La verdad es siempre revolucionaria

Feminismo y campaña electoral

La campaña electoral oficial tiene ya recorrido la mitad del camino. Entre la oficial, la precampaña y la propaganda que la precedió llevamos un año, puede decirse que desde el 22 de marzo con las Marchas que tomaron Madrid, escuchando las protestas y las promesas de nuestros políticos. Durante estos interminables meses hemos oído hasta la saciedad la letanía de carencias, deficiencias, injusticias, agresiones, represiones, explotaciones, que sufre la ciudadanía. Desde los desahucios al cierre de comedores escolares, desde la falta de médicos al despido de maestros, desde el abuso bancario a la represión policial. La letanía de las desgracias generales que estamos padeciendo se convierte en la repetición interminable de las carencias que sufrimos y de las exigencias al gobierno que plantean los partidos de la oposición que se postulan. Las únicas denuncias que brillan por su ausencia son las que afectan específicamente a las mujeres, y fundamentalmente solo a ellas.

Dirán que los desahucios también se ejercitan contra mujeres y que todos los recortes que se han practicado también las afectan. Pero, en primer lugar, estos han perjudicado a las mujeres en mucha mayor medida que a los hombres: recortes de salarios, de puestos de trabajo –el paro de las mujeres es superior al de los hombres-, de pensiones de jubilación y de viudedad –las de las mujeres son mucho más bajas que las de los hombres-,  de jardines de infancia, de residencias geriátricas, de dependencia –las mujeres son las principales cuidadoras de todos los seres humanos.

En segundo, y no menos importante, las mujeres sufren unas represiones específicas por el hecho de ser mujeres: violencia, aborto, custodia de hijos, marginación laboral, salarios ínfimos, exclusión de puestos de decisión. Estos y otros muchos temas –el Pacto Feminista por las Mujeres establece 18 puntos de reivindicación- están ausentes de los discursos de los candidatos y lamentablemente, de las candidatas, a estas trascendentales elecciones. Y no solo del partido en el gobierno sino también de los de la oposición, incluso en la izquierda.

Fue triste ver los programas de la Sexta en que diversos asistentes del público interrogan a los candidatos de los partidos. Ni por parte de los políticos ni por la de los ciudadanos se oyó plantear una cuestión sobre tales temas.

Ni en los filosóficos discursos de Ángel Gabilondo, ni en los poéticos de Luis García Montero, ni en los izquierdistas de Alberto Garzón, ni en los dominantes de Pablo Iglesias, las mujeres son nunca protagonistas de sus reivindicaciones ni de sus promesas. Para esos, como para tantos otros políticos, las mujeres no existen como mitad de la población femenina ni siquiera como madres de toda la población. Esos hombres que nunca hablan en femenino, no tienen madre, ni hermanas, ni hijas, ni amantes, ni esposas, ni amigas, que han sufrido o pueden sufrir las discriminaciones que establece el patriarcado desde que el mundo es mundo.

Ni siquiera aquellas mujeres, y tan pocas, que son cabezas de lista de sus formaciones, han sido capaces de distinguirse de sus rivales varones trayendo a la palestra las reivindicaciones del feminismo.

Fue patético el discurso y las respuestas de Rosa Díez en el programa de la Sexta. Incluso claramente machista cuando defiende  lo que llama "maternidad subrogada" a lo que es pura y simplemente el alquiler de los cuerpos femeninos. Reclamación ésta planteada sobre todo por gays que quieren tener hijos "propios", porque ya se sabe que los hijos son propiedad privada, y como hasta ahora para fabricarlos hace falta una matriz femenina implantada en el cuerpo de la madre, pues se contrata su gestación y se paga. Como si de una ternera se tratara.

Pero ninguna de las protagonistas políticas que han ocupado pantallas de televisión en los últimos meses, ni Tania Sánchez ni Irene Lozano, ni Carolina Bescansa, ni Raquel López, se han desmarcado del discurso típicamente masculino, recordando en alguna ocasión las desgracias que padecen las mujeres.

La muy alabada Manola Carmena, cuyo pasado comunista quiere encubrir, que tantas veces se ha reclamado feminista, no hace más que hablar de los desahucios y la distribución de la renta. Si tuviéramos que contar las veces que pronuncia la palabra mujer nos sobrarían los dedos de las dos manos.

Y no digamos Susana Díaz cuyo lenguaje siempre repite el masculino –no hay más que andaluces, trabajadores y ciudadanos-, y cuyo programa electoral y cuyo discurso de investidura no ha hecho referencia alguna a las andaluzas, a las trabajadoras y a las ciudadanas de su región.

Ni siquiera alguno de esos líderes y lideresas han planteado el tema más trágico que afecta a las mujeres: la violencia que ejercen contra ellas los hombres machistas. Ni se ha mencionado como problema que padece la sociedad española ni se han aportado ideas, sugerencias o peticiones para que por las instituciones del Estado y de los Ayuntamientos se proceda a proteger a las víctimas.

El mismo día que en Vigo un malvado asesinaba a su mujer en el hospital donde se recuperaba de las heridas que le había inferido ese mismo verdugo, porque tenía entrada libre en su habitación a pesar de que la propia Guardia Civil le había pedido a la jueza que dictara una orden de alejamiento, los candidatos y las candidatas de los partidos siguieron impertérritos con su campaña. Pero cuando se estrelló un avión militar y murieron, por accidente, tres pilotos, todos los candidatos y todas las candidatas interrumpieron su campaña en señal de duelo. Claro que nos dirán ciertamente que si por cada feminicidio tuvieran que interrumpir sus mítines no darían ninguno, ya que ayer mismo en Madrid fue asesinada otra mujer.

Pero precisamente porque la masacre es tan trágica, porque cada día contamos una víctima mientras los candidatos siguen en sus podiums tan tranquilos, porque sufrimos 112 víctimas el año pasado, porque van cerca de 20 en estos meses, porque a veces en una semana han asesinado una mujer cada día, ningún político y ninguna política con sensibilidad –yo diría que con vergüenza- puede dejar de mencionar el tema y de aportar las soluciones que su escasa imaginación le dicte.

Únicamente el PSUC en Cataluña e Izquierda Unida se han adherido al Pacto Feminista por las Mujeres, lo que no significa que sus candidatos, que se recorren toda España, utilicen los altavoces que les proporciona la campaña para recordar las injusticias que se cometen contra ellas y ofrezcan soluciones a las mismas.

Solamente Aurora Valdés del pueblo de Valdés en Asturias y Pilar Távora –y es preciso remarcarlo- que se presenta por el Partido Andalucista a la Alcaldía de Sevilla se han  adherido al Pacto Feminista por las Mujeres, y puesto el acento en la violencia que se ejerce contra ellas y en la precariedad laboral y familiar que padecen en tiempos de crisis.

Pensando que el año 1986 entre las mujeres del Partido Comunista y el Partido Feminista redactamos un programa de la mujer para la candidatura de Izquierda Unida, que sigue plenamente vigente, se me congela el alma al contemplar la campaña electoral de este año de Gracia de 2015.

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