La verdad es siempre revolucionaria

El Congreso venezolano de las mujeres

Los días 5, 6 y 7 de marzo 4.000 mujeres se encontraron en el teatro de la Escuela Militar de Caracas, donde Hugo Chávez estudió, para celebrar el Congreso Venezolano de las Mujeres, de nivel nacional.

Desde noviembre de 2014, el Ministerio del Poder Popular de la Mujer, con su ministra Andreína Tarazón y sus viceministras se ocupa de todas las áreas que afectan a la vida de las mujeres: la formación política y profesional, el trabajo, la salud, la reproducción, comenzaron la ingente tarea de convocar a todas las organizaciones de mujeres del país para debatir los temas que deseaban ser analizados y discutidos en el Congreso.

Treinta mil mujeres participaron en esos trabajos a lo largo y ancho de una nación, que tiene un millón de kilómetros cuadrados. Treinta mil mujeres de todos los estados de la República, de todas las organizaciones feministas, que fueron reuniéndose con las máximas responsables del Ministerio del Poder Popular de la Mujer semana tras semana durante cuatro meses, para decidir los temas que interesaba que se estudiaran en el Congreso, y las Mesas y Talleres que deberían analizarlos durante las sesiones a fin de plantear y aprobar las conclusiones que deberán hacerse ley en la próxima legislatura.

Como nos explicó ayer la Ministra Andreína Tarazón, se tuvieron en cuenta las especificidades de todas las clases de mujeres: desde las niñas a las ancianas, de las esposas, de las madres, de las hijas, de las solteras, las trabajadoras asalariadas y las amas de casa, las discapacitadas, las lesbianas y las heterosexuales, y sus necesidades.

A este Congreso se arriba tras siete años de trabajo del Ministerio del Poder Popular de la Mujer, creado a raíz de aquella histórica declaración de Hugo Chávez de que sin las mujeres era imposible construir el socialismo y el énfasis con que aseguró que él era feminista. Durante este periodo de tiempo el Gobierno bolivariano ha logrado las mayores transformaciones que se han producido en Venezuela en toda su historia a favor de las mujeres y de los trabajadores de todas las clases. No solo se ha invertido en los avances sociales y en el reparto de la riqueza más que ningún otro país de Latinoamérica, como ratifica la ONU, y se ha erradicado el hambre como afirma la FAO, y se ha declarado a Venezuela libre de analfabetismo como asegura la UNESCO, sino que se ha llevado a cabo una ingente movilización de las mujeres articulándolas en más de 600 organizaciones autónomas en todo este gran país, pertenecientes a diversas tendencias ideológicas, defensoras de distintas causas y situadas en otras tantas ciudades y estados.

Por ello se llama el Ministerio del Poder Popular de la Mujer. Durante los últimos años este organismo ha convocado a las Voceras de Género de los Consejos Comunales en reuniones que se han repetido hasta tres veces al año, para que plantearan las demandas que tenían pendientes de resolver. Y el año pasado se creó el Consejo Presidencial de las Mujeres, que se reúne con el Presidente y le entrega las reclamaciones y las soluciones que consideran que se deben implantar, y que son vinculantes para la Presidencia.

Esta ingente labor llevada a cabo por una inteligente, preparada y preciosa Ministra de 27 años Andreína Tarazón y sus colaboradoras, igualmente integradas en la labor feminista, como la Viceministra Rebeca Madriz encargada del área de Formación y Participación Política que viene de la militancia en el Movimiento Feminista, y las otras Viceministras, Yekuana Martínez y Dulce Medina,  así como la Presidenta del Banco Bicentenario, ha dado su fruto más granado en el Congreso que acabamos de concluir.

Durante los tres días de las sesiones hemos asistido a los vibrantes discursos de la Ministra, de la Viceministra Rebeca Madriz, del Ministro de Educación Héctor Rodríguez y de la diputada y veterana luchadora feminista, discípula de Chávez, María León, la Leona como la llaman. Y hemos visto a la histórica dirigente indígena Noeli Pocaterra.

Es imposible transmitir en unas pocas líneas el entusiasmo que ha dominado a las asistentes al Congreso. Difícilmente se podía soportar el ruido de 4.000 gargantas gritando enfebrecidas ante las palabras de los oradores cuando se mencionaba al Comandante Hugo Chávez y al Presidente Maduro, al Padre de la Patria Simón Bolívar y a los llamamientos a defender Venezuela de la agresión imperialista. El paroxismo llegaba cuando se mencionaba la Revolución Bolivariana. Porque todas las participantes, y muchas más que no estaban en la Escuela Militar, saben que sin la revolución todas las conquistas alcanzadas serán abolidas por la derecha oligárquica entregada al imperialismo de EEUU.

Las mujeres han logrado que se erradique la pobreza extrema que las atenazaba desde la dictadura,  y bajo los gobiernos llamados democráticos de la IV República, en un 66%, que en la actualidad se limita a un residual 5%, como ha reconocido la FAO. Las Cámaras legislativas han aprobado La Ley por una Vida libre de Violencia para las Mujeres, que es la mejor del mundo, y a raíz de la cual se han creado Policía especializada, juzgados y fiscalías, la Defensoría de la Mujer y casas de abrigo.

Las mujeres solteras con hijos, las más pobres, las desempleadas, las discapacitadas han sido las principales beneficiarias de las 600.000 viviendas que el Gobierno bolivariano ha construido en sus mandatos. El sistema de salud público universal y gratuito, atendido por miles de médicos cubanos que se entregan a su trabajo en los pueblos y las ciudades más apartados, conviviendo con los vecinos, a veces en sus mismas chabolas mientras se construyen los centros de salud, donde acaban residiendo y atendiendo 24 horas diarias a los enfermos. Las Misiones, el Plan Mamá Rosa, ha ido superando en los barrios, en las comunas, en los Consejos Comunales, las injustas desigualdades económicas que mantenían a las clases trabajadoras en la pobreza secular, mientras una clase privilegiada se apropiaba de la mayoría de la riqueza del país.

La participación política de las mujeres ha crecido exponencialmente con su masiva participación en los Consejos Comunales, y es evidente que la preparación que muestran las voceras de esos Consejos es infinitamente superior a la que poseen tantas de nuestras dirigentes feministas. Sobre todo porque se definen y se defienden como revolucionarias, porque quieren hacer la revolución socialista y feminista sin pedir perdón por ello, sino enormemente orgullosas de poder proclamarlo en voz alta porque se saben respaldadas, impulsadas y protegidas por el Gobierno bolivariano.

Las conclusiones aprobadas en 24 mesas de trabajo que llamaron talleres, sobre todas las áreas que afectan a la vida de las mujeres y del avance revolucionario del proceso venezolano, son extraordinarias. Imposible en un artículo explicar las exigencias y realizaciones que se han aprobado en decenas de resoluciones sobre salud, educación, vivienda, asistencia social, formación política, violencia, interrupción voluntaria del embarazo, protección a las madres, trabajo doméstico y trabajo asalariado, igualdad salarial, pensiones para las amas de casa y para la vejez, las jóvenes, las afroamericanas, las indígenas, derechos para las lesbianas y las transexuales, cultura política y cultura feminista. Y en este breve resumen no cabe aún el índice del memorable e histórico documento, que son las conclusiones del Congreso Venezolano de las Mujeres, que acaba de concluir con unos parlamentos emocionantes de las invitadas internacionales.

Nadie que no haya escuchado los enardecedores y vibrantes discursos de Mariela Castro, la hija de Raúl Castro y Vilma Espín de Cuba, Piedad Córdoba, la diputada y negociadora del proceso de paz de Colombia, Xiomara Castro de Celaya, la legítima presidenta de Honduras después del golpe de Estado que secuestró y deportó a su marido el Presidente Zelaya, las representantes de Puerto Rico, Paraguay, Líbano, República Dominicana, Maite Mola de España, la dirigente de la Marcha Mundial de las Mujeres de Brasil, la invitada especial del partido Syriza de Grecia y la de Ecuador, Paola Pabón, que fueron acogidas con estruendosas ovaciones y delirantes muestras de entusiasmo, sabiendo lo que es alegría, fuerza, lucha y victoria, como gritaron ininterrumpidamente. Las mujeres que ayer subieron al estrado forman parte de la vanguardia del Movimiento Feminista mundial, y su energía es incomparable con el decaimiento y la pusilanimidad  que abate a muchas de nuestras feministas españolas. Porque aquellas saben que se juegan la vida y la supervivencia en esta lucha a muerte entre el capital y el imperio y las mujeres y los trabajadores.

Después de este evento, que he tenido la fortuna de presenciar, difícilmente se puede dudar del triunfo de la revolución feminista en Venezuela en el marco de la revolución bolivariana que comenzó con Hugo Chávez.

Por supuesto, para desesperación de la oposición de derechas, que querría ver destruidos los avances del pueblo y seguir disfrutando de la inmensa riqueza petrolera del país, al servicio del imperialismo estadounidense. Pero después de asistir a ese Congreso, las pocas esperanzas que debe abrigar esa llamada oposición de la MUD de reconquistar el poder, que las abandone, porque como siempre el pueblo venezolano, y en la vanguardia sus mujeres, están dispuestos a luchar hasta la muerte por defender la Patria, la Independencia, la Libertad y el Socialismo que se les había negado hasta la revolución bolivariana.

Digan lo que digan los medios de comunicación de la derecha venezolana y española, hagan lo que hagan los esbirros del capital y los agentes de la CIA introducidos en el seno de la sociedad, como gritaron ayer hasta la ronquera las mujeres y los hombres que estábamos allí, esos: los capitalistas, los oligarcas, los latifundistas, los policías asesinos, los paramilitares y los marines estadounidenses, esos, NO VOLVERÁN.

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