Corazón de Olivetti

Vente para España, Pepe

 

"Nadie puede quedar excluido de la recuperación económica", manifestó Juan Carlos I antes de que se iniciara el Consejo de Ministros del Dios aprieta pero también ahoga. No habla por experiencia propia: ¿o es que la Zarzuela ha sido incluida en el ajuste severo de los presupuestos? ¿O es que su hija Cristina no está saliendo sorprendentemente de rositas del caso Nóos? Lo del Gobierno y su partido no es mejor, por no hablar de la actitud pusilánime de Alfredo Pérez Rubalcaba, como líder de la oposición pero poquita y sin ánimo de molestar. La ética es la estética. Y viceversa. El pasado jueves, el golpismo de la mala leche volvió a irrumpir en la Carrera de San Jerónimo, disparando a aplauso limpio balas de humillación contra un pueblo saqueado. Los de la gaviota se convirtieron en palmeros entusiastas de un mal cantaor. Un buen número de diputados del PP intentaban tapar con una cerrada ovación los mayores recortes sociales de la historia contemporánea, como si se alegraran de los tijeretazos y quisieran sacar a hombros al que califican como el presidente reformista que para salvar al estado del bienestar va a cargárselo antes.

Cierto que el primer apóstol de este disparate fue José Luis Rodríguez Zapatero, allá por mayo de 2010, que quería poner cara de remar en la dirección correcta pero que en la soledad de la Moncloa tal vez se preguntara: ¿y no nos precipitaremos por las cataratas? El si lo hizo. Sin embargo, por aquel entonces, los suyos al menos no semejaban desde sus escaños la claque de un mal melodrama. Incluso, de tarde en tarde, andaban cariacontecidos, medio avergonzados y con gesto de yo no fuí o qué haremos la próxima legislatura cuando no nos vote ni la madre que nos parió. Los neoliberales, neoconservadores, neoneos o como quieran llamarse, parecen en cambio tan felices y al mismo tiempo tan responsables como los presentadores televisivos de las campanadas de Nochevieja. Sólo que no comulgan con uvas sino con ruedas de molino. Lo peor es que pretenden convencernos de que son bocatto di cardinale. Parecen encantados de que la lucha contra el déficit también incluya frenar el supuesto superavit de libertades en las manifestaciones o el del pretendido pluralismo, con el cese de Juan Ramón Lucas, Pepa Fernández, Toni Garrido, Fran Lorente y otros referentes del primer conato de verdadera radiotelevisión pública que ahora va camino de convertirse en un nuevo nodo en hachedé.

Rajoy es el profeta de las malaventuranzas. A los bancos que han malversado los fondos de sus clientes, se les recompensa con el dinero de todos. Y a los parados que cotizaron cuando tenían curro, para moverles a buscar un empleo chungo y mal pagado se les mangará al menos dieciocho meses de lo que es suyo. A este paso, la jubilación quedará reducida a cinco años, para animar a los viejos a espicharla y así ahorrarnos hospitales o excursiones del Imserso. Robin Hood no existe; es Juan Sin Tierra o el sheriff de Nottingham. Y las flechas de Guillermo Tell nunca apuntan a la manzana de quienes provocaron esta crisis sino a la cabeza de quienes la padecen desde el primer día. A los funcionarios les quitamos los moscosos, pero es imposible privarles del mosqueo. Subimos el IVA para que baje el turismo y suba el fraude. Privatizaremos la Renfe, que es lo único que funciona en este país. Puestos a elegir, frente al "que se jodan" de la niña de Fabra, prefiero el "manda huevos" de Federico Trillo. "¿De qué se ríe, señor ministro, de qué se ríe?", que diría Mario Benedetti. Nos prometen pobreza y les compramos la moto: "Pobre es aquel que necesita demasiado", dijo en la cumbre sobre sostenibilidad de Río, Pepe Mújica, el presidente de Uruguay. A este lado del mundo se le conoce por la nada descabellada idea de legalizar la marihuana. Pero se sabe poco de algunas otras costumbres suyas como la de seguir usando un cochambroso Wolkswagen, un escarabajo de los antiguos. Nada se dice, por ejemplo, de que dona el 90 por ciento de su sueldo para causas políticas y sociales. Quizá para que no cunda el ejemplo. Le quedan unos mil doscientos dólares mensuales, a los que suma lo que cobra su mujer como senadora, aunque también ella se contenta con la décima parte de la paga. El resto, lo destinan a causas políticas y sociales. La caverna les llama rojos, claro. Incluso han ofrecido la casa presidencial a los sin techo, porque ellos siguen viviendo en una chacra humilde del Rincón del Cerro, en las afueras de Montevideo. No hay color, les digo. Quién fuera Alfredo Landa o el humorista Josele para gritarle, en nuestro apresurado retorno a los años 70: "Vente para España, Pepe".

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