania como excusa para seguir tirándonos los trastos a la cabeza entre nosotros: que si Pedro Sánchez "rectifica" y el lunes dice una cosa y el miércoles otra, que si Unidas Podemos se rompe porque una parte no cuestiona la decisión de mandar armas y la otra sí...

Miremos hacia arriba, por favor, no hagamos como en la célebre película Don’t look up. Está a punto de caernos la mundial, nunca mejor dicho, y nosotros nos empeñamos en seguir con nuestras miserias pueblerinas. Me dan mucho miedo quienes en momentos como este están tan seguros de todo y destapan su ardor belicista en tribunas parlamentarias o mediáticas, o sencillamente en las redes, mientras se ponen en casa el segundo cubata de la tarde ¿Acaso no existe el derecho a la duda? ¿hay que convertir forzosamente en sospechoso oficial a todo aquel que se le ocurra poner un pero? ¿de verdad quienes así lo afirman creen en serio que es una locura apostar por el diálogo y por la vía diplomática para resolver el conflicto cuanto antes? Si en estos momentos hay algo que sea lícito es la duda, porque ni el más listo de la clase sabe cómo demonios puede acabar esto. Hagamos lo que hagamos nos podemos estar equivocando.

Es muy difícil ponerse en la mente de un personaje como Putin, que afirma preocuparse por el futuro de los ucranianos mientras los masacra. Es muy difícil entender que pueda estar destruyendo instalaciones e infraestructuras de lugares en los que asegura aspirar a que exista un futuro mejor para sus gentes mientras los bombardea y estos tienen que salir huyendo. Pero aún así, ¿seguro que la solución es mandar armas? ¿seguro que es útil enviar ametralladoras, lanzagranadas antitanque y 700.000 cartuchos, que es lo que va a enviar España? ¿de verdad que este material, por mucho que se sume al que envíe la Unión Europea,  va a contribuir a alterar la correlación de fuerzas teniendo en cuenta la abrumadora superioridad de Rusia,?

"Cuando un potente agresor agrede sin justificación alguna a un vecino mucho más débil, nadie puede invocar la resolución pacífica de los conflictos. Nadie puede poner en el mismo pie de igualdad al agredido y al agresor", proclamó  Borrell en el Parlamento Europeo el martes 1 de marzo, rematando acto seguido con una admonición inequívocamente intimidatoria: "Nos acordaremos de aquellos que en este momento solemne no estén a nuestro lado". Traducción: prohibido dudar por muy confusos que sean los momentos que estamos viviendo, o conmigo o contra mí, uf, cuánta arrogancia, qué miedo produce tanta certeza!

El general de División José Enrique de Ayala, en el programa La noche en 24 horas de TVE , dejó claro el pasado jueves por la noche que enviar armas a Ucrania no va a conseguir ganarle la partida a Putin, que en todo caso retrasará el momento en que haya que apostar por una negociación. Y si hay que apostar por la negociación, vino a decir, ¿para qué hace falta que en el camino queden veinte mil muertos?  En esto de las armas, dijo también, yo tengo muchas dudas y muy pocas certezas". Espero que estas palabras del general, comentó Enric Juliana, que se encontraba esa noche entre los contertulios , no deriven en un linchamiento público... Y se quedó ahí, en los puntos suspensivos. Un linchamiento público, añado yo, como el sufrido por Echenique, Belarra y Montero por expresarse más o menos en términos similares a los empleados por  el militar.

El mundo se derrumba y nosotros perdiendo el tiempo con las tediosas miserias de nuestra desabrida política doméstica.

J.T.

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