La soledad del corredor de fondo

La involución de la derecha madrileña

En el más que recomendable libro Spanish Ñeocon. La revuelta neoconservadora en la derecha española editada por Traficantes de Sueños, se aborda bien este proceso de una derecha española cuyo cuerpo doctrinario pasa del nacionalismo católico y anti-individualista del conservadurismo canovista hacia un librecambismo arcaico de corte anglosajón.

Recuerdo en un debate entre Leguina y Gallardón en la vieja época de San Bernardo, como Joaquín Leguina citaba textos de la obra de Popper La sociedad abierta y sus enemigos para describir el carácter liberal del actual Ministro de Justicia. Y no le faltaba razón, la derecha española, en especial la madrileña, ya no tiene nada que ver con el principio de la subsidiaridad del pensamiento social-cristiano o del tradicionalismo conservador basados en la propiedad, la familia y la religión. Si queda algo de eso es pura retórica cultural dirigida a ciertos sectores de su base social más militante.

El discurso político de la derecha madrileña lo sintetizó de forma clara Ignacio González en su discurso durante la jornada de hoy en el Debate del Estado de la Región. El esquema es sencillo. La primera idea es el clásico "hemos gastado mucho más de lo que teníamos", de resonancia calvinista, lo que nos obligaba a acudir al préstamo internacional, el cual hay que pagar. Por tanto, concluye el Presidente regional, tenemos que hacer todo lo que los mercados financieros nos piden para que ese préstamo siga fluyendo "más barato". Esto le lleva a afirmar que la culpa la tenemos los ciudadanos por nuestra mala elección en la utilización de nuestros recursos, y como endeudados tenemos que asumir la consecuencia de nuestros actos. De la deuda de los bancos o de las grandes empresas que ahora tenemos que pagar con nuestros salarios y derechos, nada se dice.

La segunda idea es también conocida. En estos años el Estado se ha gastado más de lo que ingresa. La culpa la tienen los políticos en su ineficaz gestión de los recursos, o de sindicatos, empeñados en mantener la "vieja" sociedad del Estado social. De los regalos fiscales que en Madrid benefician a grandes patrimonios o altas rentas, nada se comenta. En total 21.000 millones de euros ha dejado de ingresar Madrid como consecuencia de bajadas de impuestos que ha beneficiado apenas a 300 mil grandes fortunas madrileñas.

De estas dos ideas sale la consecuencia política, si los ingresos bajan y para que los mercados internacionales nos presten tenemos que aceptar políticas cada vez más austeras, la única solución es renunciar a cosas. Es decir, para la derecha la crisis no pone en evidencia al mercado, sino al Estado y sus límites.

Para la derecha regional, el problema no está en mercados ineficientes, sino en un Estado que ha querido abarcar todos los aspectos de la vida y las aspiraciones de los ciudadanos. El Estado, según este discurso machacón, se "arroga" en exclusiva responsabilidades que nunca deberían haber dejado de ser de las personas, del individuo. De aquí surge la consecuencia moral; la salud, la educación, el cuidado de nuestros mayores o personas dependientes, es responsabilidad -casi natural- de los individuos y de las familias. La misión por tanto de los gobiernos es restablecer ese estado natural.

El Estado no puede sustituir las responsabilidades de cada uno, por tanto es el momento de la vuelta al orden natural, al individuo como eje de una nueva sociedad más responsable y a la que los gobiernos deben dedicarse. No son recortes por tanto, sino la recuperación de la libertad de un individuo libre y responsable.

Este esquema supone una vuelta a un liberalismo arcaico, un gran salto atrás doctrinario, una clara involución en el proyecto político de la derecha española, que tiene en Madrid su punta de lanza.

En mi opinión la izquierda tenemos que tener claro que la derrota de la derecha nos obliga a prestar más atención a la lucha ideológica. El discurso descrito cala en grandes sectores de la sociedad, que aunque retire su apoyo al PP, mantiene intacta su visión conservadora de la sociedad. Los culpables no son élites empresariales y sus aliados políticos, sino el Estado y los propios ciudadanos.

La derecha puede sufrir una fuerte erosión electoral, que será coyuntural, si su discurso permanece como el hegemónico. Que el electoralismo no nos deje ver el bosque.

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