La oveja Negra

'No solo morir': locura y 'british noir'

"¡Yo decido quién vive y quién muere, adocenados de mierda!". Lunes. Ocho de la mañana. Los gritos surgen del fondo del vagón de metro. Soy de los pocos que alzan la vista. Demasiado incrédulos para dejar de mirar el móvil. Demasiado cansados para molestarse por otra persona que no sea uno mismo. "¡Os detesto, si supierais cómo os detesto!". El tipo camina por el centro del vagón. El resto de viajeros le ignora. Viste una bata de cuadros deshilachada ajustada al cuerpo con una cuerda. El pelo intentando escapar del cráneo en todas direcciones mientras sus pies se arrastran sobre unas pantuflas ennegrecidas. Todos en el vagón pensamos lo mismo: un loco. "¡Sois como los animales del zoo. Habéis vendido vuestra libertad por un plato de comida!". Yo también bajo los ojos cuando llega a mi altura. Hago caso a la vocecita de mi cabeza que me aconseja no meterme en líos, ir a lo mío. Esa vocecita que cada año que pasa habla más alto. Descubro con alivio que he llegado a mi estación. "¡La oficinas son jaulas, jaulas donde os metéis voluntariamente a que os roben vuestra vida. Que os vais a morir, joder¡". Las puertas del metro se cierran a mi espalda. Y mientras subo las escaleras lentamente junto al resto de viajeros, pienso en el loco. No puedo evitar experimentar una sensación de desazón. Porque voy a estar diez horas dentro de una oficina. Porque más de la mitad de mi vida la pasaré con gente que no me gusta, haciendo cosas que no me gustan, en un lugar que no me gusta. Y ya no tengo tan claro que el tipo del metro sea un loco. Tal vez el loco sea yo. Llego a mi puesto de trabajo y enciendo el ordenador. Como todos los días.

La locura, real o imaginaria, es el tema central de No solo morir, la novela de Ted Lewis editada por Sajalín, el mismo sello de las otras dos novelas traducidas del autor británico, las imprescindibles Carter y La ley de Carter. Y como pasa con ellas, No solo morir es otra joya negra.

George Fowler sabe que está pasando algo en su organización. Lleva demasiado tiempo en el lucrativo negocio del porno como para no darse cuenta de que alguien le está jodiendo. Y es alguien de dentro. Alguien de los suyos. No duda en torturar y asesinar a todos sus socios que le resultan sospechosos. Pero comete un error. Un error que lo atormenta y hace que viva recluido en un pueblo recóndito sin que nadie conozca su paradero. Pero Londres sigue buscándole. Londres no le ha olvidado.

La novela está construida en dos planos temporales, el pasado reciente y el presente de Fowler. De dónde proceden sus fantasmas y cómo convive con ellos. Lewis se aleja del ritmo intenso de sus dos primeras novelas para adentrarse en una historia negra brutal, psicológica, donde los monstruos no solo surgen de las calles de Londres sino de las mentes de algunos de sus habitantes. Una vez más demuestra su maestría a la hora de generar y mantener la tensión. Y todo eso sin perder ese toque british tan elegante que caracteriza su escritura. No solo morir no es una novela trepidante, no es una novela adictiva. No solo morir es una monumental novela negra.

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