La oveja Negra

'La frontera': la grandeza de la novela negra

Es complicado. Incluso descabellado y utópico. Lo sé. Pero voy a intentar conseguir que tras acabar de leer estas líneas usted sienta la necesidad inaplazable de devorar La frontera, la última novela de Don Winslow editada por HarperCollins. ¿Por qué? Porque es una obra maestra.

En un tiempo en el que solo se nos ofrecen soluciones sencillas, infantiles, para explicar problemas complejos, Winslow ha decidido acabar con ese relato naif, pueril, de buenos y malos, de indios y vaqueros, con el que se trata de explicar el problema de la droga y de los cárteles mexicanos. Una misión que le ha llevado 20 años de su vida y que se inició con la maravillosa El poder del perro. Después vino El cártel, y la trilogía se cierra con esta Victoria de Samotracia del género negro que es La frontera.

Adán Barrera, el líder del todopoderoso cártel de Sinaloa, ha muerto. Y Winslow nos cuenta la guerra que se desata entre el resto de narcos por hacerse con el poder. Por ocupar el trono erigido sobre miles de millones de dólares empapados en sangre. No es casualidad que muchos de los capítulos estén encabezados por citas de obras de Shakespeare. Porque esta novela cuenta con todos los elementos de un drama clásico. Donde la ambición y la codicia humana llevan irremediablemente a la tragedia. Una historia de reyes luchando a sangre y fuego por lo que consideran suyo, de traiciones y alianzas, en las que las víctimas, como siempre, son los inocentes, los pobres, los desesperados. Winslow nos invita a las fiestas de los hijos de los narcos. Los llamados a heredar el imperio. Estúpidos y crueles. Educados en el lujo, en la adoración de la violencia y el dinero, simbolizada en sus armas bañadas en oro. Nos habla de 43 estudiantes desaparecidos cuando viajaban en un autobús público por una localidad llamada Tristeza (cambien este nombre por el de Igualada, ¿les suena?). Nos habla de cómo los narcos se dan cuenta de que la legalización de la marihuana en algunos estados norteamericanos es mala para el negocio. Así que deciden cambiar el producto por otro más rentable: el futuro es la heroína. Nos explica cómo vuelven a introducirla en Estados Unidos y cómo las autoridades no se preocupan por ello hasta que los que empiezan a morir por sobredosis son blancos. Pero también pone rostro a las víctimas. A Nico, ese chico que tiene que salir de Guatemala, donde vive recogiendo basura, para no caer en las maras. Su viaje en ese tren infernal al que llaman La Bestia. Cómo llega por fin a Estados Unidos y cómo lo meten en prisión por ser una amenaza contra la seguridad del Estado. Nico tiene 10 años.

Winslow, con vocación didáctica, nos revela esa inmensa mentira llamada Guerra contra las drogas. Una guerra que dura 50 años y que nadie quiere ganar porque es un inmenso negocio. Millones de dólares van a parar al gobierno mexicano en ayudas, millones de dólares para la DEA y otros cuerpos policiales, millones de dólares para las cárceles en manos de empresas privadas que cobran por cada preso que encierran, millones de dólares procedente de la venta de drogas que las empresas de Wall Street se encargan de blanquear. Los ricos ganan, los pobres pierden. La historia de siempre. 50 años de guerra y cada vez se consume más droga. El monstruo tiene siete cabezas, aunque solo nos quieran mostrar una. El cártel no solo está en México, también se encuentra en los despachos de Manhattan y en los salones de la Casa Blanca. Negocio, negocio y negocio. Así se mueve el mundo, pardillo. Winslow apenas camufla tras un nombre ficticio a Donald Trump, enloquecido y corrupto, gobernando a través de Twiter, empeñado en construir un muro para frenar la inmigración y la droga. La de México y Estados Unidos es la frontera comercial con más actividad del mundo. Por el cruce de El Paso pasa un camión cada 15 segundos Es el camino de entrada del 90% de la droga. Y un muro no acabará con eso. Otra solución infantil para un problema complejo. Un problema que nadie quiere solucionar porque es muy rentable. Hay más verdad en este libro que en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional.

Nadie que diga que le gusta la novela negra puede dejar de leer esta maravillosa barbaridad, este puñetazo directo a las neuronas de realidad, este monumento literario al género negro con ritmo, diálogos, escenas y personajes memorables. Una obra sobrecogedora y apabullante, como solo las obras maestras lo son. Winslow es actualmente, en mi opinión, el autor más destacado dentro del género. Por su estilo pulido y afilado; por su dominio del lenguaje y el ritmo; y, sobre todo, por la ambición con las que encara sus obras. Si con El poder del perro dio un golpe en la mesa, con La frontera ha destrozado el resto del mobiliario. Dicen que el primer paso para vencer una adicción es reconocer que la tienes. Bien, lo reconozco, soy adicto a Don Winslow. Ese no es el problema. El problema es que quiero seguir enganchado. Que quiero más.

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