La preguntadora

EL FUTURO

Todo el mundo a mi alrededor se ha puesto a tener hijos; cosa que, como me dijo un día Ricardo Castella, no es para preocuparse sino para alegrarse porque ya llegará la época de tachar nombres de las agendas...  

Visto así, lo de estar en "edad de merecer" no es tan grave. Lo que quizá sí lo sea, es que la primera vez que vi de cerca al pequeño Rodrigo – que no es el nieto de Aznar aunque se llame igual, por más que a mi amiga le joda que así sea – lo que pensé fue: ¿a quién votará?, ¿quién quedará en el panorama político dentro de dos décadas? Antes de que siguiera preguntando, Rodrigo se puso a berrear y, como le comuniqué a su madre que su hijo era telépata, ella también me hizo un comunicado: "Lo tuyo no es deformación profesional: estás enferma".  

No le quito la razón; pero mientras busco terapeuta, no puedo evitar seguir dándole vueltas: ¿para entonces, aquí se seguirá votando de corazón o de "cojones" (como insinúa Pedro Castro) o ya se hará con la cabeza? ¿Veremos a un votante de derechas en un mitin de izquierdas y no porque se haya perdido; o viceversa? ¿Tendremos tiempo para no quedarnos sólo con los titulares de nuestra camiseta o con la telegenia? ¿Mejorará esta democracia tanto como para conseguir la obviedad "un hombre = un voto", sea de donde sea; o nos conformaremos con unas buenas listas abiertas, porque por algo se empieza?... 

Lo que parece seguro es que Fraga no estará – siento ponerme agorera –. Ahora ha dicho que hay que "colgar de algún sitio" a los nacionalistas y, no hace mucho, que tiene una "hoja limpia de servicios". ¡Allá cada cuál con su conciencia! Yo lo que creo que está reluciente es el espíritu de la transición; sólo es cuestión de tiempo; de que unos nazcan mientras a otros se les entierra. 

Más Noticias