La preguntadora

CON FALDAS Y A LO LOCO

 

Por ley, las empresas ostentan la competencia sobre la uniformidad de sus trabajadores. Por lo tanto, en el trabajo, en lo referido a la vestimenta, el derecho a la propia imagen está supeditado a lo que el patrón quiera. Sin embargo, en los últimos años, ha surgido una prenda de la discordia. Son ya varias las denuncias que acusan a la falda obligatoria de sexista y de ir en contra del derecho a la intimidad y a la prevención de riesgos para la salud. Lo que, a priori, puede parecer exagerado porque la intimidad no se le toca a nadie por imponerle falda, a menos que se le obligue también a levantársela, y porque los riesgos para la salud, en principio, son mínimos, a menos que además se les obligue, en pleno invierno, a no ponerse bragas. En fin, que el asunto puede pasar por una pataleta de feministas hasta que se rasca un poco.

Las azafatas de Air Nostrum han denunciado que, además, se la han acortado y que no se admiten hombres como tripulantes de cabina. Así que el problema no es la falda si no la obligatoriedad de enseñar pierna. Más grave es lo de las enfermeras de la Clínica de San Rafael que están obligadas, así mismo, a llevar cofia para agacharse, levantar enfermos y hacer esfuerzos físicos, enseñando cacha. Éstas últimas perdieron ante el Tribunal Superior de Justicia Andaluz y han apelado al Supremo, que está tardando en contestar. A ver si se pronuncia de una vez y sienta jurisprudencia para que, al menos, los jefes dejen de calmar su curiosidad, por decreto, sobre de qué color llevan la ropa interior sus empleadas.

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