Quien cree estar de vuelta de todo es que nunca ha ido a ninguna parte

Un Afortunado Error (1/1): De nazis, científicos y clubes exclusivísimos

LA PIZARRA DE YURI.- A principios de la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi estaba muy avanzada en materia nuclear. Entonces, ¿por qué no hicieron la bomba atómica?

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Idioma: Castellano americano neutro.

Siguiente episodio: Los extraños calderos de los brujos atómicos.


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La Pizarra de Yuri - Los documentos secretos del proyecto atómico nazi.
Para esta obra contamos con los documentos secretos originales del programa atómico nazi, ahora desclasificados y conservados en los Archivos Federales de Alemania (Bundesarchiv). No podemos estarles más agradecidos por su extrema profesionalidad y colaboración.

Érase una vez una gente muy peligrosa a la que llamamos "los nazis".

Tan peligrosa era, que pusieron en marcha la mayor guerra de todos los tiempos: la Segunda Guerra Mundial. Puede que no la ganaran sólo porque quisieron pelear junto con un puñado de amigotes contra el mundo entero a la vez.

Sabiéndose en gran inferioridad numérica y material ante tanto enemigo, apostaron por la calidad frente a la cantidad. La calidad de sus tropas, con algunos de los mejores combatientes de todos los tiempos. La calidad de sus tácticas, que al principio parecieron imparables e invencibles, como la famosa blitzkrieg: guerra relámpago con la que conquistaron Francia en seis semanas... y media Europa en no mucho más. Y la calidad de sus armas y equipos, aún recordadas por muchos con una mezcla de temor, fascinación y admiración.

Pero a su líder —un tal Adolfo Hitler, del que quizá hayas oído hablar— no le bastaba eso. Además, apostó por un nuevo tipo de tecnologías militares llamadas Wunderwaffen. Que, en el alemán original, significa algo así como armas maravillosas. O armas milagrosas.

Porque eso necesitaban: un milagro, cuando el mundo les tomó la medida y contraatacó.

Pero no hubo milagro.

El cohete balístico V-2 de la Alemania Nazi.
Posiblemente el cohete balístico V-2 sea la Winderwaffe más emblemática de la Alemania Nazi. Sin embargo, su baja precisión y alcance limitado lo hicieron militarmente inútil. Bundesarchiv.

Unas cuantas de esas Wunderwaffen no eran tan maravillosas sino, simplemente, delirios irrealizables: buques, tanques o cañones gigantescos que no podían construir, que no podían motorizar y que sólo habrían servido como grandes objetivos para entrenamiento de la aviación enemiga; misiles y bombarderos intercontinentales para los que ni siquiera existían las aleaciones necesarias; y hasta algunas cosas que estaban más en el plano de lo lo esotérico y místico que en el de la realidad científico-técnica.

Muchas otras eran demasiado avanzadas o demasiado caras, tanto que jamás pasaron de dibujos en el tablero de diseño o primeros prototipos... como esas alas volantes que encandilan a quienes no entienden por qué los modernos aviones furtivos son furtivos; o las alas circulares que hasta han dado pie a las fantasías de platillos volantes nazis en la Luna y demás.

Otras más exigían tecnologías que estaban en pañales, con lo que eran poco fiables, poco efectivas o las dos cosas a la vez. No pocas resultaron más peligrosas para sus tripulantes que para el enemigo. También había ideas exóticas cuya utilidad táctica o estratégica nunca quedó muy clara.

Algunas llegaron a entrar en combate en serio, con resultados muy variables: los primeros cazas a reacción Messerschmitt Me 262 derribaron más de 400 aeronaves enemigas; el primer misil de crucero, la V-1, hizo bastante daño hasta que los ingleses descubrieron cómo interceptarlo fácilmente; la V-2 fue el primer cohete balístico más-o-menos-guiado de cierto alcance, aunque no acertaba mucho; los famosos tanques Tiger sí hacían daño, sí... cuando no estaban averiados y tenían combustible; la Fritz X fue la primera bomba de aviación guiada y logró hundir varios buques aliados; etcétera.

Al final, todas estas armas maravillosas no lograron alterar el curso de la guerra significativamente: demasiado pocas, demasiado tarde, demasiado primitivas y por tanto demasiado problemáticas, caras, imprecisas y limitadas. Aunque unas cuantas abrieron puertas para diversos futuros, bastantes de sus creadores declararon después que les habría ido mejor gastando todo ese tiempo y dinero en fabricar muchas más armas y materiales de los de toda la vida.

Pero, bueno... la verdad es que hubo una que cambió el curso de la guerra.

Más que eso: cambió la Historia de la Guerra y de la Humanidad para siempre.

Esa fue la bomba atómica.

Sólo que no la inventaron los nazis. La inventaron sus enemigos gringos.

Ya, ya, ya sé que algunos dicen que los nazis lo lograron antes. Son fantasías.

Por un lado, para este podcast tenemos los documentos originales del proyecto atómico alemán, en su día súper-secretos pero ahora desclasificados y conservados en los Archivos Federales de Alemania. Por cierto: un saludo agradecido para ellos, y ellas, porque difícilmente se puede ser más amables y eficientes. Todo lo que vas a oír aquí sale directamente de la documentación original; no de las deducciones, fantasías u opiniones de nadie, de ningún signo. Ni mucho menos de cualquier web de esas raritas o de algún tuit o post de Facebook.

Pero, al mismo tiempo, los propios hechos también nos han obligado a contradecir la versión histórica convencional. Muchos mitos y leyendas van a caer aquí; eso te lo puedo asegurar.

Pese a ello... no, no llegó a haber bomba atómica nazi. Además de todos esos documentos que hemos conseguido, escritos por sus propios protagonistas mientras lo intentaban, la bomba atómica no sólo cambió la historia humana. También cambió la historia radioisotópica del planeta Tierra. O sea... Dicho a lo más fácil: las armas nucleares generan unos isótopos, o sea unas variantes de los átomos que no se dan en la naturaleza. Pero, una vez creadas, perduran mucho tiempo. Algunas, miles e incluso millones de años. Y nadie ha encontrado nunca un isótopo de estos anterior al verano de 1945, porque ni siquiera los gringos con todo su poderío económico y material las consiguieron antes.

Así que ni los documentos históricos alemanes ni sencillas mediciones del medio ambiente global permiten pensar que hubo pruebas atómicas antes de Trinity, en el desierto de Nuevo México, el 16 de julio de 1945.

Para entonces, los nazis ya habían perdido la guerra catastróficamente: por esas mismas fechas Hitler llevaba muerto más de dos meses y Truman, Churchill y Stalin se repartían Alemania, Europa y el mundo como buenos compadres en la Conferencia de Potsdam.

Pero la guerra en el Pacífico seguía. Así que las bombas atómicas en cuestión se usaron contra Japón: Hiroshima, Nagasaki, los días 6 y 8 de agosto de 1945, con los resultados terribles por todos conocidos.

En realidad, fueron muchas las razones científicas, políticas, materiales y humanas por las que la Alemania Nazi no produjo nunca una bomba atómica. Entre ellas, que no creyeron poder alcanzarla antes del fin de la Segunda Guerra Mundial y por tanto dedicaron sus esfuerzos a otras cosas más perentorias. Vamos, que no llegaron a proponérselo en serio y la historia siguió adelante por los caminos que ya conocemos.

Sin embargo, el asunto tiene un aguijón: parte de esta dejadez en materia atómica obedeció a un error científico crucial, pero fácilmente subsanable con una mera verificación independiente. Tal verificación no se produjo y el error, cometido por un futuro premio Nobel, les hizo creer que la energía nuclear estaba mucho más lejos de lo que quizá podría haber estado.

¿Pudo ser diferente?

¿Existió alguna posibilidad de que el Tercer Reich consiguiese la bomba atómica y con ello cambiara el curso de la historia?

El 3 de julio de 1967, veintidós años después de que terminara la Segunda Guerra Mundial, el físico teórico y premio Nobel alemán Werner Heisenberg concedió una entrevista a un profesor universitario estadounidense. En ella, dijo un montón de cosas muy sorprendentes para muchas mentalidades:

Pila atómica alemana L-IV de Leipzig.
Pila atómica alemana L-IV de Leipzig (mayo de 1942).

"Ya al principio sospechamos que, si era realmente posible hacer explosivos [atómicos], tomaría tanto tiempo y requeriría un esfuerzo tan enorme que había una muy buena probabilidad de que la guerra terminase antes de lograrlo.

Cuando tuvimos éxito en el experimento L-4, cuando supimos que podíamos hacer reactores y, gracias al trabajo de Weizsacker, que así se podía hacer plutonio o algo parecido, supimos que en principio éramos capaces de crear bombas atómicas.

Pero aún así no hicimos ningún esfuerzo serio en esa dirección."

¡¿Cómo?! ¡¿Que sabían que podían hacer bombas atómicas... pero no les pareció interesante?! ¡¿Qué patraña es esta?!

"Hablemos en serio: si queríamos fabricar el agua pesada necesaria, nos costaría de uno a tres años conseguir suficiente cantidad. Producir plutonio bastante se tomaría otros tres años. Así que, con la mejor conciencia del mundo, le dijimos al gobierno: ‘no será posible hacer una bomba hasta al menos dentro de cinco años.’

Ya sabíamos que prohibirían cualquier nuevo desarrollo que no pudiera usarse durante el año siguiente o así. Estaba claro que iban a decir: ‘¡No, no! ¡No dediquemos esfuerzos a la bomba atómica!’. Y eso fue lo que pasó."

A ver, a ver: ¿El líder más destacado del programa atómico alemán nos está diciendo que, básicamente... no hubo un programa atómico alemán? ¿O, al menos, ninguno con la capacidad de llegar a ninguna parte? ¿Que, en la carrera por la bomba, Estados Unidos estuvo esencialmente solo a pesar de todos los temores geniales emigrados allí huyendo del nazifascismo? ¡Y encima, apostilló:!

"La decisión de no hacer bombas [atómicas] tomada por nuestro gobierno fue muy sensata. Habría sido muy sensata incluso para el gobierno de ustedes, porque podrían haber ganado antes la guerra contra Alemania si no se hubieran puesto a hacer bombas. No hay ninguna duda sobre esto: si ustedes hubieran dedicado todo ese esfuerzo a hacer aviones y tanques y demás, la guerra habría terminado antes. Esto puede no ser cierto en el caso de Japón, porque la guerra contra Japón era distinta; pero si hablamos sólo de la guerra contra Alemania, esto es un hecho."

¡Bueno, bueno...! Cualquiera podría pensar que Heisenberg trata de limpiar su biografía con estas palabras, ¿no? Nosotros no hacíamos nada malo, nosotros no sabíamos nada de lo que pasaba y todo ese rollo de nazis desnazificados.

Lo que pasa es que las pruebas hablan fehacientemente en su favor.

O, mejor dicho, la ausencia de pruebas.

Como es bien sabido, después de todas las guerras hay saqueos. Y la Segunda Guerra Mundial no fue la excepción. Pero nunca antes en la Historia había habido un saqueo oficial tan minuciosamente organizado, coordinado y ejecutado para llevarse justamente todos esos secretos científicos y tecnológicos de un perdedor tan excepcional; y, como prioridad máxima, estos secretos nucleares.

Los Estados Unidos hasta unificaron ese saqueo bajo dos programas con nombre formal: la Operación Paperclip y la Misión Alsos; esta última, con los secretos nucleares como máxima prioridad. Por el lado soviético, el equivalente a Paperclip fue la Operación Osoaviakhim y su versión de Alsos... pues no le pusieron nombre, pero se le llama "el Alsos ruso" y consistió básicamente en desvalijar todo lo que no estuviera fijado al suelo. Mediante cimientos. Sólidos.

Los gringos tampoco se quedaron fuera. Unos y otros rebuscaron por toda la Alemania derrotada y la Europa liberada cualquier cosa que tuviera aspecto científico o tecnológico hasta dejar únicamente las paredes peladas. De nuevo, todo esto era secretísimo en aquel entonces pero ahora ya no queda nada por desclasificar.

Y... en la cosa atómica, tanto la misión Alsos estadounidense como su versión soviética sólo encontraron indicios de unas investigaciones dispersas, poco decididas, apenas dotadas de recursos; orientadas fundamentalmente a la construcción de reactores experimentales... ninguno de los cuales logró alcanzar masa crítica. Lo más avanzado fue un reactor a medias hallado en una cueva de Haigerloch, Suabia, del que ya hablaremos más adelante.

Eso fue todo.

Los documentos, los testimonios, las pruebas materiales, el registro radioisotópico del medio ambiente terrestre: todo indica que Alemania en ningún momento se planteó seriamente el desarrollo de armamento nuclear. La carrera por la bomba no existió.

¿Cómo puede ser tal cosa? Vamos, en serio, los nazis no eran precisamente unos pacifistas ni gente tiquismiquis ante el derramamiento de sangre ajena. Resulta francamente dudoso que los fundadores de Auschwitz, Treblinka o Sobibor, los autores del Generalplan Ost que quiso exterminar a los infrahombres del este tanto como a los judíos, los gitanos o los comunistas, hubieran dudado mucho a la hora de volar por los aires a algún millón de prójimos con bombas atómicas.

Bueno, Heisenberg ya nos apuntaba un motivo de los dirigentes nazis para descartar esta opción: la muy dudosa posibilidad de construir un arma nuclear antes del fin de la guerra. Este premio Nobel alemán, en la entrevista mencionada, aún sugiere alguno más:

"Había, por supuesto, una intención muy clara por nuestra parte: teníamos que impedir que nos implicaran en un gran esfuerzo por hacer bombas atómicas. Lo que queríamos era conseguir el dinero justo para seguir adelante con nuestro proyecto de reactor, pero nada más. Teníamos mucho miedo de que, en otro caso, alguien dijera: ‘Ahora, vamos a por la bomba atómica.’ [...] Esto salió como esperábamos. Definitivamente, no queríamos que nos metieran en este asunto de la bomba.

No quiero idealizar esta cuestión: lo hicimos también por nuestra seguridad personal. Pensábamos que la probabilidad de que esto condujera al desarrollo de bombas atómicas durante la guerra era casi cero. Si no hubiésemos actuado así, y si se hubiese puesto a trabajar a miles de personas en ello sin resultados... podría haber tenido consecuencias extremadamente desagradables para nosotros."

¿Y la dirigencia nazi no olió nada? Quiero decir: numerosos científicos y algunos políticos y militares venían hablando ya del advenimiento de la energía nuclear desde antes de la guerra. ¡Pero si Otto Hahn y Lise Meitner habían descubierto la fisión nuclear en la misma Alemania Nazi, siendo 1938! El 22 de abril de 1939 Georg Joos y Wilhelm Hanle comunicaron las posibles aplicaciones militares de la fisión del átomo al director de la división de física del Consejo de Investigaciones del Reich Abraham Esau. Apenas dos días después Paul Harteck, asesor científico de la Oficina de Municionamiento del Reich, le contó lo mismo a los militares.

Carta de Georg Joos sobre el carbono
Carta de Georg Joos sobre los requerimientos de pureza del carbono para servir como moderador neutrónico en un reactor nuclear (marzo de 1940). Bundesarchiv.

Es más...

Mucho más: El 29 del mismo mes, un montón de físicos se reunieron en el Ministerio de Educación para considerar todas estas cuestiones, fundando así el primer Uranverein; el club del uranio. Tenían hasta a Hans Geiger, el del contador Geiger, ese trasto que hace crcrcrrrr y mide la radiactividad. Manfred von Ardenne iba por su cuenta, investigando la separación de isótopos con el apoyo entusiasta del ministro de Correos nazi Wilhelm Ohnesorge. Todo en el más riguroso secreto... pero, en los ámbitos del poder nazi, un secreto a voces.

Evidentemente, el Führer y sus lugartenientes tanto políticos como militares tenían que estar al tanto de lo que se cocía en materia atómica; aunque fuera por encima.

¿Más aún? En junio el químico nuclear Nikolaus Reihl, director científico de la empresa Auergesellschaft, contactó también a la Oficina de Municionamiento del Reich para comunicarles que la compañía estaba en posesión de una respetable cantidad de basura de uranio como resultado de su producción de radio. Y que, si estaban interesados, podían ponerse a procesar este uranio, obtenido en las minas de la Checoslovaquia ocupada.

Estaban interesados, claro. No tardaron mucho en abrir la planta de Oranienburg, al norte de Berlín, que produciría óxido de uranio y otros metales de interés hasta casi el final de la guerra.

El 1º de septiembre de 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial, sin pillar por sorpresa a casi nadie: desde años atrás, estaba cantado que se avecinaba algo gordo.

Ese mismo día se fundó el segundo Uranverein, el segundo club del uranio bajo los auspicios del Consejo de Investigaciones del Reich, ahora en manos militares.

Y el 19 de ese mismo septiembre de 1939, mientras las últimas tropas polacas caían ante la Wehrmacht en la Batalla de Buzra, los científicos atómicos alemanes del segundo club se reunieron en secreto por primera vez. Poco después el Instituto de Física Kaiser-Wilhelm y el Instituto Max Planck, las dos instituciones más relevantes de Alemania en asuntos relacionados con la física avanzada, pasaban también a la jurisdicción militar. Sabían que el isótopo uranio-235 era la clave de todo aquel asunto y que había otro elemento aún más prometedor, no presente en la naturaleza pero sintetizado igualmente en Alemania: un cierto eka-osmio, al que hoy en día llamamos plutonio.

Werner Heisenberg en 1940. Bundesarchiv.
Werner Heisenberg en 1940, cuando ya sabía que podía crear un reactor nuclear y producir plutonio para armas con él. Bundesarchiv.

En el mes de diciembre, el profesor Heisenberg —por entonces, aún en la Universidad de Leipzig— descubrió con gran emoción que era posible construir un reactor nuclear de uranio-235, que se estabilizaría a sí mismo en torno a 800 °C de temperatura operacional. En los últimos días de 1939, Heisenberg escribía una carta a la Oficina de Guerra del Reich que terminaba así:

"Conclusiones: Según las evidencias actuales, el proceso de fisión del uranio descubierto por Hahn y Strassmann puede utilizarse para la producción de energía a gran escala. El método más seguro para construir un reactor capaz de hacer esto sería enriquecer el isótopo uranio-235. [...] Es, además, el único método de producir explosivos varios órdenes de magnitud más potentes que los explosivos más poderosos conocidos ahora."

¡Ah, vaya...! Diríase que, en esos momentos de finales de 1939, el buen doctor Heisenberg no tenía tan claro eso de omitir las posibilidades explosivas del invento. Lo que parece que aún no tenía claro en ese instante es que el plutonio también sirve. Pero hacer plutonio exige un reactor parecido a los que se usan para producir electricidad, y de esto sí ya sabía algo más:

"De todos modos, para la generación de energía se puede usar incluso uranio ordinario, sin enriquecer el isótopo 235, si se utiliza en conjunción con otra sustancia que ralentice los neutrones del uranio sin absorberlos. El agua no es apropiada para esto. Por el contrario, el agua pesada y el grafito muy puro podrían bastar según las evidencias actuales. Las impurezas más minúsculas siempre pueden impedir la generación de energía."

Y... así es. Como vemos, Heisenberg también especifica claramente la necesidad de un moderador neutrónico y las mejores opciones para obtenerlo: el carbono ultrapuro en forma de grafito y el agua pesada. Recuerda esto, es muy importante: para hacer un reactor nuclear, cualquier reactor nuclear, necesitas un moderador de neutrones.

Y en aquel tiempo, cuando aún nadie había hecho ninguno, se sospechaba que el grafito y el agua pesada podían servir.

El grafito es una forma de carbono, que se saca... pues del carbón, mayormente. Las minas de los lápices, por ejemplo, están hechas con grafito y una pasta que lo extiende y fija con facilidad. Se usa también para hacer electrodos, y en los pistones de los motores, y como lubricante, y... vamos, que es un material súper-común. La única exigencia delicadita es que el grafito para uso nuclear debe ser excepcionalmente puro. Por lo demás, no tiene más misterio.

El otro candidato a moderador, el agua pesada, es eso: agua, o sea H2O... pero con una peculiaridad mucho más jodida. Verás:

En el agua "corriente", que también podemos llamar agua ligera, la parte esa del H2 son dos átomos de hidrógeno igualmente corrientes: un protón y un electrón en cada uno.

En el agua pesada, no. En el agua pesada, cada "hache" es en realidad un isótopo o variante del hidrógeno que además carga un neutrón y se llama deuterio. Por eso a veces el agua pesada se escribe D2O. D, de deuterio. O, más en lo científico hardcore, 2H2O.

Agua pesada de Norsk Hydro
Agua pesada ("óxido de deuterio") del periodo al 99,6% de pureza producida por la noruega Norsk Hydro. Esa era la única empresa europea que podía hacerla en los tiempos de los nazis. Imagen: Wikimedia Commons.

Es decir: el deuterio es hidrógeno pero con un protón, un neutrón y un electrón en vez de sólo un protón y un electrón. Ese neutrón extra aumenta su masa y por eso, cuando se combina con oxígeno para formar agua, a esa agua se le llama agua pesada. ¿Ves la lógica, más o menos...?

Bueno. A mediados de 1940 Alemania realizó varios intentos de construir pequeños reactores en Berlín-Dahlem, demasiado primitivos para funcionar (¡hasta llegaron a intentar el uso del papel como moderador, por su alto contenido en carbono!). Sin embargo, en la siguiente carta del físico Georg Joos a la Oficina de Municionamiento del Reich, fechada en marzo de 1940, ya se plasman las necesidades de pureza del carbono para su uso en reactores nucleares. Vamos, que ya iban teniendo una idea de por dónde se iba.

Pero... espera, espera. A ver, lo primero: ¿qué es esto de un moderador neutrónico? ¿Y por qué es imprescindible para hacer un reactor nuclear? Spoiler: sin empezar por ahí, no es nada fácil hacer armas nucleares. O, al menos, armas nucleares de calidad.

Pero si los alemanes no hubieran cometido una serie de equivocaciones, algunas por descuido y otras por egos, culminando en un error fatal... puede que se hubieran dado cuenta a tiempo de que tenían abierto un camino a la bomba atómica. Que incluso existía una remota posibilidad de conseguirla antes de que acabara la guerra. Imagínate. Pero eso, en el próximo episodio.


Dirección: Dany Saadia.
Documentación y guiones: Toni E. Cantó, "Yuri".
Locución y producción: Eduardo Albornoz.
Este podcast Un Afortunado Error (1) - De nazis, científicos y clubes exclusivísimos es una obra original de Dixo (2023) y lo difundimos bajo licencia Creative Commons BY-NC-ND 4.0 Internacional.

Siguiente episodio: Los extraños calderos de los brujos atómicos.