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Cuando la IA de citas fracasa, llega la IA de autoayuda

¿Es buena idea combatir la soledad con una máquina? - Freepik
¿Es buena idea combatir la soledad con una máquina? - Freepik

Hace unas semanas, Financial Times publicaba un interesante reportaje sobre Renate Nyborg, responsable hasta 2022 de Tinder, una de las aplicaciones móviles (app) de citas más populares. Más allá del relato de la cantidad de amenazas de muerte que la directiva recibía de personas frustradas con el resultado de sus flirteos con la app, resulta esclarecedora la reflexión acerca del fracaso de los algoritmos a la hora de buscar 'la pareja ideal'. 

Cuando Nyborg llegó a Tinder en 2020 uno de los grandes retos a los que se enfrentaba era la desproporción de hombres y mujeres en su aplicación. De cada cien personas, 75 eran hombres y solo 25 mujeres, lo que para determinados perfiles y orientaciones limita mucho las posibilidades de establecer una coincidencia o, como se dice en la jerga del ramo, 'hacer match'. La propia Nyborg, que ‘vendió’ a los medios haber encontrado a su pareja a través de Tinder, introdujo cambios de diseño en la app con el fin de hacerla más atractiva y segura para el público femenino.  

Resuelto aquel problema, con lo que no fue capaz de lidiar fue con la efectividad del algoritmo, motivo por el cual terminaría dimitiendo y embarcándose en su nueva aventura empresarial: Meeno. Nyborg está convencida de poder trasladar todo lo aprendido en el pasado a esta nueva compañía, combinando sus experiencias en Tinder, Apple o la aplicación de bienestar mental Headspace. Por lo pronto, lo que ya ha sabido aprovechar es el talento de todas ellas, pues ha fichado a personal de estas empresas.  

Meeno se presenta como una compañía que proporciona entrenamiento de relaciones basado en Inteligencia Artificial (IA), una suerte de chatbot que asesora a las personas en sus relaciones del mundo real, ya sean personales o profesionales. En el artículo del Financial Times, Nyborg llega a hablar del "modo de empatía" que tiene Meeno, aunque como pudimos comprobar en el último artículo de kosTICa, para un modelo de IA expertas como Melanie Mitchell niegan tal posibilidad de empatizar.  


Desde un punto de vista comercial, la visión es tan oportunista como sugerente. En un momento en el que los problemas de salud mental parecen campar a sus anchas y en una sociedad que, pese a haber derribado ciertos tabúes, aún existen reticencias para compartir aspectos íntimos, la posibilidad de hacerlo con un ente que no es humano pero trata de actuar como tal puede ser lo que se conoce como 'un pelotazo' o, en el neolenguaje de internet, 'un unicornio'.  

En último extremo, por detrás se encuentra la misma tecnología de la que huyó Nyborg en Tinder: los algoritmos. Si una IA no es capaz de dar con la persona con la que puedas establecer algún tipo de relación –puntual o duradera-, otra IA puede ayudarte a afrontar la frustración del fracaso de su semejante. Simplificando, es algo así. Nyborg es prudente y no quiere si quiera atreverse a comparar Meeno con un o una terapeuta; prefiere situarlo como asistente para desarrollar habilidades sociales 

El modelo de IA en que se basa Meeno es GPT-4 de OpenAI y los billetes ya han comenzado a circular en el Silicon Valley, lugar al que se mudó la directiva. Hasta la fecha, ya ha recaudado cerca de 5 millones de dólares con avales como el de la firma de capital riesgo Sequoia Capital.  


Uno de los mercados objetivo de esta aplicación es la llamada Generación Z, auténticos nativos digitales que ya están utilizando herramientas tecnológicas para gestionar su salud mental. La pregunta es obvia –supongo que más obvia aún para quienes nos encontramos a punto de 'dar la vuelta al jamón' rondando los 50-, ¿es una máquina el mejor asistente para resolver un problema con una clara base emocional? 

Entre las bondades que vende este modelo, al que le crecerán imitadores como setas, está que siempre escucha, no interrumpe y no tiene prejuicios. Prejuicios no, claro, pero sí una larga lista de respuestas pregrabadas y simulaciones de empatías aprendidas, aunque eso no se detalle. Ahí va otra pregunta 'viejuna': ¿Es bueno satisfacer la necesidad de ser escuchado o escuchada con una máquina? ¿De verdad eso contribuye a proporcionarnos herramientas para tener mayores habilidades sociales?  

Meeno se ha presentado en sociedad como la app para combatir la soledad, pero en lugar de dotar a las personas de esas herramientas para relacionarse con otras quizás, en el fondo, 'lo único' que haga es servir de contraparte, escuchar y responder de un modo aparentemente humano y, seguramente, de manera idéntica en Australia que en Holanda (países en los que ya funciona), aunque en diferentes idiomas. Puede que, efectivamente, combata la soledad, pero deshumaniza. 

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