La soledad del corredor de fondo

El regreso del voto obrero

De los datos de las elecciones del 24 de mayo se desprende que no ha sido la "clase media", sino el voto de la clase trabajadora y la periferia urbana la que ha impulsado el cambio electoral en las grandes ciudades.

Voto que se ha expresado a través de las candidaturas de unidad popular, vistas por gran parte de la población trabajadora como el mejor instrumento para la derrota del Partido Popular. En aquellos lugares donde no se ha dado esta confluencia (salvo excepciones), o en las autonómicas, el voto obrero se ha fragmentado posibilitando el triunfo del PP además de otorgar una posición de privilegio al PSOE, que le permite mostrarse como el principal partido capaz de desalojar a la derecha.

Este comportamiento electoral de la clase trabajadora ha tenido el efecto de volver a situar el marco derecha/izquierda como el eje prioritario de este país, frente a planteamientos de transversalidad, que en el fondo, parecían otorgar a la "clase media" la centralidad del cambio. Expresión social del cambio que se ha canalizado a través de instrumentos políticos de nuevo tipo (candidaturas de unidad popular) que ha permitido superar los problemas de representación arrastrados por el sistema de partidos tradicional, y generar así, mayorías electorales al concluir el voto obrero con el de las capas medias precarizadas durante la crisis.

Manifestación electoral de la clase trabajadora que se corresponde con el peso que dichos sectores sociales han tenido en estos años de movilizaciones y de la construcción de sujetos de conflicto unitarios como las mareas, plataforma ciudadanas por los derechos públicos o de participación en las huelgas generales, que han encontrado en las candidaturas unitarias su expresión electoral principal. Peso que no ha tenido proyección, sin embargo, en la inclusión de trabajadores en las candidaturas, donde salvo excepciones, la clase obrera tiene escasa presencia, expresión preocupante del escaso protagonismo que el mundo del trabajo tiene en la política actual.

Para estos sectores protagonistas de la histórica jornada electoral del 24 de mayo, el cambio pasa por una profunda transformación de las relaciones laborales de este país, una fuerte reestructuración del gasto público, del sistema educativo y de los mecanismos de acceso a la vivienda, que junto a la democracia participativa, solo podrán tener solución en un marco de ruptura política y de giro a la izquierda, y no del "giro al centro", al que se ve abocado todo cambio hegemonizado por la relación estructural que van a mantener a partir de ahora PSOE-Podemos.

La fragmentación política de la izquierda bloquea la fuerza con la que se ha manifestado el voto de clase en nuestro país. Que cada uno siga en su trinchera política de "posmoderna" realidad partidaria, favorecerá la inhibición política de una población trabajadora que, como dice Enric Juliana, el pasado 24-M fue a votar con el voto "entre los dientes".

Pero cuidado con menospreciar realidades que se consideraban ya superadas, porque como decía Ortega y Gasset en 1929 en "La rebelión de las masas": "Toda realidad ignorada prepara su venganza",

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