Corazón de Olivetti

Los ministros no son para el verano

Los veranos de antaño eran territorios felices donde reinaba el olor a dama de noche y las verbenas en que la muchachada se estrenaba en el noble deporte de los besos. Nada grave solía ocurrir, salvo alguna guerra remota o un escándalo huelebraguetas, pero incluso el encuentro entre el rey y el presidente del Gobierno en Marivent revestía un aire jovial, como de partido de paddle.

A nadie se le ocurría pensar que hubiera noticias en agosto. Ni consejos de Ministros. "Cuanto peor, mejor", ya canta Georgie Dann en las barbacoas. Aunque estemos en bañador, no nos llega la camisa al cuerpo sobre lo que ocurrirá el próximo día 19, en La Moncloa, cuando las carteras de los diferentes ministerios dejen un rastro de arena o de cloro sobre el parqué. Sus señorías jugarán incluso una prórroga a la semana siguiente, qué miedo.

Cada vez que alguien habla de empleo, lo perdemos. A fin de tranquilizar a los voraces mercados, dicen que saldrán acuerdos para restablecer la figura del aprendiz o del pinche, los empresarios dispondrán de las veinticuatro horas de los empleados a tiempo parcial y se permitirá que el Fondo de Garantías Salariales tarde hasta tres años para indemnizar a quienes se queden parados cuando el patrón de turno se declare en fuga o insolvente.

Este verano anuncia un largo invierno. Rubalcaba ilusiona al electorado prometiendo moderación salarial al país de los  mileuristas. ¿Y qué estará urdiendo el PP que ni siquiera se atreve a anunciar qué hará cuando gobierne? Lo mismo ya no nos extrañará entonces que haya consejos de ministros en agosto porque, en aras de disminuir el déficit, quizá abolirán las vacaciones.

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