La soledad del corredor de fondo

Convocar a la España democrática

La derrota de la Lega en las elecciones regionales de Emilia-Romagna debe mucho al movimento delle sardine. Espoleado por una política de amplia convocatoria como la sardine y por la movilización del voto obrero y estudiantil, el centro izquierda gana de nuevo en el histórico bastión del comunismo italiano, evitando así (de momento) la crisis de gobierno y el adelanto electoral tan ansiado por Matteo Salvini.

No se nos escapa la influencia que para la izquierda española siempre ha tenido la política italiana, en especial para uno espacio como UP, claramente influido por el comunismo y el marxismo italiano. De ahí el interés de analizar la realidad de la izquierda española en relación a su contexto más próximo.

España ante la nueva geografía del malestar político

La geografía del malestar del país tiene en la España vaciada uno de sus epicentros y, experimentos políticos como Teruel Existe, uno de sus exponentes más exitosos. La posible proliferación de este tipo de candidaturas, y su probable éxito, se sustenta en una sensación de agravio que hace pensar a importantes sectores de la sociedad española de que "no todos los territorios valen igual".

El malestar de las zonas del interior frente al dinamismo del Arco Mediterráneo, de las zonas rurales frente a las zonas urbanas, de los pueblos frente a las capitales (en especial Madrid) o de los barrios y periferias urbanas frente a los zonas acomodadas de la global class, sirven de caldo de cultivo para hacer de los futuros terueles existen la manifestación tardía en España, de lo que en Italia es el menguante M5E.

Junto a los 5 Stelle españoles, periodistas como Esteban Hernández señalan la otra dimensión del malestar político y su relación con Vox, la cual no se sitúa tanto en batallas como la del pin parental, sino en algo más profundo y que nos pasa desapercibido.

Así, el potencial crecimiento de la ultraderecha es España se relacionaría con la posible sensación de rechazo que en sectores de la población genera la agenda modernizadora de la que Pedro Sánchez hace gala.

La idea de fondo expresada por el Presidente del Gobierno, parte de la necesidad de afrontar una era de cambios "a través de la innovación, de la tecnología, del avance cultural y de la construcción de un futuro brillante", para el cual hay que hacer sacrificios ahora, aunque sean duros y generen perdedores, de forma que se pueda alcanzar una próxima -aunque lejana- sociedad mejor.

Esta idea podría dar a Vox una ventaja en la competición partidista, si como señalan teóricos del populismo de derechas como Cas Mudde, Liesbet Hooghe o Gary Marks "los procesos de desnacionalización habrían generado un nuevo cleavage trasnacional que confronta dos polos opuestos: TAN/GAL, es decir, "Tradition/authority/national versus green/alternative/libertarian".

Es a esta división a la que apela el nuevo presidente, quien parece asumir la frase del fundador de Davos, Klaus Schwab, al defender como "la línea divisoria actual no está entre la izquierda y la derecha, sino entre los que abrazan el cambio y los que quieren conservar el pasado. Estos últimos se quedarán atrás". Es en estos "últimos" donde podría surgir una nueva España indignada, que con sus claras diferencias, parecen mirar los potenciales grillini españoles y la ultraderecha patria.

Gestionar y comunicar puede no ser suficiente

Eric Juliana define con acierto la acción del nuevo gobierno como una estrategia basada en "gobernar más redes sociales". Así, frente a la estrategia de acoso permanente de la derecha española, para Juliana, el Gobierno confía en articular una mayoría pro gubernamental en torno a una política basada en la gestión de medidas de gran calado social, vinculadas a una eficaz política de comunicación en redes sociales, lo que unido al miedo que despierta Vox, movilizaría una mayoría suficiente de apoyo al nuevo Gobierno.

Sin embargo, y siguiendo el argumento de Juliana, haría falta algo más, y ese algo más estaría relacionado con la necesidad de volver "a una política presencial", de fuerte convocatoria social, frente a una derecha que parece hacerse fuerte, no solo en las redes sociales, sino también en las calles.

Convocar a la España democrática

Parte del éxito del giro reaccionario que muchas sociedades de nuestro entorno viven, parece sustentarse en una promesa, que de no contrarrestarse, podría calar en España. Esa promesa manifiesta la necesidad de "perder derechos para ganar en seguridad". La incertidumbre en el futuro, el posible regreso de la crisis, el cansancio y la falta de perspectivas, pueden asociar la necesidad de seguridad y futuro al despliegue de una agenda de tintes autoritarios pero aparentemente cargados de eficacia, capaces "de resolver problemas".

Si el eje del debate en España se sitúa en una especie de confrontación entre progres versus carcas, la izquierda, y en especial UP, puede llevar las de perder. Se hace necesario un nuevo gran despliegue en torno a una convocatoria de envergadura, de constitución de mesas por la España democrática, en la cual se conjuguen una serie de aspectos: crear espacios donde el electorado socialista y de UP se encuentren, basada en una política "que se toque y se vea" más presencial que virtual, en la que tratar y debatir los grandes problemas del país, en torno a un mensaje claro y sencillo: construir un nuevo proyecto de país basado en una democracia avanzada.

Para los que militamos en el espacio político que representa UP, la movilización de funcionarios de servicios públicos, cuadros sindicales de la industria y el transporte, estudiantes universitarios y graduados no consolidados profesionalmente, conforma un espacio movilizado y altamente concienciado, pero que no es suficiente.

Los cambios sociales son fruto de las mayorías sociales, y en un país basado en el turismo y el sector servicios como es España, esa mayoría se articula en lo profesional en el sector privado, y en lo político (aunque nos pese) en el PSOE o la abstención.

En estos momentos miles de personas están esperando a ser convocadas para crear espacios, iniciativas, mesas, debates, actos, asambleas ciudadanas, en torno a una idea sencilla pero compartida como es la defensa de una España democrática. Es mucha la imaginación política, la experiencia profesional y la energía social que no está siendo aprovechada.

Si un partido clandestino como el PCE, en mitad de un franquismo consolidado, supo lanzar políticas de altura como la de Reconciliación Nacional, UP debería ser capaz de lanzar iniciativas de amplio calado, que le permitiese penetrar y llegar a capas populares de este país, aquellas en las que precisamente se está jugando el futuro. Ideas donde la sardine italiana merece ser considerada.

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