El ojo y la lupa

Comedia humana en versión amable

Libros del Asteroide ha seguido un camino inverso para publicar la novelística completa del escritor canadiense Robertson Davies (1913-1935): no ha empezado por el principio sino que, tras editar los seis volúmenes de las trilogías de Deptford y Cornish, ha vuelto al origen con la de Salterton, cuyo primer volumen, ‘A merced de la tempestad’ (1951), se encuentra aún en las estanterías de novedades. Todos estos libros se pueden leer sin seguir el orden de cada trilogía. Por cierto, hay otra, la de Toronto, que el autor dejó inacabada.

El inusual criterio tiene cierto sentido. Quien se iniciase en la obra de Davies con ‘A merced de la tempestad’ (a la que seguirán ‘Leaven of malice’ y ‘A mixture of Frailties’, aún sin título en castellano) podría considerarle un buen escritor más, con notable dominio de la creación de personajes y ambientes, un poco frívolo y superficial, y quien sabe si no se vería tentado de buscar obras de mayor enjundia.

Sin embargo, si se llega a esta ‘última-primera’ novela después de, por ejemplo, con ‘El quinto en discordia’ (Deptford) o ‘Ángeles rebeldes’ (Cornish), la marcha atrás se verá se vera como la oportunidad de comprobar la evolución literaria del que para muchos es el escritor canadiense más sobresaliente del siglo XX.

Así, el abanico de matices con el que, en ‘Ángeles rebeldes’, se describe ‘desde dentro’ la vida académica en la imaginaria universidad de San Juan y el Espíritu Santo de Cornich, o la sutil ironía con la que varios sesudos profesores intentan ganarse los favores de una especie de ninfa griega que revoluciona sus grises existencias, no son para los incondicionales de Davies sino el lógico desarrollo de un embrión que ahora descubren en ‘A merced de la tempestad’. Aquí, el análisis es tal vez menos penetrante, quizás porque se da prioridad a la chispa, la caricatura y la ironía, pero los personajes están retratados con una prosa trasparente y una destreza al alcance de pocos escritores.

El pretexto que Davies utiliza para describir su variopinta galería de personajes –con agudeza, benevolencia y un punto de burla y sarcasmo- es el montaje de ‘La tempestad’, de Shakespeare, por un grupo de aficionados que representan a diferentes tipos humanos y estratos sociales de la pequeña ciudad de Salterton. Espejismos de amor y pasión, pequeñas ambiciones y egolatrías, madres que fagocitan a sus hijos; jovencitas que se adentran apenas en el misterio del sexo; profesores engreídos o víctimas de borborigmo (ruido de tripas), clérigos que se pelean por saquear una biblioteca... En fin, una comedia humana en versión amable.

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