La soledad del corredor de fondo

Botella, la muerte de Botín y el fin de una era

Es difícil encontrar el momento que permita observar la coyuntura actual con cierta perspectiva. La situación política se ha acelerado de tal forma, que solo desde una visión "estructural" del momento que vivimos, evitará que la izquierda caiga en la tentación electoralista a la que nos precipitamos por momentos.

Lo coyuntural es la crisis, lo estructural es la crisis de régimen, entendida en los términos del viejo Aglietta. Si tomamos la situación actual desde ese punto de vista convendremos que todo acontecimiento social o político tendrá una conexión, aunque sean consecuencia de dinámicas diferentes.

La renuncia de Ana Botella a ser candidata del PP al Ayuntamiento de Madrid y la muerte de Emilio Botín corresponden a planos de la realidad diferentes, pero que son expresión de la crisis de régimen de la que tanto se habla.

Lo primero a señalar es que la base del capitalismo español, desde el desarrollismo franquista, es el eje financiero, y dentro de ese eje, el resultado de dicha centralidad es el Banco Santander. A diferencia de la banca vasca orientada en origen a la industrialización o la banca mercantil orientada a la actividad comercial en las zonas portuarias como Santander, el Banco de la familia Botín fue el perfecto ejemplo del bloqueo a cualquier actividad productiva y la financiación de toda actividad de una burguesía rentista, parasitaria y netamente compradora, con perfecto encaje en la mentalidad nacionalista, atrasada y anti-modernizadora de la España autárquica y después desarrollista.

Hegemonizada la banca madrileña (Banesto, Central e Hispano Americano) por parte del Santander, llegó el momento de la globalización, de los gobiernos del PSOE, la desnacionalización de la economía española y de nuestra financiarización, objetivos a los que se entregó con empeño Emilio Botín. Compra de bancos privatizados en América Latina y en los países del Este europeo y entrada en el mercado financiero de la City, a cambio de una España sin crédito, sin inversión y sin soberanía económica. Éxito imparable hasta que llegó la crisis, y con ella, el debilitamiento del pulmón financiero español, el desplazamiento de la oligarquía española bajo el progresivo control del capital extranjero de toda realidad económica en España.

Llega el fin de ciclo de nuestro empresariado tradicional. Con la muerte de Botín padre y la llegada de Botín hija ya nada será igual. Es el fin del banquero clásico, que decide e impone todo, pone y quita gobiernos; a partir de ahora, también en las finanzas españolas, manda Alemania.

Ana Botella renuncia a ser la candidata del PP. Primera vez que el Alcalde del Partido Popular en la capital no es el elegido en las urnas, y primera vez desde Álvarez del Manzano donde el alcalde no será el candidato. ¿Será el resultado de la pésima gestión de Botella?. Así nos lo quieren hacer vender pero mi opinión es que hay algo más, y ese algo más, es lo sustantivo. La renuncia a las elecciones por parte de Ana Botella es expresión de la crisis del bloque de poder en Madrid, que tiene en el Partido Popular su forma política, y en la patronal madrileña de Arturo, su forma económica. La fórmula política del relevo de candidato no funcionó, la lógica política del transformismo no resulta, la fórmula electoral del "partido de la gestión " ha fracasado. Fin de ciclo del PP en Madrid, fin de ciclo de un partido "dominante pero ya no dirigente".

En su declive, el PP ya no marca la agenda, no "vende" gestión y no tiene relevos nuevos. Para ganar sólo se impone volver al pasado, y es aquí, donde aparece el marco de confrontación que nos espera: el de un PP que buscará la máxima polarización política desde el eje identitario y concentrar así, un voto conservador no mayoritario, pero sí suficiente si la fragmentación de las fuerzas del cambio se profundiza.

Estamos ante el final de una era que impone a la izquierda el reto de liderar la construcción de un nuevo modelo de país. Nos debemos preparar para el mayor reto político, al tener que reconstruir un país sin soberanía económica, más pobre y más periférico.

Nos debemos preparar también, para la mayor confrontación política de nuestra historia reciente, con un PP que jugará por primera vez en décadas a la defensiva, pero sabedor que con la división de la izquierda y del voto del cambio, su táctica le puede valer.

Se impone la unidad, la decisión y huir de la especulación, porque cada vez más la decisión es converger o Merkel; o converger o PP.

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