¿Cómo digerir las últimas de la semana? Una astronauta pierde su bolso, valorado en más de cien mil dólares, en el cielo y no era de Prada ni de Gucci ni siquiera era de cuero; Esperanza Aguirre se convierte en heroína y no de la que se pinchan algunos hasta en los huesos; además, se sigue discutiendo sobre los crucifijos, como si a Cristo le importara eso un bledo, y 400.000 mujeres son maltratadas en este país, por si hubiera pocas hostias con las del clero.  

Esto de aperitivo porque, aparte de que con la tasa de paro -de la clase media para abajo- todo el mundo vive acojonado; encima nos dicen que hay que gastar porque si no la crisis se va ahondando. Pues ¡que se ahonde! A ver si llega hasta el fondo y arrastra a los que la han provocado.  

Porque ¿no era que ciento y pico señores -por llamarles algo- acumulan la fortuna de más de medio mundo? Y ¿no dicen los analistas que lo que ocurre es el resultado del exceso de codicia de algunos? Pues ahora que sean los codiciosos los que derrochen junto con los de los sueldos millonarios y blindados; que el resto de los mortales vivimos sin red y nos echan a la calle aún cuando no la cagamos.   

Estoy cabreada, sí, y es que el mesías Obama dijo en la tele, como animando, que se iba con su señora al hipermercado, haciendo así de comparsa de los que insinúan que la economía mundial depende de nuestra cesta de la compra, de si cambiamos de coche o de jersey, o de si hipotecamos o alquilamos ¡Pero si sólo hacemos lo que nos dicen y nos dejan! ¡Si lo que no manda la publicidad lo mandan los bancos!  

A ver si es verdad que la crisis cambia el sistema de arriba abajo. Pero que empiece por arriba y que limpie -como dijo Solbes- que a los de abajo hace mucho tiempo que los están limpiando.